El mercado de delivery en España, que vio un auge significativo durante la pandemia, enfrenta actualmente una serie de desafíos y transformaciones. Glovo, Just Eat y Uber Eats, los principales actores en este segmento, están en una intensa competencia no solo por la parte del mercado que queda, sino también por la forma en que gestionan su modelo laboral y las repercusiones legales que esto conlleva. La situación se ha complicado con la reciente decisión de Glovo de convertir a sus repartidores, que anteriormente eran autónomos, en trabajadores con contrato laboral. Esta medida, que busca responder a las demandas de la Inspección de Trabajo y las sanciones pasadas por la claseficación incorrecta de sus trabajadores, tiene como telón de fondo la nueva legislación laboral, conocida como la ‘Ley Rider’, que prohíbe la contratación de falsos autónomos. A pesar de que Glovo pretende dar un paso hacia la «paz social», este movimiento ha suscitado preocupaciones sobre su viabilidad económica, puesto que la compañía continúa enfrentando pérdidas.
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La decisión de Glovo también responde a un contexto de presión regulatoria creciente, en el que se ha visto obligada a adaptar su modelo de negocio. La investigación por parte de la Comisión Europea y las sanciones continuas signifycan que la empresa no solo debe cumplir con las normas laborales recientes, sino que también debe enfrentar las demandas de competencia desleal. Esta situación ha debilitado la posición de Glovo en el mercado, como lo evidencia una caída del 12% en las acciones de su empresa matriz, Delivery Hero, tras el anuncio de la transición hacia contratos laborales. En este escenario, Just Eat ha aprovechado la debilidad de su competidor, reclamando 295 millones de euros en daños por competencia desleal, consolidándose como un jugador que opera dentro de las normativas vigentes y que puede presentar una imagen más estable a inversores y consumidores.
Por su parte, Uber Eats está lidiando con sus propios desafíos en el mercado. Aunque ha optado por un modelo de colaboración con flotas de mensajería, lo cual le permite cumplir con la legislación española, ha encontrado dificultades para atraer repartidores, muchos de los cuales prefieren trabajar de manera autónoma con Glovo, a pesar de las implicaciones legales. Esta competencia entre plataformas se ha intensificado a medida que ninguna de las empresas puede permitirse una reducción significativa de su base de repartidores, ya que esto afectaría directamente su capacidad operativa y sus ventas. Mientras tanto, la creciente desaceleración del mercado de delivery añade una capa de urgencia a las estrategias de crecimiento de estas empresas. Aunque se espera que el sector genere ingresos por casi 8.000 millones de euros en 2024, las proyecciones indican un crecimiento mucho más sólido en el ámbito de la compra online en comparación con el delivery de comida, lo que podría cambiar la dinámica de competencia entre estas plataformas.
Por otro lado, la ralentización del mercado de delivery, tras el auge pandémico, presenta un nuevo dilema. Con un descenso en los pedidos en el último año, los consumidores han vuelto a visitar restaurantes, lo que pone presión sobre las aplicaciones de delivery para recuperar la cuota de mercado perdida. La penetración del delivery, aunque ha crecido en comparación con los niveles previos a la pandemia, deberá adaptarse a un cambio en el comportamiento del consumidor que muestra un claro interés por la experiencia de comer fuera. Este cambio de tendencia refuerza la necesidad de que las empresas no solo compitan en precios y servicios, sino que también ofrezcan una propuesta de valor que resuene con los consumidores en un entorno más competitivo y regulado.
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El sector de delivery en España está en un punto crítico de reconfiguración. Con tres fuertes competidores que se enfrentan a desafíos legales y de rentabilidad, cada uno está tratando de navegar un entorno cambiante, en el que la lealtad del consumidor y la adaptabilidad operativa serán claves para el éxito futuro. Las modificaciones en la estructura laboral de Glovo, la respuesta de Just Eat ante la competencia y las estrategias de Uber Eats para fidelizar a sus repartidores reflejan un mercado que se adapta a regulaciones más estrictas al tiempo que lucha por mantenerse relevante frente a un consumidor que, aunque inicialmente alentado por la conveniencia del delivery, está volviendo a explorar otras opciones para su experiencia gastronómica.