El anuncio de nuevos aranceles del 25% que podría imponer Donald Trump a México y Canadá, en el contexto de preocupaciones sobre el tráfico de drogas y la migración ilegal, tiene implicaciones significativas para los consumidores estadounidenses y la economía en general. Este tipo de medidas no sólo afectan a los países que exportan productos a Estados Unidos, sino que también repercuten de manera directa en los precios que los estadounidenses pagan por una variedad de bienes de consumo. Con la creciente dependencia de Estados Unidos de las importaciones de estos dos países, el impacto de tales aranceles es particularmente relevante en sectores críticos como la agricultura, la industria automotriz, las bebidas alcohólicas y la energía.
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México y Canadá son proveedores clave de productos agrícolas, representando un mercado crucial para el suministro de alimentos en Estados Unidos. En el último año, el valor de las importaciones agrícolas de estos dos países alcanzó la asombrosa cifra de $86,000 millones. En este contexto, el imposition de aranceles podría provocar un incremento inmediato en el costo de estos productos alimenticios, afectando la canasta básica de los consumidores. Además, el cambio climático ha influido en la capacidad de Estados Unidos para producir ciertos cultivos, lo que ha intensificado su dependencia del suministro agrícola proveniente de México. Como resultado, es probable que los precios de frutas, verduras y otros productos frescos sufran un aumento considerable, afectando especialmente a los hogares de bajos ingresos que destinan una mayor proporción de sus ingresos a la alimentación.
Por otro lado, el sector automotriz también se vería afectado. Datos del Departamento de Comercio indican que en 2023 las importaciones de vehículos desde México alcanzaron aproximadamente $44,760 millones. Si se implementan los nuevos aranceles, es casi inevitable que los costos adicionales se trasladen a los consumidores estadounidenses, lo que resultará en un aumento en el precio de los automóviles nuevos y usados. Este efecto podría desincentivar la compra de vehículos y, por ende, afectar las ventas y la producción de las empresas automotrices, generando un efecto dominó en el mercado laboral relacionado con esta industria.
Asimismo, el mercado de bebidas alcohólicas también experimentaría un impacto notable. Actualmente, más del 80% de la cerveza y una gran parte del tequila que consumen los estadounidenses provienen de México, mientras que Canadá es un proveedor importante de licores. Los aranceles incrementarán los precios de estas bebidas populares, lo que podría llevar a una disminución en el consumo y a una mayor presión sobre las empresas de importación y distribución.
Finalmente, es importante considerar el impacto en el sector energético. Canadá es el principal exportador de petróleo crudo a Estados Unidos, con cifras récord alcanzando los 4.3 millones de barriles por día. Aumentar los aranceles al petróleo podría elevar el costo de la gasolina y el combustible para calefacción, lo que sin duda afectaría a los consumidores durante el invierno y aumentaría los costos operativos para muchas industrias.
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En respuesta a estas amenazas de aranceles, tanto México como Canadá han señalado que podrían implementar medidas equivalentes, lo que podría provocar una escalada de tensiones comerciales y un ciclo de alzas de precios. Las relaciones comerciales entre los tres países que conforman el Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) se verían comprometidas, y a largo plazo, podría perjudicar el compromiso de los socios comerciales hacia un comercio sostenible y productivo. Este ciclo de represalias podría llevar a un escenario de mayor inestabilidad económica no solo en el mercado norteamericano, sino también en la economía global, lo que es motivo de preocupación tanto para los consumidores como para los policymakers.