- Solo el 65% de los peruanos se considera “feliz o muy feliz”, frente al 79% de brasileños o 77% de colombianos.
- La felicidad está fuertemente asociada a las relaciones personales y al sentido de propósito en la vida.
La felicidad no depende únicamente de condiciones materiales. De acuerdo con el Índice de Felicidad Ipsos 2025, Perú es el país con menor percepción de felicidad en la región y uno de los más bajos a nivel global. Esta medición revela que solo el 65% de los peruanos se consideran felices, muy por debajo de otros países latinoamericanos como Brasil (79%), Colombia (77%) o Chile (73%).
La encuesta también muestra que los factores que más contribuyen a la felicidad no son necesariamente económicos: la mayoría de personas asocia su bienestar emocional con la calidad de sus relaciones humanas y la capacidad de encontrar sentido en su día a día.
Ante este escenario, las marcas enfrentan una oportunidad concreta: no solo satisfacer necesidades de consumo, sino aportar positivamente al bienestar emocional de las personas.
En ese contexto, la marca peruana de chocolates Sublime ha planteado como propósito “sumarle felicidad a la vida de los peruanos”. A lo largo de casi un siglo de historia, Sublime se ha posicionado como un símbolo de cercanía cotidiana, acompañando momentos simples, celebraciones pequeñas o actos espontáneos de afecto.
Su más reciente campaña, “Solo un peruano sabe”, busca resaltar esa conexión emocional, omitiendo deliberadamente su logotipo en piezas publicitarias para mostrar que el producto es reconocido no solo por su forma o sabor, sino por lo que representa: un gesto compartido, una pausa en el día, un recordatorio de lo familiar.
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“No hace falta decir el nombre cuando el producto ya forma parte de la vida de las personas. Eso es algo que no se construye con publicidad, sino con historia y cercanía”, afirma Pamela Reátegui, directora del negocio de Confitería de Nestlé Perú.
Un rol compartido en la construcción del bienestar
Las marcas tienen la posibilidad —y la responsabilidad— de construir vínculos que generen bienestar colectivo. En un país donde las cifras de felicidad revelan desafíos profundos, apostar por gestos cotidianos que suman al estado de ánimo de las personas puede ser una vía concreta de impacto.