Grupo Indio Allana explora ingresar al mercado cárnico uruguayo
El escenario de la industria cárnica en Uruguay vuelve a estar en el foco de atención tras conocerse las intenciones del grupo indio Allana de adquirir una planta frigorífica en el departamento de Colonia. Esta operación se enmarca en una nueva estrategia que busca redefinir los equilibrios de poder en el sector, luego de que una anterior tentativa de concentración de mercado protagonizada por el gigante brasileño Minerva Foods fuera bloqueada por las autoridades uruguayas.
Una operación de alto impacto para el equilibrio del mercado
Minerva Foods, uno de los principales grupos cárnicos de Brasil, había propuesto en 2023 adquirir las tres plantas de procesamiento que la también brasileña Marfrig opera en territorio uruguayo. Sin embargo, el gobierno de Uruguay, encabezado entonces por el presidente Luis Lacalle Pou, frenó la transacción. La razón fue contundente: la operación hubiese otorgado a Minerva cerca del 45% del mercado nacional de faena bovina, una cifra que comprometía severamente la libre competencia.
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Ante esta limitación, Minerva reformuló su propuesta, en un intento por sortear los obstáculos regulatorios. En este nuevo esquema, el grupo se quedaría con dos de las plantas de Marfrig y vendería de inmediato la tercera —ubicada en Colonia— al conglomerado indio Allana Group. Esta táctica, planteada como una “operación en cadena”, buscaría reducir la concentración del mercado a un nivel más aceptable desde la perspectiva de las autoridades: un 25% de la faena quedaría bajo el control de Minerva, mitigando el temor a un cuasi monopolio.
La llegada de Allana: una apuesta por el rito halal y nuevos mercados
La entrada en escena del grupo Allana añade una dimensión internacional inédita para el sector cárnico uruguayo. Con base en India, Allana es una multinacional con un amplio historial en la exportación de productos cárnicos —especialmente de carne de búfalo— y es reconocida por su especialización en productos certificados bajo el rito halal, orientados al mundo islámico.
El lunes pasado, representantes de Allana se reunieron con el presidente de la República, Yamandú Orsi, en la Torre Ejecutiva. Esta primera toma de contacto tuvo carácter institucional y sirvió para que las autoridades conocieran de primera mano a este nuevo actor interesado en invertir en el país. Según confirmó el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Alfredo Fratti, el encuentro fue una “presentación formal” de las intenciones de la empresa india.
Fratti explicó que Allana planea utilizar la planta de Colonia para producir carne bajo las normas halal, con vistas a mercados del Medio Oriente y otros países con población musulmana. El grupo no manifestó por el momento interés en otras plantas o en una expansión regional en América del Sur. Todo apunta, entonces, a una inversión puntual y estratégica.
A pesar de los beneficios aparentes que podría traer una diversificación del capital extranjero en el rubro, las señales no son todas alentadoras. Algunas voces dentro del sistema político y productivo han expresado su preocupación por los efectos colaterales de este movimiento.
Uno de los críticos más firmes ha sido el senador Sebastián Da Silva, del Partido Nacional, quien planteó serias dudas sobre el trasfondo de la operación. A su juicio, la aparición repentina de Allana en el proceso es “curiosa” y podría encubrir una maniobra para facilitar el ingreso de Minerva por la puerta trasera. “Esto tiene olor a pasamos”, expresó Da Silva en rueda de prensa, cuestionando la transparencia del proceso.
Para el legislador, este tipo de operaciones no son triviales. “Comprar una planta frigorífica no es como adquirir un minimercado. Requiere un estudio profundo, permisos, auditorías. Me cuesta creer que un grupo indio aparezca de un día para el otro con interés tan focalizado”, sostuvo.
Además, Da Silva advirtió sobre lo que considera una influencia excesiva de los intereses brasileños en la política uruguaya, especialmente en relación con el Frente Amplio, partido del presidente Orsi. “Tenemos que dejar de estar presionados por los grandes grupos brasileros y ser un país serio”, concluyó.
Una evaluación pendiente: la decisión está en manos de la competencia
Actualmente, la propuesta reformulada por Minerva y Allana se encuentra bajo análisis de la Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia del Ministerio de Economía y Finanzas. Esta oficina ya había sido clave en el rechazo de la primera propuesta de Minerva y ahora deberá determinar si el nuevo diseño operativo garantiza la pluralidad de actores en el mercado de la carne uruguaya.
Según indicó el ministro Fratti, Allana ya estaba en proceso de entregar la documentación requerida. Aunque no se ha hablado aún de inversiones adicionales ni de generación de empleo en nuevas áreas, la posibilidad de sumar un actor de peso procedente de India podría tener consecuencias relevantes para el posicionamiento internacional de la carne uruguaya.
Desde el gobierno, la mirada parece ser de cauteloso optimismo. “En un mundo donde India es una economía en crecimiento, que una empresa como Allana quiera invertir en Uruguay es algo para valorar”, señaló Fratti. El ministro también reconoció que, aunque la situación ideal sería mantener el status quo anterior, el nuevo esquema representa un cambio sustancial respecto al modelo que fue rechazado anteriormente.
El equilibrio entre inversión y soberanía
El debate abierto por esta operación toca fibras sensibles en la economía uruguaya. El país ha sido históricamente un referente mundial en la producción de carne de alta calidad y en el cumplimiento de exigencias sanitarias y éticas, como el rastreo del ganado. Cualquier alteración significativa en la estructura del mercado puede tener efectos inmediatos tanto en los productores como en los exportadores.
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Por un lado, la llegada de capitales frescos y el ingreso a nuevos nichos como el halal pueden significar oportunidades. Pero, por otro, la creciente extranjerización del sector plantea interrogantes sobre la soberanía alimentaria, el control sobre la cadena de valor y la posibilidad de que la fijación de precios se vuelva más opaca o desfavorable para los pequeños y medianos productores.
Las próximas semanas serán decisivas. Si la Comisión de Defensa de la Competencia da el visto bueno a esta nueva fórmula, se abrirá una nueva etapa para la industria cárnica uruguaya, marcada por una internacionalización aún más profunda. Lo que está en juego no es solo el destino de una planta en Colonia, sino el modelo productivo que Uruguay quiere preservar en uno de sus sectores más emblemáticos.