City Winery Uruguay transforma el enoturismo en una experiencia urbana inmersiva
Ubicada en el corazón del Parque Rodó, City Winery Uruguay redefine el concepto tradicional de bodega al integrarse en el tejido urbano de Montevideo con un proyecto que fusiona gastronomía, cultura e innovación sensorial. Detrás de esta iniciativa se encuentran María Clara y Francisco Pizzorno, cuarta generación de una familia de bodegueros canarios que apostaron por acercar el vino a quienes no siempre pueden llegar a los viñedos.
UNA HISTORIA DE TRADICIÓN Y EVOLUCIÓN
Los orígenes de la familia Pizzorno se remontan al Piamonte italiano, con una tradición agrícola que halló nuevo cauce en Uruguay en 1910, cuando el bisabuelo de los actuales responsables se estableció en Canelones. En aquellos tiempos, como era común, la producción se centraba en vinos de mesa. Sin embargo, fue Carlos Pizzorno, padre de María y Francisco, quien en los años 90 impulsó un viraje hacia el vino de calidad. Este proceso implicó renovar variedades de vid, implementar técnicas modernas y reducir volúmenes en favor de la excelencia. La apuesta por mercados internacionales se concretó en el año 2000 con la primera exportación.
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Hoy, la familia distribuye sus roles en forma clara: Carlos sigue al frente de los viñedos y la producción en Canelón Chico, Francisco lidera el área comercial y María, contadora de formación, gestiona las finanzas. En conjunto, han sabido capitalizar el valor del enoturismo como extensión de su identidad familiar.
DEL VIÑEDO A LA CIUDAD: UNA NUEVA PROPUESTA
El germen de City Winery Uruguay surgió tras una década de experimentación con visitas guiadas, degustaciones y hasta una posada en su bodega original. Sin embargo, fue el paréntesis forzado por la pandemia en 2020 lo que aceleró la decisión de mudarse al centro de la capital. Montevideo se convertía así en escenario para un nuevo concepto: una bodega urbana con enfoque experiencial.
El inmueble elegido, una casa de 80 años, fue reformado durante ocho meses para dar lugar a un complejo en tres niveles que incluye un restaurante, una boutique de productos nacionales y un centro de interpretación del vino con tecnología de proyección inmersiva. Los detalles arquitectónicos originales, como una cava con arcadas de piedra, fueron preservados, aportando carácter y autenticidad al lugar.
EXPERIENCIA MULTISENSORIAL: MUCHO MÁS QUE UN RESTAURANTE
City Winery Uruguay se presenta como un punto de encuentro entre cultura, vino y tecnología. Su restaurante funciona principalmente en horario nocturno, con un menú ideado por el chef Mauro Fernández —ex Sheraton— que celebra productos y recetas uruguayas. La carta, que incluye clásicos como el chivito, mollejas al prosecco y bife ancho, se complementa con una cuidada selección de vinos y maridajes sugeridos por sommeliers en sala. El ambiente elegante y cálido, con luces bajas y mobiliario sofisticado, lo convierte en un espacio ideal para cenas especiales o encuentros informales con sello local.
Durante el día, el establecimiento ofrece dos espectáculos inmersivos. El primero, Vino 360, relata la historia de la vitivinicultura uruguaya a través de la trayectoria de la familia Pizzorno. Mediante seis proyectores sincronizados y audífonos trilingües (español, inglés, portugués), los visitantes son transportados a los viñedos y bodegas, en un recorrido educativo y sensorial.
Por la noche, Move 360 transforma el mismo espacio en un homenaje a la identidad uruguaya a través de la música y la danza, con énfasis en el candombe, el tango y otros elementos culturales. Esta dinámica ofrece a los turistas y residentes una alternativa innovadora a los espectáculos convencionales, integrando la experiencia gastronómica y audiovisual en un solo paquete.
UN PUNTO DE ENCUENTRO PARA MONTEVIDEANOS Y TURISTAS
Uno de los grandes logros de City Winery es haber captado no solo al visitante extranjero, sino también al público local. La pandemia dejó como legado un mayor interés por las experiencias en territorio propio, y la propuesta de los Pizzorno encontró eco entre los montevideanos que ahora pueden disfrutar de una experiencia vitivinícola sin salir de la ciudad.
La versatilidad del espacio permite visitas espontáneas: es posible pasar por la tarde, degustar una copa de vino y realizar la visita 360 sin necesidad de planificación previa. Esta flexibilidad contrasta con el formato más tradicional de la bodega en Canelones, donde las visitas requieren coordinación anticipada. City Winery se adapta así al ritmo urbano, ofreciendo una propuesta más relajada e informal.
PROPUESTA GASTRONÓMICA Y BOUTIQUE DE PRODUCTOS LOCALES
En la planta baja, junto al restaurante, funciona una boutique que refuerza el concepto de producto nacional. Además de vinos Pizzorno y de otras bodegas uruguayas que rotan periódicamente, se ofrecen artículos como aceite de oliva, dulce de leche artesanal, sales gourmet y textiles de la marca Tranquera. Este rincón apunta tanto al turista en busca de recuerdos como al residente que valora los productos de cercanía.
En cuanto a las propuestas gastronómicas, se pueden elegir platos individuales o acceder a menús de degustación. El “Clásico oriental” incluye dos copas de vino, dos entradas y un café, mientras que el “Banquete rioplatense” ofrece una experiencia más completa, con tres copas de vino reserva, entrada, principal, postre y café.
UNA EXPERIENCIA VINÍCOLA REGIONAL
Uno de los paquetes más destacados es el que combina el show inmersivo con una degustación de cinco vinos de diferentes regiones del país, cada uno maridado con un bocado representativo del lugar. “Queríamos ir más allá de Pizzorno, generar un vínculo con otras bodegas y mostrar la riqueza vitivinícola del Uruguay”, explica María. Esta cata ampliada, que cuesta $2.900, apunta a un público curioso que busca una visión más integral del panorama enológico nacional. Para quienes solo desean disfrutar del espectáculo, hay opciones desde $700 que incluyen una copa de vino.
La intención de los hermanos Pizzorno no es solo ampliar su marca, sino contribuir activamente al desarrollo del enoturismo urbano. Tomaron inspiración de propuestas similares en otras capitales del mundo, como la Heineken Experience en Ámsterdam o espacios gastronómicos con tango en Buenos Aires. “Montevideo necesitaba un lugar así”, afirman. Un sitio donde la cultura, la tradición y el vino converjan para ofrecer una experiencia única.
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A futuro, proyectan incorporar mejoras como un ascensor que garantice la accesibilidad a los tres pisos, continuar ampliando la oferta cultural y fortalecer las alianzas con otras bodegas y emprendimientos uruguayos.
City Winery Uruguay no es simplemente un restaurante, ni solo una bodega, ni exclusivamente una sala de espectáculos. Es todo eso a la vez: un espacio que reinventa el enoturismo en clave urbana, que rinde homenaje a la historia familiar sin dejar de mirar hacia adelante. Un lugar que invita a vivir el vino con todos los sentidos.