España se posiciona como el quinto país europeo en sostenibilidad empresarial, un avance significativo reflejado en el último Informe Europeo de Pagos de Intrum, que revela que el 67% de las empresas españolas han intensificado sus esfuerzos hacia un modelo más sostenible. Este dato positivo indica un crecimiento constante en la adopción de prácticas sostenibles, ya que en 2022 solo el 60% de las empresas españolas reportaron avances en esta área, cifra que aumentó al 64% en 2023. La tendencia general en Europa también muestra un desarrollo hacia la sostenibilidad, con un 63% de las empresas adoptando medidas, destacando a Suiza como líder con un 75%. Esta realidad pone de manifiesto no solo la creciente conciencia entre las empresas sobre la importancia de la sostenibilidad, sino también su voluntad de alinearse con las normativas internacionales y las expectativas del mercado.
El informe señala que las empresas españolas están reconociendo cada vez más el valor de integrar criterios sostenibles en su estrategia empresarial, lo que refuerza su imagen corporativa y contribuye a su desarrollo a largo plazo. Este reconocimiento se traduce en un cambio gradual en la cultura empresarial del país, donde las organizaciones están comenzando a entender que la sostenibilidad no es solo un cumplimiento normativo, sino una oportunidad para diferenciación y competitividad en el mercado. Sin embargo, aunque el dato general es alentador, la realidad es que hay una presión considerable sobre las empresas para adaptarse. En este sentido, el 54% de las empresas comparten la preocupación de que la falta de medidas sostenibles podría resultar en la pérdida de clientes, aunque esta cifra ha bajado ligeramente del 55% en 2023. Este descenso podría interpretarse como un cambio de mentalidad hacia una adopción más proactiva de prácticas responsables, aunque aún queda trabajo por hacer.
No obstante, el camino hacia la sostenibilidad no está exento de obstáculos. Uno de los principales desafíos que enfrentan las empresas españolas es el impacto de los retrasos en los pagos de sus clientes, un factor que impide a muchas de ellas destinar fondos a la renovación de equipos o a la implementación de iniciativas sostenibles; el 62% de las empresas consideran este retraso como un impedimento significativo en sus esfuerzos medioambientales. Esto sugiere que la salud financiera de las empresas no solo afecta su capacidad para invertir en sostenibilidad, sino que también se convierte en un tema de responsabilidad compartida dentro de la cadena de suministro. Además, la presión operativa, que engloba la necesidad de gestionar recursos y cumplir con normativas complejas, es vista como un problema por el 39% de las empresas. Este aspecto es especialmente problemático para las pequeñas y medianas empresas (pymes), que a menudo carecen de los recursos necesarios para implementar cambios estructurales en sus operaciones.
El hecho de que una gran parte del tejido empresarial español esté luchando con estas cuestiones pone en relieve la importancia de contar con un marco de apoyo que fomente la inversión en sostenibilidad. Las políticas públicas y los incentivos pueden desempeñar un papel crucial en este proceso, al ofrecer a las empresas recursos y orientación necesarios para llevar a cabo su transición sostenible. Asimismo, las colaboraciones entre empresas y organismos gubernamentales, así como la educación y capacitación en sostenibilidad, son fundamentales para ayudar a las organizaciones a superar las barreras financieras y operativas.
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Aunque España ha mostrado avances notablemente positivos en sostenibilidad empresarial, con un sólido porcentaje de empresas que están intensificando sus esfuerzos en este ámbito, aún persisten desafíos considerablemente. La combinación de la presión del mercado, las limitaciones financieras y la complejidad normativa sugiere que, para que las empresas puedan avanzar de manera efectiva hacia un modelo sostenible, se necesitan políticas claras y recursos de apoyo. El futuro de la sostenibilidad empresarial en España depende no solo de la voluntad de las organizaciones para cambiar, sino también de un ecosistema que facilite esta transformación. Mantener la tendencia positiva es esencial, y la superación de los obstáculos actuales es un paso vital hacia la construcción de un futuro empresarial más verde y responsable.