La regulación fintech en México: un equilibrio difícil. En 2018, México promulgó la Ley Fintech, que estableció un marco regulatorio para las empresas de tecnología financiera (fintech). Esta ley fue pionera en América Latina y, en cierto modo, en el mundo.
La ley contempla dos tipos de fintech: las Instituciones de Fondos de Pagos Electrónicos (IFPE), que ofrecen servicios como billeteras digitales y remesas, y las Instituciones de Fondos Colectivos (IFC), que operan fondos de inversión.
Desde su creación, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) ha autorizado a cerca de 72 fintech, pero también ha rechazado a más de 30.
Los motivos de los rechazos son variados, pero en general se deben a que las empresas no cumplieron con los requisitos establecidos en la ley. Estos requisitos son bastante rigurosos, y en ese sentido, parecidos a los que se exigen a las instituciones financieras tradicionales.
Entre los requisitos más importantes para obtener una licencia fintech se encuentran:
- Un capital mínimo de 10 millones de pesos mexicanos (unos 500.000 dólares).
- Una infraestructura tecnológica robusta y segura.
- Un sistema de gestión de riesgos efectivo.
- Un plan de negocios viable.
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La regulación fintech en México ha sido un éxito relativo. Por un lado, ha logrado proteger a los usuarios de estas empresas y ha creado un entorno más seguro para su operación.
Por otro lado, la rigurosidad de los requisitos ha hecho que muchas fintech desistan de su proceso de regularización. Esto ha limitado el crecimiento del sector y ha provocado que México pierda competitividad frente a otros países de la región.
Según publicó Dfsud.com