La industria de la moda en España atraviesa un momento preocupante marcado por una disminución del empleo, una tendencia que se ha acentuado en marzo con una caída del 2,2% interanual en el número de afiliados, lo que equivale a una pérdida de 2,907 empleos en comparación con el mismo mes del año anterior. Esta tendencia a la baja se consolidó en un contexto donde, por primera vez en el año 2025, la industria también sufrió un descenso en términos intermensuales, con una reducción del 0,2% en su plantilla respecto a febrero. Este panorama sugiere que el sector enfrenta retos significativos que pueden verse influenciados no solo por cambios en el comportamiento del consumidor, sino también por dinámicas económicas más amplias y posiblemente por la continuidad de un proceso de ajuste tras el impacto residual de la pandemia en las cadenas de suministro y en el consumo de moda.
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El desempeño del sector en lo que va de año refleja una caída continua desde enero, cuando se registró un descenso del 2,7%, seguido por un 2,5% en febrero. Ahora, con la cifra negativa de marzo, el total de trabajadores en la industria de la moda se sitúa en 127,765, lo que indica una clara tendencia de contracción que aún no muestra señales de reversión. A pesar de que la mayoría de los empleados se encuentran bajo el régimen general, una parte significativa de la fuerza laboral, concretamente 21,506, trabaja como autónomos, lo que implica que la industria se sostiene en una diversidad de modalidades laborales que pueden ser afectadas de manera diferente por las condiciones del mercado.
La caída del empleo en marzo es alarmante no solo por su magnitud, sino también por su contexto. La industria del cuero y calzado ha sido la más afectada, registrando un descenso de 4% interanual, lo que representa un retroceso notable en un segmento que ya enfrenta desafíos estructurales. Con solo 38,264 trabajadores, de los cuales 34,380 están bajo el régimen general, este sector se encuentra en una posición crítica. Las dificultades pueden relacionarse con cambios en las tendencias de consumo, donde los consumidores están cada vez más interesados en alternativas sostenibles y éticas, cosas que el calzado y la industria del cuero podrían necesitar adaptar de manera más efectiva para retener la atención del consumidor moderno. Mientras tanto, la industria textil presenta una mayor resistencia con 45,214 empleados, lo que representa la cifra más alta en el sector; no obstante, su caída del 0,6% indica que las presiones con las que lidian son universales y que no escapan a la crisis generalizada.
La confección es un segmento que ha sido tradicionalmente robusto, con la mayor cantidad de autónomos, alcanzando los 11,803 trabajadores, y reflejando una clara dependencia de este modelo de trabajo en lugar de un enfoque más institucionalizado y resistente. En términos interanuales, la confección ha visto una caída del 2,2%, con una cifra total de 44,287 afiliados, lo que expresa una realidad donde, incluso al tratarse de un sector de mayor número de autonomías, las pérdidas se traducen en un verdadero desafío para la industria en su conjunto. Sin embargo, un rayo de esperanza se ha manifestado en que, en comparación con febrero de este año, tanto la industria textil como la de confección han experimentado ligeras subidas en su plantilla, de 0,7% y 0,5% respectivamente, lo que puede sugerir un leve interés renovado hacia estos sectores a medida que se avanza hacia la temporada de primavera-verano, donde, tradicionalmente, el consumo de moda podría incrementarse.
A pesar de que ciertos segmentos han mostrado señales de ligera mejora desde el mes anterior, este crecimiento parece muy frágil en comparación con el contexto general del mercado laboral en España, donde el número de afiliados ha aumentado globalmente, alcanzando los 20,2 millones de personas, apenas por encima del total de febrero, pero aún muy por debajo de los 21 millones registrados en enero. Este contraste resalta una falta de alineación entre el desempeño de la industria de la moda y la mejora del mercado laboral más amplio, lo que podría atribuirse a la naturaleza de este sector en particular, que se caracteriza por su sensibilidad a los cambios en la economía en general y las fluctuaciones en el poder adquisitivo de los consumidores.
Las cifras de empleo en la industria de la moda tienen múltiples implicaciones que van más allá del mero éxito o fracaso de las empresas dentro de este sector. La moda no solo influye en la economía como un sector de empleo significativo, sino que también es un reflejo de tendencias sociales más amplias y la capacidad de la economía para adaptarse a nuevos desafíos. El cambio en el empleo en la moda puede verse afectado por factores como cambios en los hábitos de consumo hacia más sostenibilidad, la demanda de transparencia en la producción y operaciones más responsables. La industria de la moda, con su enfoque en la producción rápida y la disponibilidad casi constante de nuevos productos, enfrenta un momento de reflexión donde necesitará reevaluar su modelo de negocio y su relación con los trabajadores, especialmente aquellos que operan como autónomos.
Los autónomos, que representan una parte significativa de la fuerza laboral en el ámbito de la confección, se encuentran en una situación particularmente vulnerable. Con condiciones de trabajo a menudo menos estables y una falta de protección social adecuada, los trabajadores autónomos en la moda necesitan tener acceso a recursos que les permitan desarrollar sus negocios de manera sostenible. Esto también plantea la necesidad de que las asociaciones y organizaciones dentro del sector aborden la cuestión de los derechos laborales y protecciones para los trabajadores, buscando crear un entorno donde no solo se protejan sus intereses, sino que también se promueva su bienestar general en un contexto donde la viabilidad económica de sus operaciones individuales puede ser cuestionada constantemente por las dinámicas del mercado.
Este panorama de empleo refleja un sector que no solo se enfrenta a pérdidas, sino que también muestra signos de estar en un carácter de transformación significativa, lo que puede llevar a un ajuste más amplio con respecto a cómo se genera y se distribuye el trabajo dentro de la industria de la moda. Con la creciente presión hacia la sostenibilidad y la responsabilidad social, la moda se encuentra en una encrucijada donde debe decidir entre seguir operando bajo modelos tradicionales o adaptarse a las nuevas realidades del mercado. Adaptaciones como la integración de prácticas más sostenibles, así como la consideración de cómo garantizar condiciones laborales adecuadas para todos los trabajadores, incluidos los autónomos, serán esenciales para la revitalización del sector.
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El alquiler de empleo en la industria de la moda en marzo es un claro indicador de que el sector está enfrentando serias dificultades en su evolución y que es fundamental un análisis continuo de las condiciones del mercado. La caída en el empleo, tanto en términos interanuales como intermensuales, es un llamado de atención sobre la necesidad de revisar las estrategias y operaciones dentro de esta industria tan dinámica. Las cifras, que muestran una clara tendencia de disminución, deben llevar a todos los actores involucrados, desde las empresas hasta los trabajadores y autoridades, a enfrentar la realidad del cambio que se requiere. La industria de la moda puede ser capaz de reinventarse y adaptarse a estas nuevas realidades, pero esto solo puede lograrse a través de un esfuerzo conjunto y una visión compartida hacia un futuro más prometedor, inclusivo y sostenible.