Greenpeace ha lanzado una campaña polémica que critica la incongruencia de Dove, una marca de Unilever que se ha posicionado como defensora de la imagen positiva de las mujeres. Con el video «Toxic Influence: The dark side of Dove», Greenpeace señala que la marca promueve un mensaje de empoderamiento femenino mientras contribuye al grave problema de la contaminación por plásticos. La organización ambientalista denuncia que Unilever es uno de los mayores contaminadores de plástico en el mundo, lo que contradice el objetivo de Dove de proteger a las mujeres y niñas, ya que la contaminación ambiental afecta de manera desproporcionada a estos grupos. A través de un enfoque creativo, Greenpeace simula la estética del anuncio original de Dove para resaltar su crítica, mostrando a madres e hijas que, aunque inicialmente apoyan la marca, se ven confrontadas con datos alarmantes sobre el impacto de los residuos plásticos en el medioambiente.
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El video, dirigido por la cineasta nominada al Bafta Alice Russell, busca servir como un llamado de atención sobre la hipocresía empresarial. En él, las participantes, que son clientas reales de Dove, expresan sus reacciones tras enterarse de cómo las prácticas de la marca afectan a la salud ambiental, destacando la falta de coherencia entre la imagen que promueve y la realidad de sus acciones. Greenpeace ha intentado entablar un diálogo con Unilever antes de recurrir a esta campaña, pero afirma que el lanzamiento del video fue considerado un “último recurso”. Aunque Unilever se ha comprometido a reducir sus residuos plásticos y buscar alternativas sostenibles, Greenpeace sostiene que aún tienen un largo camino por recorrer y reclama el fin gradual del uso de plásticos de un solo uso en un plazo de diez años.
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La campaña también coincide con la celebración del vigésimo aniversario de la plataforma «Real Beauty» de Dove, algo que, según Greenpeace, es incompatible con la continua contaminación por plásticos. Los activistas han llevado su mensaje a las calles, incluyendo una protesta en la sede de Unilever en Londres, donde desplegaron una lona que decía «La verdadera belleza no es tan tóxica». Esta acción forma parte de una serie de esfuerzos por parte de Greenpeace para hacer que Unilever rinda cuentas por su impacto ambiental. A finales del año pasado, la organización lanzó otra campaña llamada «Real Harm», donde presentaron una crítica similar a la marca. En su respuesta a estas acusaciones, Unilever afirmó estar trabajando con diversas partes interesadas para desarrollar alternativas a los plásticos y abogar por un tratado de la ONU que imponga regulaciones globales sobre la contaminación plástica, destacando la necesidad de un cambio sistémico para abordar estos desafíos ambientales.