Las elecciones presidenciales en Estados Unidos, programadas para el 5 de noviembre de 2024, tienen la capacidad de redefinir no solo el futuro político del país, sino también de impactar significativamente en Latinoamérica. La competencia entre Donald Trump y Kamala Harris ha captado la atención mundial, especialmente por las implicaciones económicas y sociales que cada candidatura puede traer para la región. La elección se presenta ante un contexto donde la administración saliente de Joe Biden ha visto caer su aprobación, lo que ha llevado a Harris a asumir un papel estratégico como candidata del Partido Demócrata. Este escenario plantea dos alternativas opuestas: una continuación de políticas más inclusivas y de colaboración internacional, versus una vuelta a un enfoque más aislacionista y proteccionista de Trump.
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Las diferencias entre ambos candidatos son más evidentes en temas cruciales como comercio, migración y seguridad, áreas de vital importancia para los países latinoamericanos. Un retorno de Trump implicaría la implementación de estrategias para reducir el déficit comercial, incluida la introducción de aranceles altos sobre bienes importados, específicamente aquellos provenientes de México. Este tipo de políticas tiene el potencial de generar inestabilidad económica en la región, afectando no solo la capacidad de exportación, sino también la volatilidad de las monedas locales. Control Risks destaca que tales medidas podrían resultar en cambios bruscos en los tipos de cambio y una posible recesión en las economías que dependen fuertemente de sus exportaciones a Estados Unidos.
Por otro lado, una victoria de Harris simbolizaría una continuación de las políticas de Biden, que han priorizado la cooperación económica y la inversión en desarrollo social en Latinoamérica. La administración demócrata tiende a destacar la importancia de una relación bilateral más armoniosa, promoviendo el comercio justo y el respeto por los derechos humanos, lo que podría consolidar la estabilidad en la región. La política migratoria de Harris, que busca un enfoque más humanitario y comprensivo, también podría verse como un factor positivo para muchos países latinoamericanos que enfrentan altos niveles de emigración.
En el aspecto de la seguridad, las diferencias son igualmente marcadas. Trump ha adoptado un enfoque de «mano dura» hacia la migración, sugiriendo medidas extremas, lo cual podría desencadenar una mayor tensión en temas de seguridad en la frontera, pero también podría derivar en una disminución de la cooperación con países de Centroamérica en la lucha contra el tráfico de personas y las drogas. Harris, por el contrario, ha mostrado interés en abordar las causas fundamentales de la migración, lo que podría fomentar un diálogo más constructivo con los gobiernos de la región. La relación entre Estados Unidos y Latinoamérica se puede ver afectada enormemente dependiendo de quién asuma la presidencia, dado que las decisiones que se tomen afectarán no solo las relaciones bilaterales, sino también los niveles de inversión, la estabilidad económica y la seguridad regional.
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Así, las próximas elecciones en Estados Unidos son un punto de inflexión que podría redefinir la dinámica de comercio, migración y seguridad entre Estados Unidos y Latinoamérica. La posibilidad de que Trump regrese al poder implica un retorno a políticas más proteccionistas y un enfoque más marcado hacia la seguridad, mientras que la victoria de Harris podría abrir la puerta a una era de mayor cooperación y desarrollo en la región. La incertidumbre que rodea a estas elecciones refleja la delicada interconexión entre ambas regiones, donde cada decisión tomada en Washington repercutirá a lo largo y ancho de América Latina, moldeando el futuro de millones de personas en la región.