Uruguay busca nuevos enfoques en su relación comercial con Estados Unidos
En un contexto de creciente complejidad para el comercio internacional, Uruguay vuelve a poner en agenda su vínculo económico con Estados Unidos. Esta vez, la iniciativa viene desde el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), liderado por Fernanda Cardona, quien enfatizó la necesidad de repensar las estrategias bilaterales con Washington para lograr acuerdos que resulten beneficiosos para ambas naciones.
Durante una reciente intervención pública, la ministra dejó en claro que el país sudamericano atraviesa un momento clave, en el que los modelos de negociación tradicionales podrían no ser suficientes para afrontar los nuevos desafíos del comercio global. Cardona advirtió que es hora de innovar en las formas de cooperación internacional, con especial foco en sectores como la carne, uno de los más perjudicados por las últimas medidas arancelarias impuestas desde Estados Unidos.
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Uno de los puntos más sensibles abordados por la titular del MIEM fue el efecto que las políticas comerciales norteamericanas están teniendo sobre las exportaciones uruguayas, particularmente en el rubro de los bienes tangibles. Según explicó, los nuevos aranceles golpean directamente a productos como la carne, un emblema de la economía agroexportadora del país.
Este problema no es nuevo. Ya en 2024, el sector cárnico había comenzado a sentir el impacto de las restricciones comerciales, lo cual motivó una serie de encuentros diplomáticos con representantes estadounidenses. Entre ellos, se destacó una reunión con la embajadora de Estados Unidos en Uruguay, en la que se abordaron los obstáculos que enfrentan los productores nacionales para acceder al mercado norteamericano en condiciones competitivas.
NECESIDAD DE UN DIÁLOGO EFICAZ ENTRE ESTADOS
Más allá del caso puntual de la carne, Cardona destacó que la relación entre Uruguay y Estados Unidos tiene múltiples niveles de interacción y cooperación. En ese sentido, subrayó la importancia de que ambos gobiernos adopten una “agenda de trabajo conjunto”, basada en el respeto mutuo y orientada a la generación de soluciones equitativas y duraderas.
Para lograr avances concretos, la ministra propuso intensificar el enfoque bilateral de las negociaciones. A su entender, el diálogo directo entre gobiernos —es decir, de Estado a Estado— es la mejor vía para destrabar conflictos y explorar nuevas oportunidades comerciales.
Este planteo cobra particular relevancia en un contexto internacional donde los acuerdos multilaterales tienden a diluirse o estancarse, y donde los entendimientos bilaterales se vuelven una herramienta fundamental para países de economías intermedias como Uruguay.
Uno de los elementos más interesantes del planteo de Cardona es que no se limita a defender la industria tradicional. Por el contrario, la ministra señaló que Uruguay también debe capitalizar sus fortalezas en sectores emergentes, como la exportación de tecnología de la información.
El país se ha posicionado en los últimos años como un exportador destacado de servicios vinculados a las tecnologías digitales, un nicho que complementa su histórica fortaleza en el ámbito agroindustrial. Empresas uruguayas del sector tecnológico han logrado establecer relaciones comerciales con clientes en Norteamérica, y esa tendencia podría consolidarse si las condiciones de intercambio se vuelven más favorables.
En este punto, Cardona destacó que las exportaciones de servicios —en particular los digitales— deben ser consideradas con el mismo grado de importancia que los bienes tangibles, ya que representan un eje de crecimiento económico sostenible, con alto valor agregado y generación de empleo calificado.
La ministra fue clara al afirmar que “hay que trabajar muy seriamente para no perder pisada”. Con esto, aludió al riesgo de quedar rezagados en un escenario global donde los países más dinámicos logran adaptarse con rapidez a las transformaciones del comercio internacional.
Para Cardona, es indispensable explorar enfoques novedosos que permitan obtener “resultados distintos”, es decir, beneficios concretos y superadores a los obtenidos hasta ahora. En otras palabras, el objetivo no es solo mantener el status quo, sino mejorar la posición negociadora de Uruguay mediante una estrategia más proactiva y versátil.
Este llamado a la acción se inscribe dentro de una visión estratégica que reconoce la necesidad de modernizar las políticas exteriores vinculadas al comercio. No se trata simplemente de insistir con las mismas demandas de siempre, sino de replantear la manera en que se presentan los intereses del país ante sus socios internacionales.
COOPERACIÓN EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE
En la era post-pandemia y ante la creciente inestabilidad de los mercados globales, el fortalecimiento de las relaciones bilaterales aparece como un recurso indispensable para naciones como Uruguay. La incertidumbre que genera el giro proteccionista de algunas grandes potencias, sumado a las tensiones geopolíticas, obliga a adoptar posturas más flexibles y realistas.
Desde esa perspectiva, el diálogo con Estados Unidos representa una oportunidad, pero también un reto. Si bien existe un historial de cooperación entre ambos países, los tiempos actuales exigen una actualización de los términos del vínculo, con reglas de juego más equitativas y sensibles a las necesidades de los sectores productivos uruguayos.
Para ello, será crucial que el país logre establecer una agenda clara, con objetivos concretos y mecanismos de seguimiento eficaces. La voluntad política expresada por Cardona debe ahora traducirse en acciones concretas, tanto a nivel diplomático como técnico.
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El llamado a la innovación en las relaciones bilaterales no puede interpretarse como un simple ajuste coyuntural. Lo que está en juego es la capacidad de Uruguay de diseñar una política comercial exterior adaptada a los desafíos del siglo XXI. En este sentido, el liderazgo del MIEM y de otras carteras clave del gobierno será fundamental para articular una estrategia coherente y ambiciosa.
Además del aspecto económico, estas negociaciones también tienen un fuerte componente político. Una mejora en los vínculos con Estados Unidos puede traducirse en nuevas inversiones, cooperación tecnológica y oportunidades de formación para profesionales uruguayos, especialmente en áreas de alta demanda como software, biotecnología y energías renovables.
Cardona ha puesto sobre la mesa una invitación a la transformación. La tarea ahora es construir, con inteligencia y visión de largo plazo, un nuevo capítulo en las relaciones internacionales del país, que combine la solidez del pasado con la audacia del futuro.