El debate legal poco conocido de tener murciélagos como mascotas en España
En el mundo de las mascotas exóticas, pocas criaturas despiertan tanta fascinación y controversia como los murciélagos. Aunque pueda parecer una idea extraña para la mayoría, tener uno de estos mamíferos voladores como animal de compañía en España no solo es legal bajo ciertas condiciones, sino que también está ganando una pequeña, pero creciente, popularidad. Sin embargo, esta posibilidad plantea una serie de interrogantes sobre su legalidad, bienestar animal, implicaciones éticas y las complejidades de su mantenimiento en cautividad.
Un día para valorar su importancia ecológica
Cada año, el tercer sábado de abril se celebra el Día Internacional de Apreciación de los Murciélagos, una iniciativa promovida por la organización Bat Conservation International. Esta jornada busca destacar el rol fundamental que desempeñan los murciélagos en los ecosistemas: son polinizadores, controladores naturales de plagas e indicadores de la salud ambiental. A pesar de su mala fama en la cultura popular, estos animales son esenciales para el equilibrio ecológico global.
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En este contexto, cobra especial relevancia la discusión sobre la tenencia de murciélagos como mascotas. En España, esta práctica es poco común y sigue siendo un fenómeno rodeado de desinformación, aunque jurídicamente es viable en ciertos casos.
¿Es legal tener un murciélago en casa?
La respuesta breve es sí, pero con matices importantes. Según explica David Morales, presidente de la Asociación de Vuelo Libre La Tercia, lo esencial es la documentación. Si el murciélago pertenece a una especie protegida por el Convenio CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), debe proceder de padres criados en cautividad y contar con certificados que lo acrediten. Si no se encuentra listado por CITES, su tenencia sigue siendo legal, pero es obligatorio identificarlo con un microchip y demostrar su origen mediante una factura o contrato de cesión.
Además, quienes dispongan de un núcleo zoológico autorizado pueden mantener este tipo de animales sin más restricciones adicionales. Esto ha dado lugar a un pequeño circuito legal de importación y mantenimiento, principalmente entre criadores especializados y particulares con experiencia en fauna exótica.
Aunque la tenencia de murciélagos como mascotas sigue siendo marginal en comparación con otros animales exóticos, existe un interés real por parte de algunos aficionados. José María, técnico en mantenimiento biológico de Mascotas Algama —una tienda gaditana especializada en especies poco convencionales—, comenta que las especies más solicitadas son el zorro volador africano (Eidolon helvum) y el murciélago de Gambia (Epomophorus gambianus). Ambas son frugívoras, es decir, se alimentan principalmente de fruta, y poseen un carácter que facilita su convivencia en entornos controlados.
El zorro volador africano destaca por su tamaño moderado y temperamento dócil, lo que lo convierte en una opción más viable para particulares. Por el contrario, el murciélago de Gambia tiende a ser más esquivo y reservado, lo que requiere un enfoque más cuidadoso en su manejo.
Es importante señalar que algunas especies anteriormente comunes en el comercio, como el murciélago frugívoro egipcio (Rousettus aegyptiacus), están actualmente catalogadas como invasoras en España, lo que ha provocado su prohibición.
Contrario a lo que algunos puedan suponer, tener un murciélago no se limita a adquirir una jaula exótica. Su mantenimiento adecuado requiere recrear un entorno que imite lo más fielmente posible sus condiciones naturales. José María subraya que “es indispensable proporcionar un espacio amplio, ventilado, con zonas cálidas y múltiples elementos de trepa y descanso, como lianas o ramas suspendidas”. También deben instalarse comederos y bebederos en altura, adaptándose a su comportamiento arborícola.
Aunque estos animales pueden planear, rara vez vuelan en línea recta cuando están en cautividad, prefiriendo desplazarse trepando. Además, algunas especies alcanzan tamaños considerables; por ejemplo, el Acerodon jubatus, una especie del apéndice I del CITES, puede superar los 150 centímetros de envergadura, lo cual lo hace completamente inviable para su mantenimiento en hogares convencionales.
Rutas de importación y procedencia internacional
Pese a tratarse de un mercado limitado, España no está aislada del circuito de comercio legal de murciélagos exóticos. Según David Morales, muchas especies llegan desde países como Tailandia, donde las normativas sobre fauna silvestre son más flexibles. Estos animales suelen ser transportados vía Turquía, donde se realiza un proceso de legalización o “blanqueo” documental antes de entrar en el espacio europeo.
Australia también aparece ocasionalmente como país de origen, aunque su estricta política de conservación y exportación de fauna complica seriamente la salida legal de murciélagos. No obstante, algunos traficantes logran sortear estas limitaciones desviando los ejemplares hacia Asia antes de introducirlos en Europa.
El hecho de que algunos murciélagos puedan mantenerse legalmente no significa que sean adecuados como mascotas para cualquier persona. David Morales advierte que estos animales requieren amplios espacios y condiciones muy específicas, por lo que mantenerlos en áreas reducidas y sin elementos de enriquecimiento ambiental puede derivar en un grave deterioro de su salud física y mental.
Además, su fisiología especializada, hábitos nocturnos y comportamiento no domesticado demandan conocimientos avanzados en manejo de fauna exótica. En este sentido, cuidar de un murciélago exige el mismo compromiso y responsabilidad que mantener reptiles, aves tropicales o primates, donde un error en la alimentación o el entorno puede tener consecuencias irreversibles.
Dilemas éticos y conservación
Más allá de la legalidad, el debate sobre si es ético tener murciélagos como mascotas sigue abierto. Aunque algunos criadores aseguran garantizar el bienestar animal, otros expertos en conservación consideran que extraer individuos de su hábitat, incluso si son criados en cautividad, contribuye a una cultura de cosificación de la fauna silvestre.
Los murciélagos juegan un papel crucial en los ecosistemas, y promover su conservación debería ser una prioridad. Algunos argumentan que mantenerlos en centros de conservación, parques zoológicos con fines educativos o como parte de proyectos científicos es aceptable, pero su tenencia como mascotas personales puede transmitir un mensaje equivocado.
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Tener un murciélago como mascota en España es una posibilidad legal, aunque no exenta de retos y polémicas. Se requiere no solo cumplir con una normativa estricta, sino también disponer del espacio, los conocimientos y el compromiso necesarios para garantizar su bienestar. Su carácter nocturno, sus hábitos alimenticios específicos y su necesidad de entornos naturales complejos hacen que no sean adecuados para cualquier hogar.
La fascinación por lo exótico no debe anteponerse a la responsabilidad ética y ambiental. En tiempos donde la conservación de la biodiversidad es una prioridad global, la mejor forma de apreciar a los murciélagos podría no ser tenerlos en casa, sino proteger su hábitat y educar sobre su relevancia ecológica.