El futuro económico y tabúes tras rupturas familiares
En la sociedad actual, romper lazos con la familia de sangre sigue siendo un tema tabú. Aunque muchas relaciones familiares pueden ser saludables y de apoyo, existen circunstancias en las que mantener estos vínculos puede resultar perjudicial para la salud mental y el bienestar personal. Hablamos sobre salud mental y unidad familiar con Beatriz González, psicóloga experta, para profundizar en las complejidades y consecuencias de esta decisión.
La presión de mantener los lazos familiares
Queda un año para tu boda y te sientas con tu pareja a escribir la lista de invitados. ¿Apunto el nombre de ese primo segundo al que hace más de 15 años que no veo? ¿Le sentará mal a mis padres que no lo haga? Estas situaciones reflejan la presión social y cultural de mantener los lazos familiares a toda costa. En España, la familia es vista como una unidad central no solo emocional, sino también económica y social.
Beatriz González, psicóloga y directora de Somos Psicología y Formación, explica: «A pesar de una mayor libertad para romper lazos familiares, sigue estando mal visto debido a la fuerte influencia cultural y social. La familia en España cumple una función de apoyo emocional y es un pilar fundamental en el ámbito económico y social». Esta presión social puede llevar a un aislamiento y desaprobación comunitaria para quienes optan por romper con sus familias.
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La religión católica en España también juega un papel significativo en la perpetuación de estos lazos familiares. Valores como el perdón, la paciencia y el sacrificio por el bien de la familia son enfatizados, lo que puede hacer que las personas se sientan obligadas a mantener relaciones familiares dañinas. Este contexto cultural refuerza el tabú y hace que las personas duden en tomar decisiones que, aunque difíciles, podrían ser necesarias para su bienestar emocional y psicológico.
En algunos casos, la familia, que debería ser un lugar seguro, puede no serlo. Claudia Campillo, por ejemplo, sufrió abusos por parte de su abuelo cuando era niña. No fue consciente hasta los 19 años de que había sido víctima. Claudia cuenta en un vídeo para las redes de Somos Estupendas que decidió mantenerse en silencio para no romper la unión familiar y no causar más dolor. Sin embargo, llegó un punto en el que tuvo que tomar la decisión de separarse físicamente de su abuelo, aunque emocionalmente seguían compartiendo encuentros familiares.
La psicóloga Beatriz González señala que distanciarse de un familiar es, en muchos casos, la única opción posible, especialmente cuando existe un patrón continuo de abuso, manipulación o falta de respeto. En estos casos, el distanciamiento permite crear un espacio necesario para sanar y reconstruir la autoestima y la salud mental.
Una de las principales razones por las que las personas no rompen lazos con sus familias es la dependencia económica o emocional. El abuso continuado minimiza a la persona que lo padece, haciendo que sienta que no puede romper o alejarse del familiar que le hace daño. González destaca que «hay relaciones donde el maltratador ha provocado un aislamiento de la persona maltratada, por lo que esta cree que no tiene recursos para poder escapar de la situación».
Además, cuando se trata de niños, es mucho más complicado que se separen de algún familiar, especialmente si no existe una denuncia. La culpa, el temor a la desaprobación social y la esperanza de que las cosas mejoren también pueden retrasar o evitar que las personas tomen decisiones beneficiosas para su bienestar emocional.
Si la relación con un familiar afecta negativamente a la salud mental, es importante considerar poner tierra de por medio. Según González, algunas señales a las que hay que estar alerta incluyen:
Sentimientos de tristeza o ansiedad constante: Si la interacción con un miembro de la familia provoca estrés, ansiedad o tristeza constantemente, es una señal de que algo no está bien.
Baja autoestima: Críticas frecuentes, desprecio o desvalorización pueden llevar a una disminución de la autoestima y del autoconcepto.
Retraimiento o aislamiento social: Optar por mantener un distanciamiento excesivo de las relaciones sociales puede indicar un impacto negativo de la relación familiar.
Síntomas físicos relacionados con el estrés: Dolores de cabeza, fatiga, problemas digestivos o insomnio son síntomas que pueden reflejar el impacto emocional negativo de estas interacciones.
Pérdida de identidad: No tener opiniones propias y aceptar las de los demás por miedo a ser castigado es una señal de que se está perdiendo la propia identidad.
Aunque las rupturas familiares siguen siendo un tabú, Beatriz González cree que serán más comunes con el tiempo. La creciente conciencia sobre la salud mental y el impacto de las relaciones tóxicas está llevando a más personas a priorizar su bienestar emocional, incluso si esto implica romper lazos familiares. Además, los valores sociales están cambiando hacia una mayor individualidad y autonomía, valorando más el derecho a vivir de manera auténtica.
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Romper con la familia sigue siendo un tema complejo y cargado de estigmas, influenciado por dinámicas de poder, dependencia económica y presiones culturales y religiosas. Sin embargo, la creciente conciencia sobre la salud mental y los cambios en los valores sociales están abriendo camino a decisiones más autónomas y orientadas al bienestar emocional, ofreciendo esperanza para aquellos que necesitan distanciarse de relaciones familiares dañinas.