La multinacional de moda Inditex, conocida por sus marcas como Zara, Massimo Dutti y Pull&Bear, está pasando por un momento crucial en su historia comercial en España. Un reciente análisis revela cómo la compañía ha cerrado alrededor de 200 tiendas en un solo año, afectando desproporcionadamente a las ciudades pequeñas y a la España interior. Este fenómeno se encuentra en el contexto de una estrategia mayor que busca optimizar la presencia de la marca en un entorno cada vez más digital y competitivo. La filosofía comercial de Inditex, reflejada en su reciente plan de cierre de tiendas, ha generado preocupación y controversia, sobre todo entre los ayuntamientos y comunidades afectadas, quienes sostienen que estos cierres son un “daño irreparable” para sus economías locales.
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El proceso de cierre de tiendas de Inditex no es un cambio repentino, sino el resultado de una estrategia que se ha ido gestando desde hace varios años. En 2020, Pablo Isla, el entonces presidente de la empresa, anunció un plan de concentración que no sólo pretendía adaptarse a los retos impuestos por la pandemia del coronavirus, sino también responder a cambios estructurales en el comercio minorista que venían gestándose desde tiempo atrás. Esta política se ha traducido en una reducción drástica de su red de tiendas en España, lo que genera inquietud no solo entre los empleados despedidos, sino también entre las comunidades locales que dependen de estas tiendas para su vitalidad económica. La desaparición de Inditex en localidades como Teruel y la difícil situación en otras ciudades como Ciudad Real y Guadalajara son síntomas de un cambio más amplio en el panorama comercial español.
La situación es especialmente alarmante en ciudades como Ciudad Real, donde en 2023 se reportaron cierres de hasta ocho establecimientos de Inditex, lo que resultó en la pérdida de 78 puestos de trabajo y una reducción del 40% en la oferta comercial, según Comisiones Obreras. Este tipo de cambios no solo afecta a los trabajadores de las tiendas, sino que también tiene un impacto en los pequeños comercios locales que a menudo dependen de la afluencia de clientes generada por las tiendas de gran renombre. La falta de diversidad comercial que resulta de estos cierres puede llevar a un ciclo vicioso de declive económico en esas áreas, donde la combinación de desempleo y reducción de la oferta puede desalentar aún más a los consumidores y a otras empresas a invertir en la región.
El cierre de tiendas también es indicativo de un movimiento más amplio hacia la urbanización y la metropolización. En la actualidad, muchas empresas están reorientando sus estrategias hacia las grandes ciudades, donde creen que pueden encontrar un mercado más lucrativo y una mayor concentración de consumidores. Este fenómeno se ve acentuado por el aumento de los costos laborales y la presión inflacionaria sobre las materias primas y la energía, que hacen que operar en ciudades más pequeñas resulte menos competitivo. Según el economista senior Leopoldo Torralba, esta metropolización crea un ciclo virtuoso; las grandes ciudades atraen talento, y el aumento del salario en estas áreas a menudo resulta en una mayor calidad de vida, lo que a su vez alimenta un crecimiento continuo.
Sin embargo, esta tendencia no se limita a Inditex; muchas otras empresas en diferentes sectores han seguido un camino similar. Desde el estallido de la crisis económica y, en particular, de la pandemia, se ha evidenciado un cambio significativo hacia las áreas metropolitanas, lo que ha llevado a una desconexión entre las grandes ciudades y la España interior. Las pequeñas localidades que anteriormente contaban con una presencia sólida de marcas reconocidas están viendo cómo sus mercados se deterioran lentamente, lo que puede resultar en un paisaje comercial desolador.
Es crucial considerar el impacto que esta transformación tiene en la comunidad y en la economía local. La pérdida de tiendas no solo significa menos empleos, sino que también puede disminuir la competitividad de la región. Con cada cierre, hay una reducción en la oferta de productos y servicios, lo que obliga a los residentes a desplazarse a las ciudades cercanas para satisfacer sus necesidades de compra, lo que implica costos adicionales y pérdida de tiempo. Además, la llegada de grandes cadenas a las zonas urbanas también puede provocar la muerte de pequeños negocios locales, que no pueden competir con los precios y la variedad que ofrecen los gigantes del retail.
Un aspecto importante que surge de este análisis es la interrelación entre la estrategia comercial de las grandes marcas y la salud económica de las poblaciones más pequeñas. Los cierres de Inditex en lugares como Ciudad Real también se han visto reflejados en la eliminación de su formato infantil Kiddy’s Class, que resultó en el despido de 300 personas y el cierre de 42 tiendas, muchas de las cuales estaban ubicadas en pequeñas ciudades. Esta absorción del formato por parte de Zara es un síntoma del enfoque de la empresa en maximizar su eficiencia operativa y atender a un mercado más grande, pero también muestra una falta de compromiso con el mantenimiento de una red diversa que pueda beneficiar a todos los consumidores, independientemente de dónde vivan.
De cara al futuro, la situación de Inditex y su enfoque hacia la concentración de tiendas pone de relieve un dilema crítico: ¿cómo puede una empresa balancear la necesidad de optimización con la responsabilidad social de mantener un comercio vibrante y accesible en toda España? La respuesta a esta pregunta no es sencilla y requiere una reflexión profunda sobre el papel de las corporaciones en las comunidades en las que operan. Si bien los ajustes en la estrategia comercial pueden ser imprescindibles para asegurar la viabilidad económica de una empresa, también es fundamental considerar el impacto en el bienestar de las comunidades latinoamericanas y locales.
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La actual política de cierres de Inditex y su enfoque hacia las grandes urbes revela no solo una reestructuración interna necesaria para mantener la competitividad en el mercado, sino también un cambio alarmante en el comercio español que podría tener repercusiones a largo plazo en su tejido social y económico. Mientras la compañía se concentra en optimizar su modelo de negocio y fortalecer su presencia en las grandes ciudades, se hace imperativo que tanto las empresas como los reguladores locales encuentren formas de equilibrar esta estrategia con el objetivo de fomentar el desarrollo y la sostenibilidad de las pequeñas localidades. La historia de Inditex en España sirve como un recordatorio de que el crecimiento empresarial no debe venir a expensas del bienestar de las comunidades que han sido parte de su éxito.