La marca deportiva Nike, conocida mundialmente por su innovación y liderazgo en el mercado, enfrenta una de las crisis más significativas de su historia, los nuevos aranceles impuestos por el gobierno de Estados Unidos han golpeado duramente a la empresa, que ya venía arrastrando problemas de competitividad y una caída en sus acciones.
El presidente Donald Trump anunció recientemente un paquete de aranceles que afecta directamente a las importaciones provenientes de Asia, donde Nike produce el 95% de su calzado. Vietnam, Indonesia y China, los principales centros de fabricación de la marca, enfrentan tarifas de hasta un 46%, lo que ha incrementado significativamente los costos operativos de la empresa.
Las acciones de Nike han caído un 14% tras el anuncio de los aranceles, y los analistas estiman que los beneficios por acción podrían reducirse en 1,69 dólares este año. Este golpe financiero se suma a una caída acumulada del 70% desde los máximos históricos alcanzados en 2021, lo que refleja la gravedad de la situación.
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La dependencia extrema de Nike de Asia para la fabricación de sus productos ha dejado a la empresa sin alternativas viables para eludir los nuevos costos. Relocalizar la producción a otros países es una solución que requiere años, no meses, y los márgenes de ganancia ya están bajo presión.
Nike tiene pocas opciones para enfrentar esta crisis. Entre las estrategias consideradas están el aumento de precios, la negociación con proveedores para compartir los costos adicionales, y la aceleración de la automatización para reducir la dependencia de la mano de obra intensiva. Sin embargo, estas medidas podrían no ser suficientes para mantener la competitividad de la marca.
Mientras Nike lucha por adaptarse, marcas como Adidas han demostrado una ventaja estratégica al contar con una fuerte presencia productiva en Europa, lo que les permite reducir su exposición a los aranceles. Esta diferencia podría intensificar la competencia entre ambas empresas.
Los inversores han castigado duramente a Nike y otras empresas del sector que dependen de la fabricación asiática. En un solo día, las acciones de competidores como Puma y Skechers también sufrieron caídas significativas, reflejando la incertidumbre en el mercado.
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La crisis actual plantea preguntas sobre el futuro de Nike como líder en la industria deportiva. La empresa deberá demostrar su capacidad para adaptarse a un entorno económico cambiante y recuperar la confianza de los inversores y consumidores.
Nike está atrapada en una tormenta perfecta que combina problemas estructurales, competencia creciente y políticas comerciales adversas. Aunque la situación es crítica, la marca tiene la oportunidad de reinventarse y fortalecer su posición en el mercado global. Solo el tiempo dirá si Nike logra superar este desafío y mantener su legado como líder en innovación y estilo.