Avon se declara en bancarrota.- La industria cosmética se encuentra nuevamente en el ojo del huracán, esta vez con Avon como protagonista. La histórica compañía, conocida por sus productos de belleza, se ha visto obligada a declararse en bancarrota en Estados Unidos debido a una serie de demandas relacionadas con la presencia de sustancias cancerígenas en sus polvos de talco.
Avon se declara en bancarrota en Estados Unidos
Esta situación no es aislada. En los últimos años, diversas empresas cosméticas, como Johnson & Johnson, han enfrentado demandas similares y han tenido que suspender la venta de sus productos a base de talco. La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó el talco como «probablemente cancerígeno» en 2024, lo que ha generado una ola de litigios en contra de las compañías que lo utilizaban en sus productos.
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La deuda acumulada por Avon para enfrentar estas demandas asciende a 300 millones de dólares, una cifra que ha puesto en jaque la estabilidad financiera de la compañía. Ante esta situación, Avon Products, Inc. (API) ha iniciado un proceso de protección bajo el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, una herramienta legal que permite a las empresas reestructurar sus deudas y continuar operando.

Es importante destacar que este proceso de bancarrota solo afecta a API y a otras subsidiarias no operacionales en el mercado estadounidense. Avon continúa operando en otros países bajo la sombrilla de Natura &Co., el conglomerado brasileño que adquirió la compañía en 2020. Natura &Co. ha expresado su confianza en la marca Avon y se ha comprometido a financiar el proceso de reestructuración con 43 millones de dólares.
La decisión de Avon de declararse en bancarrota pone de manifiesto los riesgos asociados al uso de ciertos ingredientes en la fabricación de productos cosméticos. Las autoridades sanitarias y los consumidores son cada vez más exigentes en cuanto a la seguridad de los productos que utilizan, lo que obliga a las empresas a adoptar medidas más rigurosas de control de calidad.
Este caso también plantea interrogantes sobre la responsabilidad de las empresas frente a los posibles daños causados por sus productos. Las demandas por productos que contienen sustancias cancerígenas se han multiplicado en los últimos años, lo que ha generado una presión creciente sobre la industria cosmética.
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La bancarrota de Avon es un claro ejemplo de los desafíos que enfrenta la industria cosmética en la actualidad. La creciente preocupación por la seguridad de los productos y la presión regulatoria están obligando a las empresas a replantear sus formulaciones y a adoptar prácticas más transparentes y responsables.