En julio de 2024, Bangladesh fue escenario de una revuelta estudiantil masiva que culminó con la destitución de la primera ministra Sheik Hasina Wazed, quien llevaba dos décadas en el poder. Las protestas comenzaron por un sistema de cuotas en el acceso al empleo público que favorecía a los descendientes de los combatientes de la guerra de liberación del país, generando un descontento generalizado entre la población. Las manifestaciones se extendieron rápidamente y se tornaron violentas hacia finales de julio, llevando a un estado de emergencia, cortes en las telecomunicaciones y la brutal represión policial. El impacto de estas protestas se sintió de inmediato en la industria textil, que es vital para la economía bengalí, con la Bangladesh Garment Manufacturers and Exporters Association estimando pérdidas de 150 millones de dólares diarios durante los bloqueos.
Vea también: Elliott Hill: urgencia y renovación en Nike
A raíz del conflicto, el Tribunal Supremo de Bangladesh anuló el sistema de cuotas, pero las protestas continuaron, evolucionando hacia demandas de dimisión de Hasina. En agosto, tras un día de intensos enfrentamientos y protestas, Hasina huyó del país y el premio Nobel Muhammad Yunus asumió el mando de un gobierno interino. Yunus, conocido por su labor en microcréditos, había intentado entrar en la política anteriormente y ahora se encontró liderando un país dividido y con una economía que, a pesar de haber florecido en el sector textil, seguía sufriendo las secuelas de la pandemia y la inflación elevada.
Con la llegada de Yunus al poder, surgieron nuevas demandas laborales, incluyendo exigencias de aumento salarial y recuperación de puestos de trabajo perdidos debido a las protestas. Sin embargo, el regreso a la normalidad se complicó por el inicio de las lluvias monzónicas, que obstaculizaron el transporte y la logística, contribuyendo a una acumulación de mercancías en los puertos. Estos factores llevaron a las empresas de moda a recurrir al transporte aéreo para asegurar sus envíos, lo que disparó los costos de flete aéreo, alcanzando un aumento del 163% interanual en agosto, el más alto en dos años y medio.
Vea también: L’Oréal fortalece su portfolio con la adquisición de Dr.G
A medida que las protestas comenzaron a estabilizarse, la industria de la moda continuó enfrentando consecuencias difíciles. A pesar de un leve crecimiento en las exportaciones de ropa bengalíes que alcanzaron 38.000 millones de dólares en 2023, la proporción de exportaciones disminuyó ligeramente en relación con el total. Esto, junto con la inestabilidad en Bangladesh, llevó a los importadores a reconsiderar sus cadenas de suministro, lo que benefició a otros países como India. Esto puede señalar un reajuste estratégico en la industria de la moda, que busca diversificar sus fuentes de producción y mitigar el impacto de futuras crisis en la región, lo que refleja la fragilidad de la cadena de suministro textil global y la necesidad de adaptarse a un entorno cambiante.