El misterio de la salud felina: Avances y desafíos en la medicina veterinaria
Un problema poco estudiado en los gatos
En Estados Unidos, uno de cada tres hogares tiene un gato como mascota. Sin embargo, la salud felina sigue siendo un campo lleno de incógnitas, incluso para los expertos. Cuando nuestra gata, Olive, enfermó gravemente el año pasado, nos enfrentamos a la falta de respuestas sobre su condición.
Al notar que estaba más reservada de lo normal, decidimos llevarla al veterinario. Para nuestra sorpresa, el diagnóstico fue alarmante: tenía una anemia severa con un nivel de células sanguíneas “incompatible con la vida”. Lo que siguió fueron múltiples visitas a la UCI veterinaria, numerosas transfusiones y pocas explicaciones sobre la causa de su deterioro.
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Medicina veterinaria: una ciencia aún en evolución
Aunque la medicina veterinaria ha avanzado significativamente en las últimas décadas, el enfoque en la salud felina sigue siendo limitado en comparación con la canina. Según Elinor Karlsson, genetista de la Facultad de Medicina Chan de la UMass y del Instituto Broad, “los gatos seguirán siendo una caja negra a menos que se invierta más en investigación”.
Tradicionalmente, muchos veterinarios han tratado a los gatos como perros pequeños, extrapolando tratamientos y pruebas desarrolladas para caninos. Sin embargo, esta práctica ha demostrado ser ineficaz, ya que los gatos metabolizan los medicamentos de manera diferente y algunos fármacos comunes para perros pueden resultar tóxicos en felinos.
Karen Perry, cirujana ortopédica veterinaria de la Universidad Estatal de Míchigan, señala que “todavía se considera un área de nicho dentro de la medicina veterinaria”. La anatomía felina, por ejemplo, ha sido menos estudiada, y en las facultades de veterinaria, los materiales de estudio suelen centrarse en los perros.
La invisibilidad de los síntomas en los gatos
Uno de los mayores desafíos en la salud felina es la dificultad para detectar enfermedades. Los gatos son expertos en ocultar síntomas, lo que retrasa los diagnósticos. Mientras que un perro con artritis podría cojear visiblemente, un gato con la misma condición puede simplemente evitar saltar a su lugar favorito.
El caso de Olive es un claro ejemplo de este problema. Parecía haber estado enfermando en silencio durante semanas sin mostrar signos evidentes hasta que su estado se volvió crítico.
Falta de datos y tratamientos limitados
Después de múltiples análisis, los veterinarios concluyeron que el sistema inmunológico de Olive destruía sus glóbulos rojos, pero no lograron identificar la causa ni un tratamiento efectivo. Como último recurso, sugirieron una esplenectomía, una cirugía para extirpar el bazo, un procedimiento utilizado en humanos pero con poca evidencia en gatos.
Bruce Kornreich, director del Centro de Salud Felina de Cornell, afirma que la escasez de datos en medicina felina sigue siendo un obstáculo. “No es razonable asumir que lo que funciona en un perro funcionará en un gato”, explica.
Avances y nuevas investigaciones
A pesar de los desafíos, hay señales de progreso. Algunas universidades están invirtiendo en investigaciones sobre la salud felina, y los científicos están explorando factores genéticos y ambientales que afectan a los gatos.
Un ejemplo es el proyecto Darwin’s Cats, dirigido por Karlsson, que busca comprender mejor la genética y el comportamiento de los gatos. Uno de los avances recientes en esta área es la posibilidad de secuenciar ADN felino a partir de hebras de pelo en lugar de muestras de saliva, facilitando la recolección de datos.
Una segunda oportunidad para encontrar respuestas
Tras la muerte de Olive, decidimos inscribir a su hermana Juniper en Darwin’s Cats para contribuir a la investigación. Además, enviamos una muestra de pelo de Olive, que habíamos guardado sin saber que podría ser útil en el futuro.
Aunque el pelaje de Olive podría no aportar información relevante, la esperanza es que la investigación continúe avanzando y ayude a responder muchas de las preguntas que aún rodean la salud felina.
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La medicina felina está en proceso de evolución, pero aún queda un largo camino por recorrer. Con una mayor inversión en investigación y un cambio de paradigma en la medicina veterinaria, los gatos podrán recibir una atención más precisa y basada en evidencia, asegurando su bienestar y calidad de vida.