La reciente salida de François Pinault del ránking de las 100 personas más ricas del mundo según el índice de Bloomberg marca un hito significativo en su trayectoria empresarial. A sus 88 años, el fundador de Kering ha visto como su riqueza se ha reducido drásticamente, descendiendo al puesto 105, un cambio notable que refleja no solo un declive personal, sino también los desafíos más amplios que enfrenta la industria del lujo. Este es el primer momento en el que Pinault, cuyo nombre ha estado entre los más prominentes de la lista durante más de una década, se encuentra fuera de la élite de los multimillonarios. Su fortuna se ha visto mermada en un impresionante dos tercios, cayendo a 20.300 millones de dólares desde el pico de 2021, cuando ocupaba el puesto 22. Este descenso resalta una tendencia preocupante dentro del conglomerado, ya que la dependencia de Kering de Gucci, una de sus principales marcas, ha expuesto a la empresa a los altibajos de la moda, particularmente en un entorno de mercado desafiante.
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El contexto en el que ocurre esta caída es fundamental. Kering, que ha sido dirigido por el hijo de Pinault, François-Henri Pinault, durante casi 20 años, enfrenta una contracción global en el sector del lujo, que ha sido gravemente afectado por la disminución de la demanda, especialmente en China. La capacidad de Kering para rendir en un entorno en el que sus acciones han caído casi un 50% en el último año sugiere que la empresa está en un punto crítico. La familia Pinault aún retiene una participación significativa en la compañía, con un 42% de las acciones y el 59% de los derechos de voto, lo que denota que, a pesar de la caída en su posición en el ranking, el control sobre la empresa sigue siendo fuerte. Sin embargo, esta participación puede ser vista bajo un prisma diferente si la situación económica y de la marca no mejora pronto.
El caso de Kering no es único; refleja un fenómeno más amplio en el sector del lujo, donde otros grandes jugadores como Bernard Arnault de LVMH y Françoise Bettencourt Meyers de L’Oréal también han visto caer sus posiciones en el ranking. Esto indica que la dificultad en el mercado no discrimina entre los jugadores más grandes, evidenciando que las marcas de lujo están enfrentando una tormenta perfecta de factores que van desde cambios en el comportamiento del consumidor hasta turbulencias económicas globales. La reciente reducción del negocio de Kering, con una caída del 12% en la facturación hasta septiembre de este año, proporciona un claro indicador del desafío que la compañía necesita superar.
Además, el nombramiento de nuevos consejeros delegados para marcas clave como Saint Laurent y Balenciaga puede ser visto como un intento por revitalizar la oferta de Kering y adaptarse a un entorno cambiante. Sin embargo, la empresa ha tenido que recurrir a la emisión de bonos por valor de 750 millones de euros para mantenerse a flote, lo que pone de manifiesto la urgencia de esta situación financiera. Las previsiones que sugieren una desaceleración más prolongada de lo esperada subrayan aún más la naturaleza crítica de la etapa en la que se encuentra Kering, lo que sugiere que la recuperación podría no ser inminente.
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En conjunto, la situación de François Pinault y Kering no solo es un reflejo del estado de la riqueza personal, sino que también ilustra las difíciles realidades que enfrentan incluso los gigantes del lujo en un mundo en constante cambio. Las incertidumbres económicas y los retos del mercado no solo afectan a las cifras del ranking mundial, sino que también plantean preguntas sobre la resiliencia y la dirección futura de estas icónicas marcas. Mientras tanto, François Pinault, un pilar histórico en la moda, enfrenta un nuevo capítulo que desafía su legado.