Con sólo el 10% de los españoles se siente satisfecho con bienestar familiar
En la actualidad, el uso de la tecnología está tan integrado en nuestras vidas que es fácil pasar por alto cómo afecta nuestra salud física y mental. Aunque muchas personas disfrutan de las ventajas de las herramientas digitales, una pequeña parte de la población en España siente que tiene un control equilibrado sobre su bienestar digital. Según el I Estudio de Bienestar Digital, elaborado por ING, sólo el 10% de los españoles cree que tiene bienestar digital. Este estudio pone en relieve la importancia de mantener una relación saludable con la tecnología, y cómo la desconexión digital es crucial para mejorar el bienestar general.
Uno de los hallazgos más preocupantes del estudio es que aunque más de la mitad de la población española cree que es necesario implementar un protocolo de desconexión digital, solo el 16% cuenta con uno. Esto muestra una desconexión entre la percepción y la acción. Aunque se reconoce la necesidad de controlar el uso de la tecnología, pocos logran implementarlo de manera efectiva. La sobrecarga de notificaciones y el constante acceso a herramientas digitales pueden interferir con la capacidad de una persona para desconectarse, lo que impacta negativamente su salud mental.
Vea también: Publicis Groupe España adquiere 3dids.com para reforzar su oferta eCommerce
Además, el informe también revela que el 63% de los encuestados cree fundamental apagar el móvil en momentos clave para mejorar su bienestar, pero solo el 39% lo hace de manera regular. Esta contradicción resalta cómo la dependencia tecnológica afecta la vida diaria de las personas. Muchas veces, aunque las personas son conscientes de que necesitan desconectarse, no logran hacerlo por miedo a perderse de algo o por la costumbre de estar siempre conectadas.
Uno de los aspectos menos discutidos del uso de la tecnología es su impacto ambiental. Según el estudio, solo un 5,6% de los españoles tiene un conocimiento profundo de la contaminación digital. Este concepto, relativamente nuevo, abarca el uso irresponsable de los recursos energéticos y tecnológicos que generan emisiones de carbono. Cada correo electrónico enviado, cada búsqueda en internet y cada archivo guardado en la nube contribuye a la contaminación del planeta. Aunque parece algo intangible, las infraestructuras digitales, como los servidores, consumen enormes cantidades de energía.
La falta de conciencia sobre este problema ambiental es preocupante. ING ha lanzado el proyecto “Bienestar Digital: La vida digital que SÍ. Menos contaminante, menos estresante” para educar al público sobre los impactos negativos del consumo digital excesivo y promover un uso más equilibrado de la tecnología. Este esfuerzo subraya la necesidad de reducir la huella de carbono generada por la tecnología y de adoptar hábitos más sostenibles.
Como parte del proyecto, ING ha puesto a disposición de la sociedad varias herramientas para ayudar a las personas a tomar conciencia de su relación con la tecnología. Entre ellas se encuentra un autodiagnóstico en su página web, donde los usuarios pueden reflexionar sobre sus hábitos digitales y obtener consejos prácticos para mejorarlos. Además, ING ha lanzado un decálogo de desconexión digital que ofrece pautas para reducir la dependencia de las herramientas digitales y fomentar una vida más equilibrada.
También se ha publicado una pieza audiovisual protagonizada por el aventurero y presentador Jesús Calleja titulada “Yo tampoco lo sabía”, que busca educar sobre los efectos de la contaminación digital. A esto se suma el podcast de ficción “Delete”, dirigido por Álvaro de Cózar, que explora diversos aspectos del impacto de la tecnología en la vida cotidiana.
Durante la presentación del estudio, se celebró una mesa redonda con expertos en tecnología, psicología y sostenibilidad digital, quienes reflexionaron sobre las implicaciones de la contaminación digital en la vida de las personas y el medio ambiente. Esther Paniagua, periodista y escritora, destacó el concepto de “doble contaminación” digital, que afecta tanto a nivel personal como ambiental. Según ella, es posible reducir el impacto negativo de las herramientas tecnológicas sin renunciar a ellas, promoviendo un uso más consciente y sostenible.
Manuel Armayones, doctor en psicología e investigador, añadió que el constante bombardeo de estímulos digitales altera la capacidad de las personas para concentrarse y mantener un equilibrio emocional. Subrayó la importancia de fomentar un entorno que respalde la desconexión saludable, lo que requiere no solo cambios en los hábitos individuales, sino también reformas a nivel cultural y regulatorio.
Por su parte, Pablo Gámez Cersosimo, periodista y consultor en sostenibilidad digital, señaló que la invisibilidad de la infraestructura tecnológica contribuye a la falta de conocimiento sobre el impacto ambiental del ecosistema digital. Identificar los hábitos más contaminantes, como el uso excesivo de datos y la elevada demanda de energía, es crucial para poder abordarlos y promover un futuro más sostenible.
Lucía Halty, psicóloga especializada en salud mental digital, aportó una perspectiva sobre la relación emocional de las personas con la tecnología. Destacó que muchas veces la tecnología se utiliza como un medio para regular las emociones, lo que puede llevar a una dependencia insana. Generar mayor conciencia sobre el papel que juega la tecnología en nuestras vidas es fundamental para recuperar el control y fomentar una relación más saludable.
Vea también: Normal a tope con 25 tiendas en España con dos nuevas aperturas
El I Estudio de Bienestar Digital pone de manifiesto la urgente necesidad de que las personas reconsideren su relación con la tecnología. Si bien las herramientas digitales han facilitado innumerables aspectos de la vida moderna, también han creado nuevas presiones y desafíos que pueden afectar negativamente el bienestar personal y el medio ambiente.
Promover un equilibrio entre la vida digital y la vida offline es esencial para alcanzar un bienestar integral. Adoptar prácticas como apagar el móvil en momentos clave, implementar un protocolo de desconexión digital y ser conscientes del impacto ambiental del uso de internet son pequeños pasos que pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida y la sostenibilidad del planeta.