El impacto de una desaceleración económica en China para América Latina, desafíos para Brasil, Chile y Perú, en el contexto de la guerra comercial en curso, China está enfrentando una desaceleración económica que podría tener efectos profundos no solo dentro de sus fronteras, sino también en las economías de América Latina. Goldman Sachs ha revisado a la baja su pronóstico de crecimiento para China, ajustando la proyección para 2025 de un 4,5% a un 4%, y para 2026 de un 4% a un 3,5%. Esta tendencia de desaceleración plantea una seria amenaza para países de la región que dependen de China, especialmente Brasil, Chile y Perú, cuyas economías están vinculadas al gigante asiático a través de las exportaciones de materias primas.
China se ha consolidado como uno de los principales socios comerciales de América Latina, en especial por su demanda de recursos naturales como el cobre, el petróleo, la soja y otros minerales estratégicos. A medida que la segunda economía más grande del mundo enfrenta tensiones internas y externas, se prevé que la región sufra un golpe en su comercio exterior. La situación se ve aún más exacerbada por los elevados aranceles impuestos por Estados Unidos, que afectan directamente a las exportaciones chinas, y por el menor dinamismo de la economía global.
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Las consecuencias económicas para América Latina
Brasil, Chile y Perú son ejemplos de países altamente dependientes del comercio con China. En particular, Chile y Perú destacan como principales proveedores de cobre, mientras que Brasil tiene una gran participación en la exportación de productos agrícolas, como la soja, y minerales como el hierro. Según datos de Credicorp, Chile y Perú dependen en gran medida de las exportaciones a China, con un 39,1% y un 29,2% de sus exportaciones totales dirigidas al gigante asiático, respectivamente. Por su parte, Brasil, aunque también afecta en un 31,7%, tiene una mayor diversificación en su comercio exterior.
El impacto en estas economías podría ser considerable. Los analistas advierten que una caída de un punto porcentual en el crecimiento económico de China podría reducir en alrededor de 0,3 puntos el crecimiento de estos países latinoamericanos. La falta de diversificación en los socios comerciales podría hacer más difícil para estos países mitigar los efectos de una desaceleración en la demanda china.
En el caso de Chile, la dependencia del cobre es especialmente pronunciada. Aproximadamente el 85% de las exportaciones chilenas a China son minerales, con el cobre representando el 64% de esta cifra. El litio, en el que Chile es un actor clave, también ha ganado relevancia como recurso estratégico, dado su uso en la tecnología verde, un sector en el cual China ha invertido considerablemente.
Perú, similarmente, mantiene un superávit comercial con China gracias a las exportaciones de minerales, especialmente cobre, hierro, zinc y plata. Sin embargo, si la demanda china de estos productos se reduce, Perú se enfrentaría a un desafío considerable. En el caso de Colombia, la situación es algo diferente, ya que el país presenta una balanza comercial negativa con China, pero una caída en la demanda de petróleo y carbón afectaría gravemente a regiones como La Guajira, Cesar y Atlántico.
El riesgo de una desaceleración global
La desaceleración de China no solo afectaría a los mercados emergentes en América Latina en términos de exportaciones, sino también en el ámbito financiero. Theodore Kahn, director de Control Risks, advirtió que los países latinoamericanos más dependientes de los recursos energéticos, como Venezuela y Ecuador, enfrentarían una mayor vulnerabilidad económica si China experimentara una desestabilización económica significativa. Un desplome de los precios del petróleo tendría efectos devastadores, especialmente en Venezuela, que podría enfrentar una crisis económica aún más profunda.
Además, la disminución de la demanda de exportaciones a China podría generar presiones en las tasas de cambio de los países de la región. La menor oferta de dólares, derivada de la disminución en los ingresos por exportaciones, podría debilitar las monedas locales y aumentar la inflación en países con altos niveles de deuda externa.
La respuesta a la diversificación comercial
A pesar de las dificultades, algunos analistas sugieren que los países de la región deben abordar estos desafíos mediante una diversificación de sus mercados comerciales. Camilo Defelipe Villa, especialista en relaciones Asia-Pacífico, destacó la importancia de desarrollar estrategias de diversificación para reducir la dependencia de China. La diversificación en los socios comerciales y el fortalecimiento de las cadenas productivas internas son medidas que podrían mitigar los riesgos asociados a la caída de la demanda en el gigante asiático.
Además, la reorientación de las políticas económicas internas y la implementación de estrategias para fomentar sectores menos dependientes de la exportación de materias primas podrían ser fundamentales. La creación de políticas económicas que fomenten la inversión en sectores de alto valor agregado y el desarrollo de nuevas tecnologías son pasos que los gobiernos latinoamericanos podrían tomar para reducir su vulnerabilidad frente a los vaivenes de la economía global.
La cooperación internacional y la infraestructura financiera
Otro aspecto crucial es el papel que China desempeña en los mecanismos de cooperación internacional, como la Ruta de la Seda, y en las finanzas regionales a través de sus bancos de desarrollo. Entre 2019 y 2023, América Latina y el Caribe recibieron un promedio de más de 1.300 millones de dólares en financiación del Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China. En países como Surinam, las deudas con acreedores chinos representan más del 5% del PIB, lo que indica una alta vulnerabilidad a cualquier desaceleración económica en China.
La relación financiera con China también podría verse afectada por la desaceleración económica. Si bien los préstamos multimillonarios respaldados por el petróleo que caracterizaron los primeros años del siglo XXI pueden no ser tan prominentes en el futuro cercano, la región podría enfrentarse a una reestructuración de sus deudas con los prestamistas chinos y a una recalibración continua de los términos financieros.
Un comercio en expansión, pero a qué costo
El comercio entre China y América Latina ha crecido significativamente en las últimas dos décadas. Según un informe de la CEPAL, el intercambio comercial entre China y la región se multiplicó 35 veces desde el año 2000, pasando de 14.000 millones de dólares a 500.000 millones en 2022. Sin embargo, la naturaleza de este intercambio sigue siendo desigual. El 95% de las exportaciones de América Latina hacia China siguen siendo materias primas y manufacturas basadas en recursos naturales.
La CEPAL subraya que la diversificación exportadora debe ser una prioridad para América Latina. A medida que los países de la región continúan desarrollando su relación comercial con China, se hace necesario modificar la estructura de sus exportaciones para evitar la dependencia exclusiva de recursos naturales y prepararse para los futuros retos económicos.
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Una desaceleración de la economía china tendrá efectos significativos en la economía de América Latina. Los países como Brasil, Chile y Perú, que dependen en gran medida de las exportaciones de materias primas hacia China, enfrentarán desafíos considerables si la demanda china disminuye. Para mitigar estos riesgos, será fundamental que los países de la región implementen estrategias de diversificación comercial y fortalezcan sus economías internas para reducir su vulnerabilidad a las fluctuaciones de la economía global.
