El 2023 fue un año post pandémico que no destacó por tendencias habituales, sino por el surgimiento de la llamada Inteligencia Artificial (IA), que generó debates desde entusiastas hasta agoreros. Muchos hablan sin saber, pero como ingeniero en informática convertido en mercadólogo, lo veo como la fotografía para los pintores o el cine para los fotógrafos: una herramienta que provee productividad pero carece de intuición creativa humana.
La IA fascina a muchos, pero no puede reemplazar el pensamiento creativo y la conexión emocional humana. Además, plantea desafíos legales al desaparecer los derechos de autor y potenciar bulos. En marketing, se destaca la creciente vulnerabilidad de los consumidores y la propiedad intelectual durante 2023, aunque no parece haberse abordado desde una perspectiva de consumo.
A pesar de iniciativas legislativas, como en el Congreso de EE. UU. y la Eurocámara, no está claro si podrán controlar estos riesgos. Sin embargo, se destacan ejemplos positivos de uso de IA en campañas publicitarias, como una cerveza mexicana que permitió personalizar anuncios con imágenes de seres queridos durante el «día de muertos», generando un impacto emocional y canales de difusión inusuales. También una empresa europea permitió a usuarios mexicanos crear recetas visuales y divertidas mediante una herramienta Inteligencia Artificial.
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El 2023 fue el año en que la IA irrumpió para bien y para mal. En 2024 veremos nuevas campañas publicitarias que ofrecerán posibilidades de co-creación a las audiencias, extendiendo y personalizando el valor de las marcas. El desafío será distinguir la realidad de la ficción en este contexto cambiante.
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