Seth Meyer, economista jefe del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), reveló que México está a punto de superar a China como el mayor importador de productos agrícolas estadounidenses, incluyendo maíz, sorgo, soya, trigo y arroz.
En un foro a finales de 2024, Meyer destacó la sólida y creciente relación comercial entre ambos países. Mientras China mantiene un intercambio agrícola anual de 30 mil millones de dólares con Estados Unidos, México se acerca rápidamente con 29 mil millones, seguido de Canadá con 28 mil millones.
“La relación comercial entre México y Estados Unidos es mutuamente beneficiosa”, afirmó Meyer. “Por cada dólar que exportamos, México nos envía dos”.
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Resiliencia ante desafíos globales
A pesar de los desafíos globales como la guerra en Ucrania y los conflictos en el Mar Rojo, que han generado volatilidad en los precios de los alimentos y aumentado la incertidumbre, la relación comercial entre México y Estados Unidos ha demostrado ser resiliente.
Meyer señaló que el cambio climático representa una amenaza creciente para la agricultura mundial, afectando la producción y aumentando la presión sobre los productores. A pesar de la disminución en los precios de las materias primas, los costos de producción siguen siendo elevados, lo que reduce los márgenes de ganancia de los agricultores.
México y Estados Unidos: un mercado dinámico
La producción agrícola de México se ha visto afectada por sequías recientes, especialmente en 2023. Sin embargo, Meyer expresó optimismo sobre la recuperación de la producción de maíz gracias a las lluvias de la segunda mitad del año.
En Estados Unidos, los productores de cultivos enfrentan desafíos debido a la guerra en Ucrania y otros conflictos globales. Meyer anticipó una disminución del 9.6% en los beneficios del sector agrícola para finales de 2024.
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La creciente dependencia de Estados Unidos en el mercado mexicano de productos agrícolas refleja la importancia de esta relación bilateral. Sin embargo, ambos países enfrentan desafíos comunes, como el cambio climático y la volatilidad de los precios, que requieren de soluciones innovadoras y políticas agrícolas sólidas.