La startup que ofrece mascotas fluorescentes gracias a la edición genética avanzada
La nueva empresa de la biohacker Josie Zayner, Los Angeles Project, está creando una nueva generación de perros, gatos y conejos. Quizá nos traigan unicornios, pero tendremos que esperar. Los humanos llevan miles de años criando perros y gatos de forma selectiva para tener «las mascotas perfectas». La startup Los Angeles Project pretende acelerar ese proceso con ingeniería genética para crear conejos que brillen en la oscuridad, perros y gatos hipoalergénicos y, en un futuro, unicornios de verdad.
Los Angeles Project es una idea original de la biohacker Josie Zayner, que en 2017 se inyectó la herramienta de edición genética CRISPR durante una conferencia en San Francisco y lo transmitió en vivo: «Quiero ayudar a los humanos a modificarse genéticamente». También se practicó a sí misma un trasplante fecal y una vacuna covid DIY (hazlo tú mismo). Zayner es fundadora y directora ejecutiva de la empresa The Odin, que vende kits caseros de ingeniería genética.
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Su propuesta actual es crear la próxima generación de mascotas: «Como especie humana, tenemos la obligación moral de mejorar a los animales». Cofundada con la empresaria de biotecnología Cathy Tie, antigua becaria del CEO de PayPal Peter Thiel, Los Angeles Project pretende crear animales «más complejos, interesantes, bellos y únicos». El nombre de la empresa, con sede en Austin, es un guiño a otro proyecto controversial: el Proyecto Manhattan, que desarrolló la primera bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial.
Conejos brillantes y fluorescentes
Durante el último año, Los Angeles Project ha operado sigilosamente mientras su equipo de cinco personas experimentaba con embriones de ranas, peces, hámsters y conejos. Han utilizado CRISPR para eliminar genes e insertar otros nuevos; también probaron una técnica menos conocida: la integración mediada por enzimas de restricción o REMI, con la cual integran un nuevo ADN en los embriones. Estas modificaciones en el embrión cambian la composición genética del animal resultante.
En su laboratorio, el uso de CRISPR sirve para añadir un gen a embriones de conejo de modo que produzcan proteína verde fluorescente (GFP). El objetivo, según Zayner, es transferir los embriones modificados a conejas hembras esta semana. Si todo va bien, la empresa tendrá conejitos brillantes en un mes. Los conejos tienen un período de gestación de solo 31 a 33 días.
No serán los primeros animales fluorescentes. Los científicos suelen utilizar la GFP para monitorear la actividad de los genes o los procesos celulares de un organismo, a menudo para estudiar enfermedades. Actualmente, se han producido roedores, monos, perros, gatos y conejos fluorescentes, pero ninguno de ellos con fines comerciales. El ideal de Los Angeles Project es diseñar conejitos luminosos y otro tipo de animales para venderlos a los consumidores: «El sector de los animales de compañía es enorme y está totalmente infravalorado», explica Zayner.
Los peces modificados genéticamente para tener la proteína GFP se venden en tiendas de animales de todo el país. Se llaman GloFish y se crearon con una técnica llamada «tecnología de ADN recombinante». Yorktown Technologies, la empresa que desarrolló los peces, vendió la marca por 50 millones de dólares en 2017.
Comprender los genes y crear unicornios
La startup de Zayner y Tie comenzó con la edición de GFP porque es relativamente simple. También es observable en embriones cuando se exponen a luz azul o ultravioleta, lo que demuestra que la edición de genes funcionó. Después de los lagomorfos fluorescentes, la empresa tiene en mente fabricar gatos que carezcan de la proteína Fel d1, el principal alérgeno que producen los felinos domésticos. Más adelante, quieren producir dragones y unicornios; para lograr esas creaciones más ambiciosas se necesitará de una edición más compleja.
«A medida que avancemos, nuestro objetivo será estudiar genes simultáneamente, comprender realmente los múltiples genes que contribuyen a un rasgo complejo y luego poder transferir esos cambios de una especie a otra», declara Tie. La empresa eGenesis ha fabricado cerdos con 69 genes modificados para que sus órganos sean más compatibles con los trasplantes humanos.
«Estoy muy interesada en el unicornio», imagina Tie. Se trata de un objetivo ambicioso que requeriría comprender la genética del cuerno retorcido y averiguar cómo transferirla primero a un animal pequeño antes de convertirla en un caballo. «Las grandes ideas requieren de tiempo. Hay que evolucionar para satisfacer las necesidades del mercado, pero también comprender realmente la visión a largo plazo de la tecnología que se está construyendo».
La Ley de Murphy aplicada a la genética
CRISPR puede causar modificaciones no deseadas, que podrían provocar cáncer y otros problemas de salud en un animal. Además, nadie sabe realmente cuántas ediciones pueden hacerse en el genoma de un animal sin causar daños.
«No queremos dañar a los animales», defiende Tie. Tanto ella como Zayner afirman que se toman muy en serio el trato a los animales; no han matado a ninguna mascota en sus experimentos, tampoco tienen previsto hacerlo. La compañía crea los embriones mezclando óvulos y esperma procedentes de ovarios y testículos que obtienen de veterinarios y un carnicero local.
GloFish ofrece un cuento con moraleja. En Brasil, los peces fluorescentes se han escapado de las piscifactorías y se multiplican en los arroyos de la Mata Atlántica, suscitando preocupación sobre si suponen una amenaza para las especies endémicas. Zayner subraya que los animales comercializados estarán esterilizados para que no puedan reproducirse y transmitir los cambios genéticos a su descendencia.
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La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) ya tiene conocimiento de la empresa, pero no está claro cómo y si regularán los proyectos genéticos. En 2003, la FDA determinó que la venta de GloFish transgénicos no estaba sujeta a regulación, basándose en pruebas de que los peces no suponen un riesgo para la salud pública o el medio ambiente.
Sin duda, la nueva empresa de Zayner pondrá a prueba los límites de la regulación de la edición genética, como lo hizo en un pasado con sus kits de ingeniería genética y la autoexperimentación. No obstante, Los Angeles Project también puede suscitar un debate social muy necesario sobre lo que los seres humanos pueden, y deben, hacer con la ingeniería genética. «Lo loco es que esta tecnología está muy avanzada y nadie hace un carajo con ella. Ese es nuestro lema: hagamos cosas con ella», concluye Zayner.