Nuevas dinámicas comerciales globales fortalecen exportaciones de Latinoamérica
El reciente informe emitido por Moody’s Ratings sobre el contexto económico internacional plantea un giro interesante en medio de las crecientes fricciones arancelarias entre las principales potencias del mundo. La calificadora internacional sugiere que, aunque la región latinoamericana no se encuentra exenta de desafíos, podría beneficiarse estratégicamente del reordenamiento del comercio global. La clave estaría en las materias primas, especialmente en los commodities agrícolas y minerales.
En medio de las tensiones derivadas de las políticas arancelarias impulsadas por Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, y frente a una potencial represalia de parte de China, América Latina aparece como un proveedor alternativo para cubrir el vacío que dejaría una disminución de importaciones estadounidenses en el país asiático.
EL FACTOR CHINA: DEMANDA EN BÚSQUEDA DE NUEVOS SOCIOS
Uno de los ejes del análisis de Moody’s se centra en la respuesta china a la política exterior de Estados Unidos. Si las importaciones agrícolas provenientes de suelo norteamericano disminuyen, la necesidad de abastecimiento por parte de China no desaparecerá. Esto abre una ventana de oportunidad para países latinoamericanos que ya cuentan con vínculos comerciales consolidados con el gigante asiático, o que están en condiciones de fortalecer su presencia en ese mercado.
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Productos como la soja, el maíz, la carne bovina y porcina, así como otros commodities de origen vegetal y animal, podrían registrar un aumento en la demanda proveniente de China. Moody’s advierte, sin embargo, que esta oportunidad no está exenta de riesgos. El alto volumen de exportaciones hacia China hace que muchos países dependan fuertemente de la salud económica del país asiático. Una desaceleración del crecimiento chino, como la que se ha pronosticado en algunos informes recientes, podría neutralizar este posible efecto positivo.
La agencia de calificación no plantea un beneficio homogéneo para toda América Latina. El análisis distingue entre distintos sectores y países que podrían experimentar impactos diferenciados. En el caso de México, su integración en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) le otorga ciertas ventajas competitivas. Algunas industrias mexicanas podrían quedar exentas de nuevos aranceles o incluso beneficiarse por la reconfiguración de cadenas de suministro.
Por otro lado, Chile, un país con un perfil exportador muy definido en sectores como el cobre y la celulosa, también podría mantener una posición favorable. Moody’s destaca que estos productos han estado, hasta el momento, exentos de medidas restrictivas, lo cual permite una continuidad fluida del comercio.
En el caso de Brasil, cuya calificación actual es Ba1 con perspectiva positiva, el informe plantea un panorama mixto. Por un lado, la potencia sudamericana es uno de los principales exportadores agrícolas del mundo, lo que lo posiciona estratégicamente para captar parte de la demanda desplazada desde EE. UU. hacia Asia. Por otro lado, su industria siderúrgica podría verse impactada negativamente por las medidas arancelarias estadounidenses, que alcanzan un 25% en algunos casos. Además, se advierte sobre el posible efecto de una sobreoferta global de acero, en parte generada por un eventual desvío de productos chinos hacia mercados alternativos.
RIESGOS FINANCIEROS Y VULNERABILIDAD REGIONAL
Más allá del análisis sectorial, el informe subraya un factor estructural que afecta de forma transversal a toda América Latina: la sensibilidad de la región a las condiciones financieras globales. Muchas economías emergentes latinoamericanas dependen de la financiación externa, lo que las hace vulnerables a fluctuaciones en el apetito internacional por el riesgo. Moody’s anticipa que, si la inestabilidad arancelaria se traduce en mayor volatilidad financiera, las carteras de alto rendimiento en América Latina podrían experimentar salidas de capitales o mayores costos de financiamiento.
Este escenario se ve agravado por la naturaleza misma de los commodities. Aunque pueden beneficiarse en volumen, los precios de estos productos tienden a ser muy volátiles y están sujetos a las dinámicas de la oferta y la demanda internacional, factores que a menudo escapan del control de los países exportadores.
EL EFECTO “GUERRA COMERCIAL” Y SU IMPACTO REGIONAL
La actual coyuntura internacional se enmarca dentro de una especie de «guerra comercial», donde los aranceles se utilizan como herramienta de presión geopolítica. Esta situación, aunque inicialmente perjudicial, también puede abrir oportunidades si se gestiona con inteligencia estratégica.
América Latina, por su vasta dotación de recursos naturales y su cercanía geográfica con Estados Unidos y creciente relación con China, se encuentra en una posición bisagra. La clave estará en cómo cada país aprovecha estos movimientos para diversificar sus exportaciones, consolidar acuerdos comerciales estables y mejorar la competitividad de sus productos.
Los gobiernos de la región deberán también trabajar en políticas internas que favorezcan la infraestructura logística, reduzcan costos operativos y estimulen la inversión en sectores clave para responder rápidamente a los cambios de demanda externa.
Si bien el informe de Moody’s no niega los desafíos que enfrenta América Latina, ofrece una lectura que invita a ver las tensiones internacionales no solo como amenazas, sino como catalizadores de oportunidades. En un mundo cada vez más multipolar, la flexibilidad, la diversificación y la capacidad de respuesta rápida serán activos esenciales para las economías emergentes.
América Latina tiene ante sí la posibilidad de transformar una situación de incertidumbre en una palanca de crecimiento. Pero el éxito dependerá de políticas públicas sólidas, estabilidad macroeconómica y una visión de largo plazo que supere los ciclos políticos internos.
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La disputa arancelaria entre Estados Unidos y China, lejos de ser un fenómeno ajeno, tiene repercusiones profundas para América Latina. Los países de la región deben leer el contexto con atención, prepararse para un aumento potencial de la demanda en ciertos sectores, pero también mantenerse alertas frente a posibles efectos secundarios negativos.
La clave estará en el equilibrio entre aprovechar las oportunidades y fortalecer las bases internas para resistir los embates de un entorno global incierto. La diversificación de mercados, el fortalecimiento institucional y la estabilidad fiscal serán factores determinantes para que las materias primas latinoamericanas se transformen en motor de desarrollo, y no en fuente de vulnerabilidad.