Uruguay otorga concesión de 50 años a puerto construido sin permisos previos
El gobierno de Uruguay ha otorgado una concesión por 50 años al puerto privado Buena Vista, ubicado cerca de Carmelo en el departamento de Colonia, pese a que fue construido sin los permisos correspondientes por inversores argentinos. Este puerto, destinado principalmente a yates y embarcaciones deportivas, pertenece al complejo hotelero y residencial Buena Vista, que es propiedad de empresarios argentinos reconocidos en el mundo de la moda y la hotelería.
La noticia de la concesión ha generado controversia, ya que se trata de una obra que fue ejecutada sin la previa autorización de las autoridades competentes. El Ministerio de Transporte y Obras Públicas (Mtop) emitió una resolución el 22 de agosto de 2024, destacando que las construcciones se realizaron sin cumplir con los requisitos legales establecidos, ocupando parte del álveo público del Río de la Plata.
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El desarrollo del puerto Buena Vista ha estado en el centro de la atención pública desde su anuncio en 2018 por el entonces director nacional de Hidrografía, Andrés Nieto. Durante ese periodo, la construcción fue cuestionada no solo por la falta de permisos, sino también por la preocupación de posibles riesgos relacionados con el control aduanero y de seguridad en la zona. A lo largo de los años, medios locales y nacionales, así como funcionarios de la Dirección Nacional de Aduanas (DNA), alertaron sobre la posible entrada de yates y embarcaciones argentinas sin los debidos controles.
Según declaraciones de funcionarios de Aduanas en 2018, las embarcaciones ingresaban sin supervisión alguna, lo que encendió alarmas en un contexto de investigaciones relacionadas con la «ruta del dinero K», vinculada al kirchnerismo en Argentina. Buena Vista y otros puertos privados de la zona, como Puerto Camacho, fueron señalados como puntos de entrada potencialmente vulnerables.
En respuesta a la situación, el actual director Nacional de Hidrografía, Marcos Paolini, subrayó que, aunque la construcción del puerto fue ilegal, las obras se realizaron durante la administración anterior. En este contexto, la principal preocupación del actual gobierno ha sido regularizar la situación, garantizando que la infraestructura cumpla con las normativas vigentes y opere bajo un marco legal claro. Paolini indicó que aún se está evaluando si se impondrán sanciones a la empresa Misticar, encargada del proyecto, y que dicha decisión dependerá de un análisis exhaustivo del expediente.
Esta postura ha generado opiniones divididas. Por un lado, algunos sostienen que la regularización es un paso necesario para asegurar el cumplimiento de las normas y permitir el desarrollo de infraestructura que pueda potenciar el turismo y la economía local. Por otro lado, hay quienes argumentan que permitir que un proyecto de esta magnitud continúe sin sanciones podría sentar un precedente peligroso en cuanto a la aplicación de la ley y el respeto a las regulaciones nacionales.
La concesión otorgada a Misticar no solo cubre la construcción y explotación del atracadero deportivo, sino también la prestación de servicios de amarre, suministro de energía eléctrica, agua potable y otros servicios conexos, exclusivamente para las embarcaciones vinculadas al complejo hotelero y residencial Buena Vista. La resolución del Mtop establece que el concesionario debe permitir y facilitar los controles de seguridad, aduaneros, sanitarios, ambientales y otros que las autoridades competentes consideren necesarios.
Además, se ha estipulado que en ningún caso la operativa del puerto podrá obstaculizar la navegación en el Río de la Plata. Este es un punto crucial, considerando las preocupaciones previas sobre la posible falta de control en la entrada y salida de embarcaciones en la región.
El caso del puerto Buena Vista no es el único que plantea desafíos en la gestión de infraestructuras privadas en Uruguay. Otros desarrollos similares en la región, como el mencionado Puerto Camacho, también han estado bajo escrutinio por cuestiones relacionadas con la legalidad y la seguridad. La administración de estas instalaciones requiere un equilibrio entre el fomento de la inversión privada y el respeto a las regulaciones que garantizan la seguridad y el orden público.
La concesión de 50 años otorgada al puerto Buena Vista marca un precedente en la forma en que el gobierno uruguayo maneja situaciones de irregularidades en proyectos de infraestructura privada. La decisión de regularizar en lugar de demoler o sancionar fuertemente refleja un enfoque pragmático, pero también pone en el foco la importancia de la supervisión y el cumplimiento de las normativas desde el inicio de cualquier proyecto.
La regularización del puerto Buena Vista podría tener un impacto positivo en la economía local, particularmente en el turismo y la hostelería de lujo. Al proporcionar un punto de acceso seguro y regulado para yates y embarcaciones deportivas, el puerto podría atraer a un segmento de turistas de alto poder adquisitivo, beneficiando a los negocios locales y aumentando la afluencia de visitantes a la región de Carmelo.
Por otro lado, la controversia en torno a su construcción y la falta inicial de permisos podría afectar la percepción pública sobre la transparencia y la legalidad en la gestión de proyectos de infraestructura en Uruguay. Es fundamental que las autoridades continúen monitoreando de cerca la operación del puerto y aseguren el cumplimiento de todas las normativas establecidas.
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El caso del puerto Buena Vista representa un desafío y una oportunidad para Uruguay. A medida que el país busca equilibrar el desarrollo económico con la protección de sus recursos naturales y el cumplimiento de sus leyes, la transparencia y la cooperación entre el sector público y privado serán clave para garantizar un crecimiento sostenible y respetuoso con las normativas vigentes.