La marca blanca ha tomado un protagonismo sin precedentes en el mercado de la alimentación en España, convirtiéndose en un elemento clave para entender el presente y el futuro de los supermercados en 2025. Durante el periodo de agosto de 2023 a julio de 2024, un impactante 58,5% de los alimentos comprados en España pertenecían a marcas propias de los distribuidores, superando con creces la media europea del 39,2%. Este fenómeno posiciona a España como la vanguardia del consumo de productos de marca blanca, donde cada vez más hogares eligen estas opciones no solo por su coste, que se sitúa de media un 15% por debajo de las marcas tradicionales, sino también por la mejora en la calidad y variedad que ofrecen.
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Esta tendencia ha generado un cambio en la dinámica de competencia entre fabricantes y cadenas de supermercados. A lo largo de los años, hemos presenciado cómo gigantes como Mercadona y Carrefour han modificado su enfoque, disminuyendo la inclusión de marcas tradicionales en favor de sus propias líneas de productos. Según Juan Viñas, experto en marketing del gran consumo, «todas las cadenas están apostando por la marca blanca como su arma estratégica para competir y fidelizar a los consumidores», lo que indica que esta no es una mera tendencia pasajera, sino una reconfiguración estructural del sector. Este giro refleja hábitos de consumo que evolucionan desde una búsqueda de soluciones económicas durante períodos de crisis hacia la integración de calidad y diversidad como factores clave en las decisiones de compra.
Las cifras también indican un notable cambio en la percepción de los consumidores. Un 79% de ellos reconoce que la calidad de los productos de marca blanca ha mejorado significativamente en los últimos años. Además, un 51% afirma que más de la mitad de sus compras corresponden a estas marcas. Las cadenas de supermercados han respondido a esta demanda no solo a través de estrategias de precios, sino también innovando en sus productos. Por ejemplo, Lidl, que cuenta con un asombroso 88% de su surtido en marca propia, ha manifestado que esta estrategia les permite controlar la calidad desde los proveedores, asegurando que ofrecen productos que cumplen con las expectativas de sus clientes sin sacrificar precios accesibles.
Por su parte, Alcampo también se involucra en esta batalla competitiva, con un 20% de su oferta total bajo marca propia, mientras que al mismo tiempo mixa ofertas de marcas de fabricantes, destacando la exclusividad y la calidad de productos que apelan a diferentes segmentos del mercado. Aseguran que en sus tiendas hay una amplia gama que incluye opciones económicas, productos gourmet y marcas reconocidas, lo que les posiciona como un punto de encuentro entre calidad y precio en un mercado saturado.
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El panorama de los supermercados en 2025 estará marcado por esta intensa competencia. Con las marcas blancas reconfigurando el paisaje de la alimentación, los supermercados deberán seguir innovando y adaptando sus ofertas para no solo satisfacer la demanda de precios competitivos, sino también la creciente expectativa de calidad de los consumidores. Esta evolución podría derivar en un futuro donde las marcas tradicionales deban redefinir sus estrategias para mantenerse relevantes en un mercado que, a lo largo de los años, ha cambiado de manera radical.