El envejecimiento acelerado de la población en España representa un desafío significativo tanto para el sector del retail como para la sociedad en su conjunto. Con una tasa de natalidad que se sitúa entre las más bajas de Europa, se estima que para 2035, el 26,5% de la población tendrá más de 65 años. Este cambio demográfico no solo afectará la estructura del mercado laboral, sino también los patrones de consumo que están en constante evolución. Según un informe del McKinsey Global Institute, actualmente, los adultos mayores de 65 años son responsables de una parte considerable del gasto en Europa, Estados Unidos y China, y para 2050, se espera que ese monto se incremente, lo que subraya la necesidad urgente de que las cadenas de supermercados adapten sus estrategias para atender a este grupo demográfico.
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Las transformaciones en el entorno físico de las tiendas ya han comenzado. Muchas cadenas están realizando reformas que incluyen la reducción de la altura de las estanterías y la mejora de la ergonomía de los carritos de la compra, facilitando el acceso a productos para aquellos con movilidad reducida. Además, se está prestando atención al diseño de la cartelería y las etiquetas, que ahora son más grandes y legibles. Aunque estos cambios representan un avance, hay quienes opinan que aún queda camino por recorrer. El caso de Japón se menciona como un ejemplo a seguir, ya que muchos supermercados allí ofrecen servicios complementarios para mayores, como atención médica, clases de ejercicio e incluso servicios estéticos. En contraste, en España, aunque algunos supermercados como Mercadona y Alcampo han introducido líneas de productos específicamente diseñadas para el público sénior, la transformación en el sector retail aún es limitada y necesita una adopción más amplia.
Aparte de la adaptación física de las tiendas, el envejecimiento de la población también afecta al mercado laboral. Se proyecta que en los próximos 25 años, un 50% de la población activa alcanzará la edad de jubilación. Este fenómeno puede complicar la retención y atracción de talento, especialmente en oficios tradicionales del sector alimentario como la carnicería o la panadería, donde el relevo generacional se está convirtiendo en un problema evidente. Por lo tanto, muchas cadenas han comenzado a invertir en la formación de nuevos profesionales a través de escuelas de oficios y acuerdos con instituciones educativas, reconociendo que sin suficiente mano de obra calificada en estas áreas, es difícil mantener la calidad en los mostradores de productos frescos.
La situación es apremiante, dado que aproximadamente 900 personas se jubilan diariamente en España, acumulando cerca de 327.000 jubilaciones anuales. Este panorama plantea serias preguntas sobre qué sucederá con la amplia economía de servicios en el país. Aunque se están explorando soluciones como la automatización y la robótica, estas herramientas no serán suficientes por sí solas para afrontar el impacto del envejecimiento poblacional. La previsibilidad de los cambios demográficos podría ser vista como una ventaja para los responsables de políticas públicas, pero las respuestas han sido lentas y, en ocasiones, insuficientes.
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El envejecimiento de la población constituye un reto multidimensional que exige que el sector retail ajuste sus estrategias tanto en la forma en que se diseñan los espacios comerciales como en la manera en que se gestionan los recursos humanos. Este proceso de adaptación no solo tiene implicaciones económicas y operativas, sino que también es fundamental para crear un entorno más inclusivo y accesible para una base de consumidores que está cambiando rápidamente. La capacidad del retail para enfrentar estos desafíos determinará no solo su éxito a largo plazo, sino también su papel en la configuración de una sociedad que cada vez se adapta más a las necesidades de una población mayor.