Nueva tienda en La Habana con productos españoles abre en MLC
En la actualidad, las tiendas que operan en Moneda Libremente Convertible (MLC) han adquirido un papel destacado en la economía cubana, no solo como espacios comerciales, sino también como un reflejo de las disparidades sociales y económicas que atraviesa la isla. Este viernes, el municipio Plaza de la Revolución, en La Habana, fue escenario de la apertura de una nueva tienda en MLC: “Amistad 26”, un establecimiento que promete ofrecer productos españoles a través de una alianza entre la Cadena de Tiendas Caribe y el proveedor vasco Aldaketa.
La tienda, que se encuentra en la intersección de Avenida 26 y Zapata, en un área concurrida de la ciudad, ha reabierto sus puertas con estanterías llenas de productos y un mensaje de servicio de calidad, en un intento por capturar la atención de los consumidores que puedan permitirse hacer compras en esta moneda extranjera. Sin embargo, más allá del relanzamiento comercial, la apertura de este minimercado ha puesto de nuevo sobre la mesa la división socioeconómica que caracteriza al sistema comercial cubano en la actualidad.
Orígenes y contexto de las tiendas en MLC
Las tiendas en MLC surgieron en Cuba en 2019 como una estrategia del gobierno para enfrentar la crisis económica y la escasez de divisas. Estas tiendas fueron inicialmente presentadas como una solución «temporal e indeseada» que permitiría a la población acceder a productos básicos de alta demanda mediante el pago en divisas extranjeras. Sin embargo, lo que comenzó como una medida emergente se ha convertido con el tiempo en un símbolo de la profunda desigualdad que persiste en la isla.
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El acceso a estas tiendas en MLC está limitado, ya que solo las personas que cuentan con divisas o acceso a tarjetas en moneda extranjera pueden adquirir los productos. Este sistema ha creado un mercado dual que afecta especialmente a las clases más vulnerables de la población cubana, quienes, al no poder acceder a esta moneda, se ven excluidos de los bienes que se venden en estas tiendas. Como consecuencia, se ha generado una especie de “división de clases” en términos de acceso al consumo, donde los productos básicos se distribuyen de manera desigual.
La reapertura de «Amistad 26»
La nueva tienda “Amistad 26”, que operará bajo el nombre de minimercado Caribe-Berría, busca afianzarse como un referente de calidad y variedad para los consumidores que puedan pagar con MLC. Gracias a la colaboración con Aldaketa, un proveedor vasco con más de 30 años de experiencia en el mercado cubano, los productos que se ofrecen incluyen una amplia variedad de artículos, desde alimentos secos hasta productos refrigerados y congelados, todos importados desde España.
Aldaketa es conocida por su extensa labor en la isla, abasteciendo tanto al sector hotelero como a supermercados. Esta empresa realiza más de 500 contenedores anuales desde su centro logístico en Galdakao, España, hasta el puerto del Mariel, lo que demuestra el volumen de importaciones que se manejan para satisfacer la demanda de los mercados en Cuba. Aunque los responsables de la tienda celebran esta reapertura como un logro y un ejemplo de las buenas prácticas comerciales, la realidad es que la población cubana sigue enfrentando enormes dificultades para acceder a bienes básicos, como alimentos y productos de higiene, debido a la escasez en el mercado nacional.
El impacto en la desigualdad social
Aunque las autoridades cubanas promueven estas tiendas como una fuente alternativa de abastecimiento, la realidad es que estas continúan siendo un recordatorio palpable de la crisis económica y de la desigualdad social. Las personas que no tienen acceso a divisas extranjeras se ven abocadas a depender de otros canales de distribución, como el mercado informal o la compra en tiendas en moneda nacional, donde los precios suelen ser más altos y la calidad de los productos puede ser inferior.
El sistema de tiendas en MLC ha creado una división clara entre quienes pueden permitirse acceder a productos de alta calidad y quienes no. Las familias de ingresos bajos, que representan una parte significativa de la población cubana, se ven relegadas a una situación en la que las opciones de consumo se ven restringidas por su capacidad para generar ingresos en divisas, lo que genera una sensación de exclusión.
¿Una solución o un agravamiento de los problemas estructurales?
Si bien el gobierno cubano ha presentado las tiendas en MLC como una medida para aumentar la disponibilidad de productos y captar divisas para el país, la realidad es que, a medida que el tiempo pasa, este tipo de comercios parece más un parche que una solución integral. En lugar de fomentar la equidad y la inclusión, las tiendas en MLC refuerzan las desigualdades ya existentes y dificultan el acceso de las clases más desfavorecidas a los bienes necesarios para su subsistencia.
Algunos críticos sostienen que el modelo de tiendas en MLC solo contribuye a acentuar la desigualdad social y económica, sin abordar las deficiencias estructurales que atraviesa la economía cubana. A largo plazo, las políticas de este tipo podrían generar un mayor distanciamiento entre diferentes grupos sociales, ya que el acceso a productos básicos no está determinado por la necesidad, sino por la capacidad económica para adquirir divisas.
El futuro de las tiendas en MLC y la economía cubana
El futuro de las tiendas en MLC sigue siendo incierto. Si bien han generado ingresos para el gobierno y han permitido la llegada de productos extranjeros a Cuba, la exclusión de una gran parte de la población y las tensiones sociales generadas por el sistema siguen siendo temas candentes. Con una crisis económica que se prolonga en el tiempo, el reto del gobierno cubano será encontrar soluciones más equitativas que puedan atender las necesidades de todos los ciudadanos, sin depender exclusivamente de mecanismos que beneficien a quienes tienen acceso a divisas.
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La apertura de nuevas tiendas en MLC, como el minimercado Caribe-Berría, sigue siendo una muestra de la creciente dualidad del mercado cubano, que cada vez más se aleja de una economía inclusiva y accesible para todos. En lugar de ser una solución a la crisis económica, estas tiendas parecen evidenciar las profundas desigualdades que siguen marcando la vida cotidiana en Cuba.