La crisis en el consumo argentino: Una caída histórica sin repunte
En la Argentina, el consumo masivo ha experimentado una caída histórica que parece no encontrar su fin. Según un reciente informe de Nielsen IQ, el sector registró una baja del 17,1% en comparación interanual, una tendencia alarmante que afecta a todos los canales de venta. El estudio, liderado por Javier González, director comercial de Nielsen IQ para Uruguay, Argentina, Bolivia y Paraguay, destaca que en el último bimestre todos los rubros cerraron con números negativos, lo que refleja una situación de estancamiento que preocupa a toda la cadena de consumo.
Un descenso sostenido en los principales canales de venta
En el informe, González explicó que “lo que estamos viendo es una caída sostenida de aproximadamente un 17% en comparación con el mismo periodo del año pasado, similar al acumulado anual, que se encuentra cerca del 18% de caída”. Los supermercados, autoservicios y almacenes de barrio, que suelen registrar variaciones diferenciadas, esta vez muestran una tendencia homogénea en el descenso de sus ventas. Los supermercados, específicamente, han experimentado una caída significativa del 22%, mientras que los almacenes de barrio y quioscos presentan descensos del 11% y el 16%, respectivamente.
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Esta baja en todos los canales pone en evidencia que no se trata de una situación aislada o de una crisis en un sector específico, sino de una retracción generalizada en el consumo. El fenómeno alcanza tanto a los grandes comercios como a los pequeños, y afecta el consumo en barrios de todas las regiones del país, desde las grandes ciudades hasta las zonas más alejadas.
Dentro de la categoría de bebidas, el informe de Nielsen detalla que se ha registrado una contracción del 17,5%, con una diferencia marcada entre las bebidas alcohólicas, que mostraron un descenso del 26,5%, y las no alcohólicas, que también cayeron, aunque en menor medida, un 13,9%. La baja en el consumo de bebidas alcohólicas es especialmente notoria, ya que estas suelen ser productos que los consumidores eligen para ocasiones especiales o momentos de entretenimiento en casa.
El sector de alimentos tampoco escapa a la caída, registrando un descenso del 17,1%. Dentro de esta categoría, los productos que mostraron mayores reducciones en su demanda fueron las golosinas, con un 20% de baja, seguidos de los alimentos básicos, que cayeron un 18,9%, y los alimentos no básicos, que retrocedieron un 14,7%. Esta contracción es significativa, ya que revela una disminución tanto en productos de primera necesidad como en aquellos de consumo ocasional o recreativo, lo que evidencia un cambio de hábito hacia un consumo más restrictivo.
Las categorías de cuidado personal y limpieza también fueron afectadas, con una reducción en las ventas del 16,3%. Esto se puede asociar a una tendencia de los consumidores a priorizar la compra de productos esenciales y reducir el gasto en categorías consideradas menos prioritarias en tiempos de crisis. Los consumidores han ajustado sus decisiones de compra, optando por reducir el gasto en estos productos y recurriendo a marcas de menor precio, en un intento por equilibrar su presupuesto en un contexto de inflación constante.
El informe de Nielsen destaca que una de las principales respuestas de los consumidores ante el contexto económico ha sido buscar alternativas más económicas, algo que ha impactado directamente en la venta de productos premium. Las marcas premium, que tradicionalmente se han dirigido a consumidores con mayor poder adquisitivo, han visto cómo sus ventas se reducen ante una demanda enfocada en opciones más económicas. Esta situación refleja cómo la pérdida de poder adquisitivo ha obligado a los consumidores a ajustar sus preferencias, optando por productos de menor costo y dejando de lado aquellos considerados un “lujo”.
La tendencia a reemplazar las marcas de alta gama por alternativas más accesibles no solo afecta a los fabricantes de productos premium, sino que también repercute en los minoristas, que deben ajustar sus estrategias de oferta y adaptar su stock a esta nueva realidad de consumo.
La inflación en productos de consumo masivo: una presión constante
La inflación en productos de consumo masivo ha crecido exponencialmente en el último año, en parte impulsada por la eliminación de controles de precios que, anteriormente, ayudaban a moderar el aumento de ciertos productos. Según Nielsen, en septiembre de 2024, la inflación interanual en la canasta medida por la consultora se situó en el 284%, una cifra notablemente superior a la inflación general del 209%.
González explicó que “al romperse el esquema de precios cuidados, la inflación en los productos que medimos se aceleró. Si bien algunos aumentos fueron menores a los del Índice de Precios al Consumidor (IPC), la pérdida de poder adquisitivo sigue siendo muy significativa para el consumidor promedio”. Este aumento generalizado de precios afecta de manera directa a los consumidores, quienes, frente a la pérdida de poder adquisitivo, se ven forzados a reducir la cantidad y calidad de sus compras.
El informe de Nielsen subraya que el nivel de consumo actual en Argentina ha retrocedido a cifras per cápita similares a las de los años 2004 o 2005. Este dato es revelador, ya que sitúa al consumo masivo en un “piso” histórico, lo que hace que muchos analistas se pregunten si se ha llegado a un punto de amesetamiento o si aún se pueden esperar caídas adicionales en el corto plazo.
Según González, “el consumo masivo en Argentina está en un piso y, aunque ya no vemos caídas tan abruptas como al principio del año, tampoco vemos un repunte”. La situación es especialmente crítica si se compara con crisis anteriores, como la pandemia, cuando el consumo también sufrió, aunque los descensos no fueron tan prolongados ni tan profundos.
El informe de Nielsen concluye que el consumo en Argentina ha tocado fondo, y las perspectivas de una recuperación a corto plazo son escasas. La combinación de alta inflación, pérdida de poder adquisitivo y una economía en recesión crea un escenario desafiante para los consumidores y las empresas por igual. Mientras que algunos sectores intentan adaptarse ofreciendo productos más accesibles y promocionando marcas económicas, otros enfrentan un panorama complicado, ya que la demanda de productos premium continúa disminuyendo.
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En comparación con otras crisis, la actual situación parece más compleja debido a la falta de políticas que fomenten el consumo o alivien la presión sobre los precios. Los consumidores argentinos, con menos poder adquisitivo y menos opciones de financiamiento, han ajustado sus hábitos de compra, priorizando necesidades básicas y evitando el gasto en productos considerados prescindibles.
La situación en Argentina evidencia cómo el consumo masivo puede tocar un punto crítico cuando la economía se ve seriamente afectada, y aunque algunos sectores tratan de adaptarse a este nuevo escenario, la recuperación parece lejana.