Un residente de Florida, Amandeep Gyani, ha presentado una demanda colectiva contra Lululemon, afirmando que la empresa ha llevado a cabo una campaña de marketing engañosa a través de su iniciativa «Be Planet». Según Gyani, esta campaña hace que la marca aparenta un mayor compromiso con la sostenibilidad del que realmente posee, lo que, a su juicio, constituye una violación de las Guías Verdes de la Comisión Federal de Comercio. En su demanda, Gyani alega que Lululemon promueve productos que, aunque etiquetados como «sostenibles», no cumplen con los estándares necesarios, ya que, según él, contribuyen significativamente a la crisis ambiental mediante el uso de materiales no biodegradables, como el poliéster.
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El alegato de Gyani se basa en informes de impacto ambiental que Lululemon ha publicado, que revelan que, aunque la empresa ha hecho esfuerzos para utilizar poliéster y nailon reciclados, estos materiales no se consideran verdaderamente sostenibles. Los expertos citados en la demanda afirman que estos productos requieren una gran cantidad de energía para su fabricación, no se biodegradan adecuadamente y, a pesar de todo, liberan microplásticos, que son un contaminante ambiental significativo. En este sentido, la demanda pone de relieve una creciente preocupación sobre la efectividad real de las iniciativas de sostenibilidad de las grandes marcas de moda.
Uno de los puntos clave mencionados en los informes de impacto ambiental de Lululemon es el apremiante objetivo de que el «75% de sus telas estén hechas de materiales preferidos». Sin embargo, según Gyani, este objetivo aún está lejos de ser alcanzado, lo que sugiere que la empresa necesita acelerar sus esfuerzos en este ámbito. Además, las emisiones de gases de efecto invernadero de alcance 3 de Lululemon han disminuido un 7%, pero el informe de la marca también indica que este objetivo de reducción “necesita acelerarse”. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos define las emisiones de alcance 3 como aquellas que surgen de actividades que no son de propiedad ni están controladas por la organización informante, aunque la organización afecta indirectamente estas emisiones a través de su cadena de valor.
El portavoz de Lululemon respondió a las acusaciones señalando que, si bien la compañía ha logrado reducir en un 60% sus emisiones de gases de efecto invernadero en sus instalaciones propias y operadas, está consciente de que la mayor parte de su impacto climático proviene de las emisiones generadas por su cadena de suministro más amplia. «Estamos tomando medidas directas y nos comprometemos a colaborar con los socios de la industria para ayudar a abordar los impactos de la cadena de suministro en el cambio climático», dijo el portavoz. «Damos la bienvenida al diálogo y seguimos centrados en impulsar el progreso. Este trabajo está lejos de estar completo», agregó, reflejando una disposición a mejorar y una conciencia de los desafíos que enfrenta la industria en términos de sostenibilidad.
Además, el portavoz rechazó la idea de que «Be Planet» sea simplemente una campaña de marketing. En cambio, describió la iniciativa como un componente fundamental de su estrategia de impacto, que incluye una visión, objetivos y metas claras que guían las acciones e inversiones de la empresa en sostenibilidad. Esto incluye objetivos climáticos ambiciosos para 2030, así como un compromiso de cero emisiones netas para 2050, ambos de los cuales han sido validados externamente por la Iniciativa de Objetivos Basados en la Ciencia (SBTi). La SBTi se dedica a ayudar a las empresas a establecer y validar sus objetivos de reducción de emisiones, lo que brinda una mayor credibilidad a los compromisos de sostenibilidad de Lululemon.
La demanda de Gyani refleja un importante debate en la industria de la moda sobre la genuinidad de los esfuerzos en sostenibilidad y la necesidad de una acción más efectiva frente al cambio climático. Cada vez más consumidores están buscando transparencia y responsabilidad corporativa en cómo las marcas gestionan su impacto ambiental. La presión pública por una mayor sostenibilidad continúa creciendo, y las marcas como Lululemon se enfrentan al desafío de demostrar que sus iniciativas no son meras campañas promocionales, sino esfuerzos genuinos para abordar los problemas climáticos que enfrenta el planeta.
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La situación se desarrolla en un contexto en el que las empresas de moda son cada vez más vigiladas por sus prácticas medioambientales y sociales. Los consumidores son más conscientes de la crisis climática y están demandando cambios significativos y responsables de parte de las marcas. Mientras tanto, la presión legal y las expectativas cambiantes de los consumidores podrían impulsar a más marcas a ser más transparentes y proactivas en sus esfuerzos por ser sostenibles y responsables socialmente.
