El desempleo juvenil disminuye un 3% según datos recientes del INE
El desempleo entre los jóvenes de Uruguay ha registrado un descenso significativo, según el último Informe diferencial de mercado de trabajo del Instituto Nacional de Estadística (INE). Entre septiembre y octubre, la tasa de desempleo en el grupo etario de 14 a 24 años bajó del 26,7% al 23,7%, marcando una mejora destacable en un segmento históricamente vulnerable del mercado laboral. En la franja de 25 a 29 años, la reducción fue más leve, pasando del 11,8% al 11,4%.
Este cambio positivo en las cifras refleja avances importantes en la incorporación de jóvenes al mercado laboral, aunque también plantea desafíos relacionados con la calidad del empleo y la persistente brecha de género.
Un mercado laboral con tendencias mixtas
El informe también señala movimientos en las tasas generales de actividad, empleo y desempleo. La tasa de actividad, que mide la proporción de la población que trabaja o busca empleo, descendió ligeramente del 44,4% al 43,5%. Sin embargo, la tasa de empleo experimentó una mejora al pasar del 32,5% al 33,2%.
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Estas cifras indican que, aunque más personas abandonaron la búsqueda activa de empleo, quienes se mantuvieron activos encontraron mayores oportunidades laborales. Este comportamiento refleja una dinámica compleja en el mercado laboral, influenciada por factores económicos, sociales y demográficos.
Variaciones por grupos de edad
Los cambios en las tasas de desempleo no han sido uniformes entre las diferentes franjas etarias:
En el segmento de 30 a 34 años, el desempleo subió del 6,1% al 6,5%.
En el grupo de 35 a 44 años, bajó del 4,8% al 3,7%.
En la franja de 45 a 54 años, el desempleo pasó del 3,8% al 3,7%.
Entre las personas de 65 años y más, disminuyó del 2,8% al 2,7%.
La tasa se mantuvo estable en la población de 55 a 64 años, con un 3,1%.
Estas variaciones reflejan cómo factores como experiencia, estabilidad laboral y demandas específicas del mercado afectan de manera desigual a las distintas edades.
La brecha de género en el desempleo
El desempleo bajó tanto en hombres como en mujeres, aunque persisten disparidades significativas. En el caso de los hombres, la tasa de desempleo cayó del 7,0% al 6,2%. Para las mujeres, el descenso fue del 9,4% al 8,7%, una mejora notable, aunque la diferencia entre ambos grupos se amplió.
Además, las trabajadoras enfrentan mayores tasas de subempleo, alcanzando un 11,0%, frente al 6,9% registrado entre los hombres. Esta situación pone en evidencia los retos adicionales que enfrentan las mujeres en términos de calidad del empleo, reflejados también en la informalidad: un 20,9% de las mujeres activas no están registradas en la seguridad social, comparado con un 22,3% entre los hombres.
La mejora en el empleo juvenil puede atribuirse a varios factores:
Recuperación económica postpandemia: Con la reactivación de sectores clave como servicios y turismo, se generaron más oportunidades laborales para los jóvenes.
Iniciativas de formación y empleo: Programas gubernamentales y privados destinados a capacitar y conectar a jóvenes con empleadores han comenzado a dar frutos.
Flexibilidad laboral: Muchos jóvenes optan por trabajos a tiempo parcial o modalidades freelance, lo que facilita su ingreso al mercado laboral.
Sin embargo, estos avances también plantean interrogantes sobre la estabilidad y calidad de los empleos a los que acceden.
Aunque la reducción en el desempleo juvenil es alentadora, persisten desafíos importantes:
Alta informalidad: Muchos jóvenes trabajan en condiciones informales, sin acceso a seguridad social ni derechos laborales básicos.
Precariedad laboral: Los empleos disponibles suelen ofrecer salarios bajos y pocas posibilidades de desarrollo profesional.
Brechas en educación: La falta de formación adecuada limita las oportunidades de acceso a empleos de mayor calidad.
Abordar estos problemas requerirá un enfoque integral que combine políticas públicas, programas educativos y el compromiso del sector privado.
La mejora en el empleo juvenil tiene implicancias positivas no solo para los jóvenes, sino también para la economía en general. Una mayor participación de este grupo en el mercado laboral impulsa el consumo, estimula la innovación y fortalece el tejido social.
No obstante, para maximizar estos beneficios, es fundamental garantizar que los empleos ofrecidos sean sostenibles y contribuyan al desarrollo profesional de los jóvenes.
De cara al futuro, las proyecciones del mercado laboral sugieren un panorama mixto. Si bien la economía muestra signos de recuperación, factores como la automatización, los cambios en las demandas del mercado y la inflación podrían afectar la creación de empleo.
Para mitigar estos riesgos, será esencial:
Promover la educación técnica y profesional.
Fomentar políticas de inclusión laboral que reduzcan las brechas de género.
Incentivar la formalización del empleo juvenil.
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La caída del desempleo juvenil en Uruguay es una señal alentadora de recuperación económica y social. Sin embargo, para que este progreso sea sostenible, será necesario abordar los desafíos estructurales que afectan a este segmento del mercado laboral.
La colaboración entre el gobierno, las empresas y las instituciones educativas será clave para construir un futuro donde los jóvenes tengan acceso a empleos dignos, estables y con oportunidades de crecimiento.