El resurgir de Falabella.- Desde hace más de 20 años, las seis familias herederas de Salvatore Falabella han mantenido un pacto para controlar la compañía que comenzó como una pequeña sastrería en Santiago y creció hasta convertirse en una de las mayores cadenas minoristas de Sudamérica. En 2004, la empresa se fusionó con Sodimac, y la familia Del Río se unió al pacto. Sin embargo, la pandemia causó problemas dentro del holding, que tiene operaciones en varios países de la región, provocando tensiones entre los socios sobre cómo recuperar el rumbo de la empresa.
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Antes de la pandemia, los siete clanes estaban alineados, pero el declive en el valor de la empresa, que en 2010 era la más valiosa de Chile, generó desacuerdos. En 2022, su valor en bolsa había caído drásticamente, y las pérdidas se convirtieron en un foco de conflicto entre los socios. En abril del año pasado, durante la junta de accionistas, dos bloques quedaron en evidencia: uno liderado por Juan Cúneo, la familia Del Río y el grupo Bethia, y otro compuesto por los Solari Donaggio, los Karlezi Solari y los Cortés Solari.
El resurgir de Falabella
La división se hizo palpable cuando Carlo Solari Donaggio fue destituido de la presidencia, siendo reemplazado por Enrique Ostalé, ex ejecutivo de Walmart, convirtiéndose en el primer presidente de Falabella no vinculado a las familias controladoras. A pesar de las tensiones iniciales, las relaciones han mejorado, y la compañía ha mostrado señales de recuperación, logrando varias ganancias desde fines del año pasado.
Actualmente, Falabella ha logrado recuperar parte de su valor, alcanzando una capitalización de US$ 9.315 millones en 2024. La acción ha tenido una rentabilidad del 58% este año, lo que ha generado confianza entre los controladores, algunos de los cuales han adquirido acciones recientemente. Bethia, que tuvo que vender parte de sus acciones debido a su deuda con Latam Airlines, vendió el 0,5% de la compañía, y las familias Del Río, Cúneo Solari, Solari Donaggio y Cardone las compraron, fortaleciendo el pacto.
Aunque las familias controladoras se muestran unidas, existe preocupación por el futuro del pacto que vence en julio de 2025. En sus inicios, las familias controlaban el 88% de Falabella, pero ahora su participación ha disminuido al 66%. Se están tomando posiciones estratégicas en caso de que el pacto no se renueve. Mientras tanto, algunas familias buscan ganar ventaja adquiriendo más acciones, con el objetivo de tener una mayoría relativa en el directorio.
En este contexto, la posición de Sergio Cardone, con un 2,34% de la propiedad, se vuelve relevante, ya que podría inclinar la balanza en favor de uno u otro bloque. Además, ha surgido la incógnita sobre el papel que podría jugar la familia Müller, que ha incrementado su participación en Falabella a través de su sociedad Rentas Tissa, aunque no se espera que ingresen al pacto controlador.
La familia Müller ha estado diversificando su portafolio, vendiendo acciones en Mallplaza y comprando en Falabella, lo que les permite tener una participación en ambos negocios. Si bien su participación en Falabella aún es pequeña, podría aumentar en el futuro, y su relación histórica con la empresa y los centros comerciales sugiere que seguirán siendo actores relevantes en este escenario.
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Así las cosas, aunque Falabella ha logrado recuperar parte de su valor, las tensiones internas sobre la estrategia futura y el control de la compañía persisten. El posible fin del pacto en 2025 y la entrada de nuevos actores como la familia Müller añaden incertidumbre sobre el futuro del conglomerado, pero también oportunidades para aquellos que buscan fortalecer su posición en la empresa.