En su segundo proceso de reorganización judicial en menos de cuatro años, Tiendas Corona busca encontrar eficiencias operativas con una oficina en Shanghái. Este movimiento, anunciado en octubre, se ha convertido en una pieza clave para estabilizar la empresa y negociar con los fabricantes chinos, quienes representan un tercio de sus pasivos, equivalentes a US$ 22 millones. Sin embargo, el camino no ha sido sencillo, y los desafíos han puesto en evidencia las tensiones en las relaciones comerciales internacionales.
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Para optimizar sus operaciones en Asia, Corona constituyó una sociedad en China llamada Zhipu Trading. Esta iniciativa buscaba facilitar la interacción con proveedores locales mediante actividades como negociación de precios, comprobación de muestras y control de calidad. La familia Schupper, controladores de la empresa, trabajó con el estudio de abogados Buren en Ámsterdam para establecer esta sociedad. Sin embargo, los problemas financieros internos de Corona comenzaron a afectar su capacidad de pago, complicando las relaciones con los fabricantes asiáticos.
La compleja reorganización de Tiendas Corona
Uno de los principales obstáculos en el proceso de recuperación de Corona fue la cláusula de «cash sweep» establecida en su primer acuerdo de reorganización. Esta cláusula obligaba a destinar cualquier excedente de caja al pago de deudas. Aunque el boom de consumo impulsado por los retiros de las AFP permitió prepagar toda su deuda en 2022, la falta de financiamiento posterior dejó a la empresa sin capital de trabajo. Este déficit, combinado con la inflación post-pandemia, afectó su estabilidad operativa.
Los problemas financieros de Corona se tradujeron en retrasos en los pagos a proveedores. Lo que inicialmente eran plazos de 30 días, se extendieron a 90, 120 e incluso 160 días. Esto generó descontento entre los fabricantes chinos, como se evidenció en la demanda presentada por Gustavo Qian, propietario de Tulipán Enterprise, quien acusó a Corona de adeudarle cerca de US$ 400 mil. La situación también atrajo la atención de la aseguradora estatal china Sinosure, que calificó a Corona como una empresa de alto riesgo, afectando aún más sus relaciones comerciales.
Para enfrentar la crisis, Corona realizó cambios en su liderazgo. Claudio Muñoz fue reemplazado por Juan Manuel González como presidente, y Allan Hornig asumió la gerencia general en lugar de Ernesto Bartel. Hornig viajó personalmente a China para negociar nuevos plazos de pago con los proveedores. Aunque no todos aceptaron las condiciones, un porcentaje significativo lo hizo, lo que genera cierta esperanza para estabilizar las operaciones de la empresa.
Ajustes estratégicos y enfoque en vestuario
Además de renegociar las deudas, Corona ha implementado ajustes para hacer sostenibles sus operaciones. La compañía cerró su negocio financiero, operado a través de Sociedad de Créditos Comerciales (SCC), y dejó de vender productos de línea blanca, electrónica y muebles, centrando su oferta exclusivamente en vestuario. Este enfoque busca aumentar la eficiencia y reducir gastos, aspectos fundamentales en el plan que presentarán a sus acreedores.
La demanda de Gustavo Qian refleja la presión que enfrentan Corona y sus acreedores. Sin embargo, fuentes de la empresa aseguran que este conflicto se resolverá dentro del proceso de reorganización, donde los créditos ya han sido verificados. Esto, junto con la aceptación parcial de los proveedores chinos al nuevo plan de pagos, ofrece un respiro para la compañía en su intento por superar la crisis.
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El éxito del plan de reorganización de Corona dependerá de su capacidad para reducir riesgos, renegociar deudas y operar de manera eficiente. Si logran implementar las medidas propuestas, podrían recuperar el acceso al financiamiento y estabilizar sus operaciones. Aunque los retos son considerables, el compromiso de la empresa con el mercado chino y los ajustes internos muestran un camino claro hacia la sostenibilidad.