Estados Unidos advierte sobre obstáculos que afectan sus exportaciones a Uruguay
Las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Uruguay han sido, históricamente, estables y relativamente fluidas. Sin embargo, el informe 2025 elaborado por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés) revela que aún persisten varias barreras que dificultan el ingreso de productos estadounidenses al mercado uruguayo. Estas trabas, según el análisis oficial, afectan principalmente a sectores estratégicos como el comercio electrónico, la propiedad intelectual y las exportaciones agrícolas.
Este documento forma parte de un estudio más amplio en el que Estados Unidos analiza el estado de sus relaciones comerciales con más de 60 países. En el caso de Uruguay, si bien ocupa apenas una página del informe, los señalamientos no son menores y podrían marcar el rumbo de futuras negociaciones bilaterales.
Una mirada más profunda: Tasas consulares y aranceles diferenciados
Uno de los principales puntos de conflicto destacados por el informe es la tasa consular del 5% que Uruguay aplica a las importaciones. Este tipo de impuesto, según la USTR, representa un obstáculo innecesario para los productos estadounidenses, ya que eleva los costos finales sin una justificación clara relacionada con los servicios aduaneros.
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La comparación con otros países es inevitable. Mientras que los productos originarios del Mercosur pagan un 3% y aquellos provenientes de países con tratados específicos, como México, están exentos, las exportaciones estadounidenses enfrentan una carga adicional que las hace menos competitivas. Desde la perspectiva del comercio internacional, se trata de una asimetría que podría influir negativamente en las decisiones de inversión y en la planificación logística de las empresas norteamericanas.
Una segunda barrera identificada por Estados Unidos tiene que ver con la exportación de carne aviar. Según el informe, los productores avícolas norteamericanos enfrentaron serios problemas durante 2023 y parte de 2024 para obtener la documentación de importación exigida por las autoridades uruguayas. Este requisito administrativo, que en teoría debería ser un trámite, se convirtió en un cuello de botella que limitó significativamente el flujo de estos productos hacia Uruguay.
Este tipo de obstáculo no solo afecta la relación bilateral, sino que también pone en evidencia la necesidad de modernizar ciertos procedimientos aduaneros para evitar demoras innecesarias. En un mundo donde la logística debe ser ágil y eficiente, este tipo de fricciones podría llevar a los exportadores a buscar otros destinos más accesibles.
El comercio electrónico en la mira
El informe también pone el foco en el ecosistema digital, especialmente en lo que respecta a la transferencia internacional de datos personales. Estados Unidos observa con preocupación que la legislación uruguaya –aunque bien intencionada desde el punto de vista de la privacidad– impone restricciones que pueden dificultar la operativa de empresas extranjeras.
La ley uruguaya establece que las transferencias de datos solo pueden realizarse si el país receptor ofrece garantías adecuadas. Aunque se permiten cláusulas contractuales estándar, persiste cierta incertidumbre sobre si las herramientas que utilizan las empresas estadounidenses son válidas bajo la regulación local. Esta ambigüedad legal, según el reporte, podría frenar el desarrollo del comercio electrónico y limitar el flujo de servicios digitales entre ambos países.
Otro aspecto señalado es la necesidad de asegurar mayor claridad y equidad en la protección de las indicaciones geográficas, especialmente en el marco del Acuerdo Comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. Estados Unidos pide a Uruguay que garantice que esta protección no se convierta en una barrera que impida el uso de términos genéricos por parte de terceros países.
Este punto es especialmente sensible para los exportadores de productos alimenticios, quienes temen que ciertas denominaciones (como “parmesano” o “champagne”) queden reservadas exclusivamente a productores europeos. Para los estadounidenses, esto podría significar una pérdida de mercado si no se asegura el uso libre de nombres considerados comunes.
Avances en propiedad intelectual
No todo es crítica. El informe también reconoce avances por parte de Uruguay, como su reciente adhesión al Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT) de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Este paso, formalizado en octubre de 2024, representa un compromiso con la innovación y la protección de las invenciones a nivel global, algo que podría facilitar futuras colaboraciones tecnológicas y científicas entre ambos países.
Mecanismos de diálogo bilateral
El informe recuerda además que Uruguay y Estados Unidos cuentan desde 2007 con un Acuerdo Marco de Comercio e Inversión (TIFA, por sus siglas en inglés), el cual constituye la plataforma principal para discutir estos temas. Aunque no se trata de un tratado de libre comercio, sí permite un canal de diálogo técnico y político sobre las reglas de juego que regulan el intercambio bilateral.
Este instrumento podría convertirse en la vía para resolver las fricciones actuales, siempre y cuando haya voluntad política de ambas partes para avanzar hacia un marco más previsible y beneficioso.
Desde Uruguay, las señales son alentadoras. El presidente Yamandú Orsi, en recientes declaraciones, aseguró que existe “predisposición a conversar” por parte de la administración estadounidense. El mandatario destacó que no todas las puertas están cerradas y que hay espacio para entablar una agenda de trabajo conjunto que permita remover trabas y dinamizar el comercio.
Este clima de apertura podría ser clave para destrabar algunos de los puntos señalados en el informe y abrir nuevas oportunidades tanto para empresas uruguayas como estadounidenses.
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El informe 2025 de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos no representa una ruptura ni una amenaza, sino más bien una señal de alerta sobre ciertos aspectos que, desde la mirada estadounidense, deberían ser revisados para facilitar el comercio bilateral. Uruguay, por su parte, ha demostrado apertura al diálogo y compromiso con estándares internacionales, como lo prueba su adhesión a tratados multilaterales.
Si ambas partes logran capitalizar este momento para mejorar la transparencia, simplificar procedimientos y armonizar normas, el comercio bilateral podría fortalecerse y diversificarse aún más, generando beneficios económicos mutuos.
