El gigante asiático, China, ha reafirmado su ambicioso objetivo de crecimiento económico, fijando una meta de «alrededor del 5%» para el año 2025, una decisión que subraya la confianza del país en su capacidad de mantener una trayectoria ascendente a pesar de los vientos en contra generados por la persistente guerra comercial con Estados Unidos. Este anuncio, realizado en el marco de la Asamblea Nacional Popular, refleja la determinación del gobierno chino de equilibrar el crecimiento económico con la estabilidad social y el desarrollo sostenible, en un contexto global marcado por la incertidumbre y las tensiones geopolíticas. El primer ministro chino, Li Qiang, en su discurso inaugural ante la Asamblea, enfatizó que este objetivo de crecimiento no solo es crucial para estabilizar el empleo, mitigar riesgos económicos y mejorar la calidad de vida de la población, sino que también se fundamenta en el sólido potencial de crecimiento del país y en condiciones económicas favorables.
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Además, este objetivo está intrínsecamente ligado a las metas de desarrollo a mediano y largo plazo de China, consolidando su visión de un futuro próspero y equitativo. En este sentido, el gobierno chino ha delineado una serie de objetivos económicos complementarios para 2025, incluyendo una tasa de desempleo urbano que se espera se mantenga en torno al 5,5%, la creación de más de doce millones de nuevos empleos y una meta de inflación del 2%. Estas proyecciones reflejan la confianza del gobierno en su capacidad para gestionar la economía y mantener la estabilidad social, a pesar de los desafíos externos e internos. Para alcanzar estos ambiciosos objetivos, China planea implementar una política fiscal más proactiva, con el objetivo de reducir el déficit fiscal e impulsar el consumo interno. Esta política incluye un aumento del déficit previsto para 2025, que se situará en torno al 4% del PIB, en comparación con el 3% del año anterior. Esta medida busca estimular la demanda interna y fomentar la inversión, compensando así el impacto negativo de la guerra comercial con Estados Unidos y otros factores externos.
El gobierno chino también ha expresado su compromiso de optimizar la estructura del gasto público, priorizando las inversiones que beneficien directamente a la población, fomenten el consumo y mejoren la eficiencia en el uso de los fondos públicos. El primer ministro Li Qiang subrayó la importancia de una gestión financiera científica y el cumplimiento estricto de la disciplina financiera, al tiempo que hizo hincapié en la necesidad de evitar la extravagancia y el despilfarro. Estas declaraciones reflejan la preocupación del gobierno por garantizar la sostenibilidad fiscal y la eficiencia en el uso de los recursos públicos. A pesar de los desafíos que enfrenta, la economía china ha mostrado una notable resiliencia en los últimos años. En 2024, la segunda mayor economía del mundo logró una expansión del 5%, superando las expectativas de muchos analistas. En el último trimestre de 2024, el crecimiento del PIB chino se aceleró hasta el 1,6% en comparación con el trimestre anterior, lo que representa el mayor crecimiento trimestral desde el primer trimestre de 2023.
Este repunte económico sugiere que las medidas de estímulo implementadas por el gobierno están comenzando a dar sus frutos y que la economía china está ganando impulso. Sin embargo, el gobierno chino es consciente de los riesgos que plantea la creciente ola de unilateralismo y proteccionismo a nivel mundial. El primer ministro Li Qiang advirtió sobre el impacto negativo de las barreras comerciales y el bloqueo del sistema de comercio multilateral en la economía global. Estas declaraciones reflejan la preocupación de China por el futuro del comercio internacional y su compromiso con la defensa del libre comercio y la cooperación multilateral. A pesar de las críticas y las presiones externas, China ha mantenido su ambicioso objetivo de crecimiento del PIB, lo que demuestra su determinación de seguir avanzando en su camino hacia el desarrollo económico y social. Sin embargo, algunos analistas se muestran escépticos sobre la capacidad de China para alcanzar este objetivo, dado el entorno económico global incierto y los desafíos internos que enfrenta el país. Julian Evans-Pritchard, economista para China de Capital Economics, señaló que el apoyo fiscal y la flexibilización monetaria son más modestos de lo que podría parecer, y que esto podría no ser suficiente para impedir que el crecimiento se desacelere este año.
