El consumo de bebidas sin o bajas en alcohol está en aumento en España, impulsado por una combinación de factores sociales, económicos y culturales. Este fenómeno no solo abarca cervezas, sino que también se extiende a vinos y espirituosos, lo que refleja una diversificación en el mercado. El porfolio de cervezas sin alcohol se ha expandido significativamente, con bodegas que comienzan a experimentar con vinos sin alcohol y empresas de aperitivos que innovan con versiones 0,0. Este cambio es impulsado principalmente por las nuevas generaciones, quienes muestran una clara preferencia por opciones de bajo contenido alcohólico, demandando productos que se alineen con su estilo de vida más saludable y responsable.
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El análisis de precios revela que, en octubre de 2024, las cervezas sin alcohol experimentaron un aumento del 4,1% en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), a diferencia de otras categorías como la cerveza rubia, que informó una ligera disminución de precios. Este crecimiento sostenido en precios refuerza la percepción de que las bebidas sin alcohol están ganando un lugar especializado en el mercado. En paralelo, el consumo de alcohol en los hogares está en declive, con una caída del 3,3% en la demanda de cervezas y una reducción del 0,7% en las bebidas espirituosas, según el informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). Este descenso sugiere un cambio significativo en los hábitos de consumo de las familias españolas, que cada vez optan más por alternativas que no afecten su salud ni su bienestar.
La evolución del consumo también se ve reflejada en las ventas en supermercados, donde las cervezas sin alcohol han tenido un incremento en volumen de litros vendidos del 2,5%, superando la media de la categoría general. De hecho, se estima que las ventas de cervezas sin alcohol en España ascendieron a 233,6 millones de euros, lo que muestra un crecimiento notable en comparación con las cervezas tradicionales. Este cambio en las dinámicas de compra se ha visto facilitado en gran parte por el interés de los jóvenes, en particular a los millennials, que según un estudio reciente, eligen bebidas sin alcohol en un 41% de las ocasiones al salir. Sin embargo, a pesar de esta preferencia, todavía existe una presión social que lleva a una parte de la población a justificarse por sus elecciones saludables.
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Finalmente, las metas establecidas por la Dirección General de Tráfico (DGT) para 2025 indican un deseo de reducir las tasas de alcoholemia en las carreteras, lo que apoya aún más el crecimiento de las bebidas sin alcohol. Este halo de cambios culturales y normativos culmina en un contexto donde el consumo responsable se vuelve indispensable. Así, el auge de las bebidas sin alcohol no solo refleja una tendencia pasajera, sino que parece haber llegado para quedarse, prometiendo transformar de manera significativa el panorama del consumo en la industria alimentaria.