El año 2023 marcó un hito en el envío de contenedores, ya que todos los barcos ordenados con una capacidad superior a 5.000 TEU (unidades equivalentes a veinte pies) podrán operar con combustibles alternativos como el amoníaco y el metanol. Este hecho refleja el creciente impulso en el viaje de descarbonización del sector.
Sin embargo, aún quedan preguntas sin respuesta en torno a aspectos clave de los planes de descarbonización de las compañías navieras. La industria marítima está trabajando arduamente para reducir su huella de carbono, pero el proceso está en marcha y el resultado final es incierto en términos de calendario y métodos específicos.
Emisiones de la industria marítima
Los transportistas de contenedores manejan alrededor del 45% del valor del comercio internacional y dos tercios de todo el comercio marítimo, según datos de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Aproximadamente el 3% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provienen de la industria marítima, y los buques portacontenedores representan el 25% de estas emisiones, según datos del sector.
La industria marítima está regulada por un organismo mundial, la Organización Marítima Internacional (OMI), que ha establecido normas de seguridad, protección, operaciones y emisiones. Esto se considera una ventaja, ya que ofrece una oportunidad para crear una vía global hacia la descarbonización, algo que no está disponible en otros sectores.
Nuevos acuerdos para la descarbonización
A mediados de 2020, los 175 estados miembros de la OMI acordaron por unanimidad ambiciosos objetivos de descarbonización global. El nuevo acuerdo sustituyó el objetivo anterior de lograr una reducción del 50% de las emisiones de carbono para 2050 (en comparación con los niveles de 2008) por un nuevo objetivo de eliminar las emisiones de carbono «para o alrededor de» 2050.
Desafíos de la descarbonización
El proceso de descarbonización del transporte marítimo, al igual que en otros sectores, conlleva costos significativos. No está claro quién asumirá estos costos, ya que los precios de los combustibles con cero emisiones de carbono, por ejemplo, se fijan por el mercado, no por la regulación.
Los esfuerzos de descarbonización han implicado inversiones de las líneas de contenedores en buques ecológicos, donde los costos de operación y combustible pueden absorberse con consecuencias financieras marginales para los transportistas. Sin embargo, a medida que la flota se amplíe, los costos aumentarán exponencialmente y tendrán que ser compartidos con los propietarios de la carga y sus clientes.
Uso de gas natural licuado (GNL)
El primer paso de la industria de contenedores hacia la descarbonización fue el uso del gas natural licuado (GNL), que emite un 25% menos de CO2 que el combustible tradicional del búnker. Sin embargo, el impacto del GNL sigue siendo mínimo; solo 74 buques portacontenedores funcionan con él, lo que representa poco más del 1% de todos los buques portacontenedores en funcionamiento, según datos de S&P Global Market Intelligence. Otros 186 buques de GNL están en orden, lo que significa que representarán aproximadamente el 4% de los portacontenedores en operación una vez que estos barcos sean entregados.
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El año 2023 marcó un hito en el envío de contenedores
El amoníaco verde y el metanol son dos combustibles potenciales con cero emisiones de carbono que podrían aumentar su consumo. Ambos son productos químicos que se producen a partir de fuentes de energía renovables.
Si bien las baterías pueden operar en buques pequeños, como los transbordadores, se consideran inadecuadas para el transporte marítimo de aguas profundas debido a su peso y su limitada densidad de energía en comparación con otras fuentes de energía.
El metanol ha progresado más rápidamente como combustible de cero emisiones en comparación con el amoníaco, que es altamente tóxico y requerirá amplias precauciones de seguridad.
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Menos del 2% de los buques portacontenedores en funcionamiento operan con combustible alternativo, pero se está produciendo una rápida ampliación, con cerca del 40% de todos los pedidos de nuevos barcos que pueden funcionar con combustibles reducidos o con cero emisiones de carbono. La industria marítima está avanzando en la descarbonización, pero aún queda un largo camino por recorrer y existen desafíos importantes que deben abordarse para alcanzar los objetivos ambiciosos establecidos por la OMI.