La situación económica en Estados Unidos ha mostrado señales de recuperación en algunos aspectos, especialmente en el crecimiento del índice de confianza de los consumidores, aunque este sigue siendo notablemente bajo en comparación con niveles anteriores de fortaleza económica. Esta disparidad es confirmada por indicadores como el índice de confianza elaborado por la Universidad de Michigan y las mediciones de The Conference Board, que reflejan una desafección general entre los consumidores a pesar de las estadísticas económicas positivas.
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Una de las principales razones detrás de estos sentimientos negativos radica en el «shock de remarcación» que muchos hogares han experimentado. Aunque la inflación ha comenzado a disminuir, el costo de bienes esenciales, como alimentos y vivienda, ha aumentado considerablemente en los últimos años. Los consumidores sienten este impacto de manera aguda al momento de pagar sus facturas, lo que provoca una sensación de que, a pesar de que la economía tiene indicadores de salud, su situación financiera es mucho más precaria. Las encuestas indican que los consumidores son conscientes de que la inflación está disminuyendo; de hecho, tanto las mediciones de expectativas de inflación de la Universidad de Michigan como las de la Reserva Federal de Nueva York reflejan que las expectativas de los consumidores sobre la inflación futura están lentamente mejorando. Sin embargo, esto no elimina la frustración causante de un entorno en el que los precios siguen siendo más altos que en la época anterior a la pandemia.
Joanne Hsu, directora de encuestas de consumidores de la Universidad de Michigan, señala que la percepción de los consumidores sobre el aumento de precios es crítica. Ella afirma que la economía personal de las familias está muy influenciada por el nivel actual de precios, lo cual genera frustración y descontento, aunque los salarios de algunos hayan aumentado incluso más rápido que los precios en ciertos sectores. Esta percepción desigual de los salarios y los precios es clave: los consumidores tienden a ver el aumento de su sueldo como un logro personal, mientras que los incrementos en los precios son percibidos como un ataque injusto a su capacidad de gasto.
La crisis del acceso a la vivienda también juega un papel crucial en la percepción negativa de la economía por parte de los consumidores. El costo de la vivienda ha aumentado considerablemente, dificultando a los potenciales compradores adquirir una casa. Esta situación es en parte resultado de las políticas monetarias implementadas por la Reserva Federal, que han incrementado las tasas de interés para controlar la inflación. Con tasas hipotecarias más altas, muchos consumidores se ven desalentados a entrar al mercado de vivienda, exacerbando la percepción de que la economía no está en un lugar saludable.
A pesar de estas preocupaciones, hay indicios de que los consumidores están dispuestos a seguir gastando. Aunque las tasas hipotecarias han aumentado, la Reserva Federal ha comenzado a reducir ligeramente estas tasas en un intento de mantener la actividad económica, lo que sugiere que la economía estadounidense es más resistente que la de otras naciones, como Alemania y China. Sin embargo, expertos como Greg McBride de Bankrate advierten que las tasas hipotecarias no volverán a los niveles mínimos de años anteriores, citando que la nueva normalidad podría establecer tasas entre el 5% y el 6%.
Además, el costo de la vivienda afecta de manera directa la psiquis económica de los hogares, ya que constituye el mayor gasto para las familias y es una vía fundamental para la generación de riqueza. Aunque el valor de los alquileres sí está incluido en los cálculos de inflación, tanto el costo de la vivienda como las tasas hipotecarias son críticos para entender el estado general de la economía desde la perspectiva del consumidor.
Por otro lado, la polarización política ha intensificado las percepciones económicas en el país. El optimismo en torno a la economía tiende a depender del partido político en el poder; los republicanos, cuando están en gobierno, suelen mostrar un alto nivel de confianza, mientras que los demócratas hacen lo mismo en administraciones lideradas por su partido. Sin embargo, esta diferencia ha alcanzado niveles extremos en la actualidad. Desde que Joe Biden asumió la presidencia, la confianza promedio de los demócratas en el índice de la Universidad de Michigan ha aumentado en un 15% en comparación con el periodo de Trump, mientras que la confianza entre los republicanos ha caído un notable 56%. Esta tensión se ha visto intensificada particularmente después de la perdida de Trump en las elecciones de 2020 y ha continuado con la creciente inflación.
Con el panorama electoral de 2024 a la vista, la economía se ha convertido en una de las principales preocupaciones para los votantes. Según una encuesta nacional de The New York Times/Siena College, un 27% de los encuestados considera la economía como el tema más importante al momento de decidir su voto. Además, un 4% ha priorizado específicamente la inflación y el costo de vida, superando a otras preocupaciones como la política exterior, los impuestos o el cambio climático.
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Aunque la economía de EE.UU. presenta aspectos positivos, como un crecimiento sólido y una reducción gradual de la inflación, la percepción de los consumidores a menudo está en desacuerdo con estas métricas. Esta discrepancia se debe a la persistencia de precios altos en bienes esenciales, el acceso complicado a la vivienda y una profunda polarización política que afecta la confianza de los votantes. Con las elecciones de 2024 acercándose, el estado de la economía se perfila como un tema central que podría influir significativamente en los resultados electorales.