Moody’s optimista ante el crecimiento económico sostenible en Uruguay
La agencia calificadora Moody’s ha expresado un marcado optimismo respecto al potencial de Uruguay para superar la dinámica de bajo crecimiento que ha caracterizado los últimos años. Según Samar Maziad, vicepresidenta y analista senior a cargo de la calificación soberana del país, los niveles de inversión extranjera directa (IED) y la estabilidad política y normativa son factores determinantes para este cambio positivo.
Moody’s estima que el Producto Interno Bruto (PIB) de Uruguay crecerá un 3,5% en 2024, impulsado principalmente por la recuperación de la economía tras la histórica sequía de 2023. Este incremento representa una mejora considerable frente al crecimiento promedio del 1% previo a la pandemia.
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A mediano plazo, se espera un crecimiento sostenido del 2,5%, respaldado por un flujo constante de inversiones extranjeras y una mayor estabilidad económica. Según Maziad, «una mayor inversión, apoyada por el entorno de políticas estable de Uruguay, abordará una debilidad clave en la dinámica de crecimiento que ha persistido durante varios años».
Entre los elementos que impulsan este cambio se encuentran los proyectos de infraestructura y las inversiones en sectores estratégicos. Un ejemplo destacado es la planta de celulosa en Durazno, que comenzó operaciones en mayo de 2023, y los avances en la exploración de hidrógeno verde, una industria emergente con gran potencial para diversificar la economía uruguaya.
Adicionalmente, el gobierno ha promovido iniciativas que buscan atraer inversiones en energías renovables e infraestructura, áreas que han captado el interés de empresas internacionales. Estos proyectos no solo contribuyen al crecimiento económico, sino que también refuerzan la resiliencia del país frente a posibles choques externos.
Las proyecciones de Moody’s coinciden en gran medida con las del Banco Central del Uruguay (BCU), que prevé un crecimiento interanual del PIB del 4,5% para el tercer trimestre de 2024 y una tasa de 3,5% para el cierre del año.
Sin embargo, otros organismos internacionales presentan cifras ligeramente diferentes:
Banco Mundial (BM): 3,2% de crecimiento proyectado.
Fondo Monetario Internacional (FMI): 3,7% de incremento estimado.
Estas divergencias subrayan la complejidad de las variables económicas, pero el consenso general es positivo respecto al desempeño futuro de Uruguay.
Aunque las proyecciones son alentadoras, Moody’s advierte sobre varios desafíos que el país deberá enfrentar para garantizar un crecimiento sostenible:
Productividad limitada: Incrementar la productividad sigue siendo una asignatura pendiente, especialmente en sectores tradicionales.
Atracción de inversión privada: Uruguay necesita diversificar sus fuentes de financiamiento para reducir la dependencia de los flujos de IED y fortalecer el sector privado local.
Envejecimiento poblacional: Este fenómeno podría aumentar las presiones fiscales relacionadas con pensiones y servicios sociales, afectando las finanzas públicas a mediano plazo.
Maziad enfatizó que mantener un crecimiento sostenido requerirá reformas estructurales y un enfoque en la diversificación económica.
Calificación crediticia y posibilidades de mejora
Moody’s ha mantenido la calificación crediticia de Uruguay en Baa1, reflejando su confianza en la estabilidad económica y política del país. No obstante, la analista señala que hay margen para una mejora si se cumplen ciertas condiciones:
Reformas fiscales adicionales que reduzcan la carga de la deuda y los intereses asociados.
Incrementos significativos en la inversión privada que impulsen la diversificación económica.
Un desempeño económico que supere las expectativas actuales, fortaleciendo la resiliencia del país ante choques externos.
El rol de las políticas públicas
El entorno normativo estable ha sido un factor decisivo para las buenas perspectivas de Uruguay. Este marco permite atraer y retener inversiones extranjeras, ofreciendo a las empresas un contexto favorable para desarrollar proyectos de largo plazo.
Las políticas públicas han sido clave para consolidar esta estabilidad. Iniciativas como la promoción del hidrógeno verde y la inversión en infraestructura no solo refuerzan la confianza de los inversores, sino que también posicionan a Uruguay como un líder en sostenibilidad en la región.
Impacto en la sociedad uruguaya
El crecimiento económico proyectado tiene implicaciones directas para la población. Una economía más dinámica puede generar empleos de mayor calidad, reducir las tasas de desempleo y mejorar los ingresos de las familias uruguayas.
Además, el enfoque en sectores sostenibles como las energías renovables puede contribuir a la transición hacia una economía más verde, beneficiando tanto al medio ambiente como a las generaciones futuras.
El camino hacia un crecimiento sostenido no está exento de retos. Uruguay deberá equilibrar la atracción de inversiones con la implementación de políticas que promuevan la equidad social y la sostenibilidad ambiental.
Algunas estrategias clave incluyen:
Incentivar la innovación y la capacitación para aumentar la productividad.
Fortalecer la cooperación público-privada para diversificar la economía.
Abordar el envejecimiento poblacional mediante reformas en los sistemas de pensiones y servicios sociales.
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El optimismo expresado por Moody’s respecto a Uruguay está respaldado por datos sólidos y un entorno político estable. Sin embargo, para que el país logre un crecimiento verdaderamente transformador, será necesario enfrentar los desafíos estructurales con decisiones estratégicas y colaboración entre los sectores público y privado.
Uruguay tiene la oportunidad de consolidarse como un referente regional en estabilidad económica y sostenibilidad, pero este camino dependerá de su capacidad para adaptarse a los cambios globales y fortalecer sus pilares internos.