El año 2024 ha sido otro periodo complicado para el sector de la moda, que ha enfrentado numerosos desafíos en sus cadenas de suministro, desde la escalada de ataques en el Mar Rojo hasta las amenazas de huelga en los puertos de Estados Unidos a raíz de la temporada navideña. La preocupación en la industria comenzó con los ataques a buques en el Mar Rojo tras el estallido del conflicto entre Israel y Hamás, lo que obligó a las empresas navieras a desviar sus rutas, aumentando drásticamente los costos y los tiempos de entrega. El desvío hacia el Cabo de Buena Esperanza, una opción necesaria para mantener la seguridad de los envíos, añade entre 10 y 15 días al tiempo de transporte, complicando aún más la ya frágil cadena de suministro, que se ha visto limitada en su capacidad para satisfacer la demanda del mercado.
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La incertidumbre provocada por estos eventos ha llevado a muchas empresas del sector de la moda a anticipar sus pedidos y recurrir al transporte aéreo para asegurar entregas urgentes, aunque esta opción es significativamente más costosa. Según datos de Xeneta, en los primeros siete meses de 2024, la demanda de carga aérea experimentó un notable crecimiento del 12% en comparación con el año anterior, a medida que las compañías intentan adaptarse a nuevas realidades logísticas. Sin embargo, el transporte aéreo, aunque rápido, no es viable para todos los envíos debido a su elevado costo, lo que ha llevado a una inflación en los precios de los fletes aéreos y a un ajuste en los márgenes de las empresas de moda, que buscan resolver la presión sobre sus cadenas de aprovisionamiento.
A la crisis en el Mar Rojo se sumaron más problemas: la sequía en el Canal de Panamá, una ruta clave para el comercio global, que redujo drásticamente el tráfico de mercancías debido a restricciones impuestas por las autoridades. Entre enero y febrero de 2024, se registró una caída del 30% en el volumen de mercancías que cruzaron el canal, lo que afectó aún más la capacidad de suministro del sector moda. Además, un accidente en el Puerto de Baltimore, crucial para la costa este de Estados Unidos, también interrumpió el flujo de mercancías, reflejando cómo cada punto de la cadena de suministro puede tener repercusiones significativas en la industria.
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El año culminó con una posible huelga en los puertos de la costa este de EE. UU., donde el sindicato de estibadores ILA exigió un aumento salarial del 77% a sus empleadores. Aunque la huelga duró solo tres días, la amenaza de interrupciones laborales resaltó la fragilidad del sector, especialmente en un periodo crítico como la temporada navideña, donde se estimaban pérdidas multimillonarias por cada día de paro. Las negociaciones entre los sindicatos y la patronal continúan, con la American Apparel & Footwear Association instando a un acuerdo antes de la expiración del contrato actual. Además, una huelga prevista en los puertos de India, aunque finalmente desconvocada, subraya el clima de tensión laboral que afecta a las operaciones portuarias a nivel global. En resumen, el sector de la moda se encuentra en un momento de alta vulnerabilidad, donde cada crisis resalta la interconexión de las cadenas de suministro y la importancia de la estabilidad en los flujos comerciales.