El panorama del retail en Perú ha sido testigo de cambios significativos en los últimos años, especialmente con la salida de grandes marcas como Forever 21 y Tiendas Paris. Estas decisiones, que pueden parecer simplemente el resultado de un mal desempeño, ofrecen lecciones valiosas para el futuro de las tiendas por departamento en el país.
En 2015, Felipe Bayly, entonces gerente general de Cencosud en Perú, aseguraba que no había motivo para temer por el futuro de Tiendas Paris. El plan de expansión prometía la apertura de nuevas tiendas cada año. Sin embargo, la realidad se tornó muy diferente cuando, en plena pandemia, la marca se vio obligada a cerrar sus operaciones en el país, dejando atrás cerca de 78,999 m² de espacio comercial. Forever 21, que había ingresado al mercado peruano un año después, siguió un camino similar, cerrando su última tienda en agosto de 2024 y declarando bancarrota por segunda vez en Estados Unidos.
La historia de Tiendas Paris en Perú es un ejemplo claro de cómo una falta de entendimiento del consumidor local puede llevar al fracaso. A pesar de sus intentos de expansión, la marca no logró establecerse en Lima, donde el mercado ya estaba dominado por Saga Falabella y Ripley, que controlaban el 70% del market share. A pesar de contar con la imagen de Kendall Jenner para atraer clientes, la cadena no logró captar el interés del consumidor peruano, lo que se tradujo en una falta de propuestas de moda diferenciadas.
La situación se complica aún más cuando se considera la importancia del volumen de ventas y la logística en el negocio de las tiendas por departamento. Claudio Pizarro, profesor del Centro de Retail de la Universidad de Chile, señala que Paris no entendió que la rentabilidad en este sector requiere de un volumen significativo de ventas. En comparación, la misma marca posee 80 tiendas en Chile, a pesar de tener una población menor, lo que pone de manifiesto la falta de una estrategia sólida en Perú.
La fast fashion, representada por Forever 21, también enfrentó sus propios desafíos. Con solo dos tiendas abiertas en los últimos años, la marca finalmente decidió retirarse del mercado peruano, dejando un vacío que podría ser ocupado por nuevas marcas de moda. La falta de una propuesta atractiva y la incapacidad de adaptarse a las preferencias del consumidor local fueron factores críticos en su decisión de cerrar.
A medida que el retail evoluciona, se vuelve cada vez más evidente que la adaptación y la especialización son claves para el éxito. Eduardo Roncagliolo, profesor del PAD, enfatiza la importancia de comprender el poder adquisitivo del consumidor, la rotación de inventario y la cadena de distribución. Para mantenerse relevantes, las marcas deben ofrecer opciones atractivas y adaptarse rápidamente a las tendencias del mercado.
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El auge de la pandemia y el crecimiento del comercio electrónico han llevado a un cambio en la forma en que los consumidores interactúan con las marcas. La omnicanalidad se ha vuelto esencial, y las tiendas por departamento deben replantear su estrategia para integrarse en un ecosistema donde lo físico y lo digital coexisten. A medida que los consumidores se vuelven más tecnológicos, las tiendas físicas deben especializarse en áreas que todavía requieren una experiencia de compra tangible, como la moda femenina y la decoración.
Ante este panorama, el futuro del retail en Perú parece estar en una reconfiguración constante. Las marcas que logren entender y adaptarse a las necesidades del consumidor tendrán más posibilidades de sobrevivir. Mientras tanto, nuevas oportunidades surgen con la llegada de marcas como Stradivarius y Oysho, que buscan llenar el vacío dejado por los cierres de Forever 21 y Tiendas Paris.
En resumen, el cierre de Forever 21 y Tiendas Paris no solo refleja un fracaso empresarial, sino que también ofrece lecciones importantes para el futuro del retail en Perú. Las marcas deben aprender a escuchar al consumidor, adaptarse a sus necesidades y aprovechar las oportunidades que surgen en un mercado en constante evolución. La clave será encontrar el equilibrio entre lo físico y lo digital, ofreciendo una experiencia de compra que responda a las expectativas cambiantes de los consumidores.
Fuente: Gestión