TikTok se enfrenta a un posible adiós prematuro en Estados Unidos, donde ha acumulado alrededor de 170 millones de usuarios desde su creación en 2017. La situación es crítica, ya que la plataforma, que pertenece a la empresa matriz china ByteDance, debe tomar una decisión trascendental: vender su participación en TikTok a otra compañía para seguir operando en el país. La ley firmada en abril por el presidente Joe Biden establece que si ByteDance no cumple con esta obligación, la plataforma quedará prohibida en el territorio estadounidense, algo que ha dejado a los usuarios en un estado de incertidumbre.
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ByteDance tiene un plazo hasta el 19 de enero para deshacerse de TikTok, y los rumores apuntan a que Elon Musk, actual propietario de X (anteriormente Twitter), podría estar considerando la compra de la popular aplicación. Esta posible transacción no solo marcaría un cambio significativo en la propiedad de la plataforma, sino que también reflejaría una dinámica intrigante en el mundo de las redes sociales, donde Musk se ha convertido en una figura controvertida y altamente influyente. Las autoridades chinas están monitoreando de cerca esta situación, ya que su postura frente a la administración estadounidense podría verse afectada por el desenlace.
La Corte Suprema de Estados Unidos tiene la última palabra sobre la apelación presentada por ByteDance, que busca impugnar la prohibición de operar en el país. Hasta que se tome una decisión, se prevé que la ley que restringe la operación de aplicaciones chinas en Estados Unidos se mantenga vigente. Este contexto legal no solo establece un precedente en cuanto a las relaciones entre Estados Unidos y empresas tecnológicas chinas, sino que también podría desencadenar reacciones adicionales de ambas partes, poniendo en juego tanto la seguridad nacional como la privacidad de los usuarios.
La ley propiciada por Biden tiene como objetivo primordial prevenir la recopilación de datos de ciudadanos estadounidenses por parte de empresas chinas, en un esfuerzo por salvaguardar la privacidad y la seguridad nacional. La medida hace eco de las crecientes preocupaciones sobre la influencia de las empresas tecnológicas chinas en el entorno digital estadounidense, y resuena con una tendencia más amplia hacia la desconfianza en las empresas extranjeras que operan en el país. Además, se ha informado que Musk ha invertido significativamente en apoyar la reelección de Trump, lo que podría agregar una capa de complejidad política si finalmente adquiere TikTok.
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Si bien la posibilidad de una compra por parte de Musk ha captado la atención del mercado, se debe considerar el papel de la «acción de oro» del gobierno chino, que podría influir en la decisión del proceso de venta. Aunque TikTok sostiene que este control se aplica únicamente a su filial en China, los analistas advierten que el gobierno podría ejercer una presión considerable sobre la compañía para facilitar la transacción. En última instancia, el destino de TikTok en Estados Unidos está en juego, con implicaciones no solo para sus millones de usuarios, sino también para el futuro de las relaciones comerciales y tecnológicas entre los Estados Unidos y China.