Otros analistas han destacado la importancia de las exportaciones y el estímulo fiscal de última hora para el cumplimiento del objetivo de crecimiento del año pasado, y han advertido que estos factores podrían no ser tan favorables en 2025. A pesar de estas dudas, el gobierno chino se mantiene firme en su compromiso de alcanzar su objetivo de crecimiento, y está implementando una serie de políticas y medidas para lograrlo. Estas incluyen el fomento de la innovación tecnológica, la promoción del consumo interno, la apertura de la economía a la inversión extranjera y la mejora del clima empresarial.
La estrategia económica de China para 2025 se erige como un delicado equilibrio entre ambición y pragmatismo, en un contexto global marcado por la incertidumbre económica y las tensiones geopolíticas. La fijación de un objetivo de crecimiento del PIB de «alrededor del 5%» refleja la determinación del gobierno chino de mantener una trayectoria de crecimiento constante, a pesar de los desafíos que plantea la guerra comercial con Estados Unidos y otros factores externos. Sin embargo, este objetivo también debe ser interpretado a la luz de las prioridades estratégicas de China, que incluyen la estabilidad social, el desarrollo sostenible y la reducción de la desigualdad. La política fiscal proactiva que planea implementar China, con un aumento del déficit previsto para 2025, es una señal de que el gobierno está dispuesto a asumir un mayor riesgo fiscal para impulsar el crecimiento económico.
Sin embargo, esta política también conlleva riesgos, como el aumento de la deuda pública y la posible inflación. Por lo tanto, es crucial que el gobierno chino gestione cuidadosamente su política fiscal, asegurando que las inversiones públicas sean eficientes y que la deuda pública se mantenga en niveles sostenibles. El fomento del consumo interno es otra pieza clave de la estrategia económica de China para 2025. El gobierno chino ha reconocido que el consumo interno es un motor de crecimiento cada vez más importante, y está implementando una serie de políticas para estimular la demanda interna. Estas incluyen la mejora de la seguridad social, el aumento de los ingresos disponibles de los hogares y la promoción del consumo de bienes y servicios nacionales. La innovación tecnológica es otro pilar fundamental de la estrategia económica de China. El gobierno chino ha identificado la innovación tecnológica como un motor clave para el crecimiento económico a largo plazo, y está invirtiendo fuertemente en investigación y desarrollo en áreas como la inteligencia artificial, la biotecnología y la energía renovable. La apertura de la economía a la inversión extranjera es otro elemento importante de la estrategia económica de China.
El gobierno chino ha expresado su compromiso de seguir abriendo su economía a la inversión extranjera, y está implementando una serie de medidas para facilitar la inversión extranjera y mejorar el clima empresarial. Sin embargo, algunos inversores extranjeros siguen preocupados por las barreras comerciales, la protección de la propiedad intelectual y la falta de transparencia en algunos sectores de la economía china. La mejora del clima empresarial es un factor crucial para atraer la inversión extranjera y fomentar el crecimiento económico. El gobierno chino ha reconocido la importancia de un clima empresarial favorable, y está implementando una serie de medidas para reducir la burocracia, mejorar la regulación y proteger los derechos de los inversores. Sin embargo, algunos empresarios siguen quejándose de la corrupción, la falta de transparencia y la dificultad para acceder al crédito. En resumen, la estrategia económica de China para 2025 es ambiciosa y compleja, y conlleva una serie de riesgos y desafíos. Para tener éxito, el gobierno chino debe gestionar cuidadosamente su política fiscal, fomentar el consumo interno, promover la innovación tecnológica, abrir la economía a la inversión extranjera y mejorar el clima empresarial. La capacidad de China para superar estos desafíos determinará su futuro económico y su papel en el mundo.
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El objetivo de crecimiento del 5% fijado por China para 2025 representa una declaración de intenciones en un contexto económico global incierto. La consecución de esta meta dependerá de la habilidad del gobierno chino para navegar por las tensiones comerciales, estimular la demanda interna y fomentar la innovación. La política fiscal proactiva, aunque necesaria, deberá ser gestionada con cautela para evitar un aumento insostenible de la deuda. El éxito de China en 2025 no solo tendrá implicaciones para su propia economía, sino que también influirá en la economía global. Un crecimiento robusto en China podría impulsar la demanda mundial y apoyar los precios de las materias primas, mientras que una desaceleración podría tener efectos negativos en el comercio y la inversión a nivel mundial. Por lo tanto, la comunidad internacional estará observando de cerca la evolución de la economía china en 2025,