Diplomacia comercial de Brasil frente a los aranceles de Trump, estrategias para evitar una guerra comercial, en un contexto económico global marcado por tensiones comerciales y políticas proteccionistas, Brasil se enfrenta a un desafío significativo con los aranceles impuestos por la administración Trump a las exportaciones de acero y aluminio. A partir del 12 de marzo de 2025, Brasil verá un impacto directo en su comercio con Estados Unidos, especialmente en un sector clave como el del acero, donde ocupa una posición relevante en el mercado estadounidense. Sin embargo, la diplomacia brasileña, a través de su Ministerio de Relaciones Exteriores (Itamaraty), ha optado por una estrategia de negociación suave, buscando evitar represalias y enfrentamientos directos. En lugar de optar por un discurso beligerante, Brasil apuesta por fortalecer el libre comercio y buscar soluciones negociadas que puedan minimizar el impacto de los aranceles.
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El Contexto de los Aranceles y sus Implicaciones
La medida anunciada por el presidente Donald Trump, que impone un arancel del 25% sobre el acero y del 10% sobre el aluminio, ha generado preocupación en varios países exportadores, entre ellos Brasil, que es uno de los principales proveedores de estos materiales a Estados Unidos. En 2024, Brasil exportó una media mensual de 312.239 toneladas de acero y 72.400 toneladas de aluminio a ese mercado. El acero brasileño, en particular, se destina en gran parte a procesos industriales en Estados Unidos, como la producción de acero semiacabado, lo que subraya la interdependencia de ambos países en este sector.
A nivel global, el presidente Trump justifica la imposición de los aranceles basándose en la seguridad nacional de Estados Unidos, un argumento establecido por la “Sección 232” de la Ley de Expansión Comercial de 1962. Esta sección permite al presidente de EE. UU. aplicar aranceles a productos importados que considere una amenaza para la seguridad nacional. En 2018, durante su primer mandato, Trump ya había impuesto aranceles similares, lo que provocó una reacción de varios países, incluido Brasil. En ese momento, Brasil logró negociar un acuerdo que le permitió exportar acero semiacabado a Estados Unidos con cuotas limitadas y aranceles reducidos.
La Estrategia Diplomática de Brasil
Frente a esta nueva amenaza arancelaria, la cancillería brasileña, dirigida por el Ministerio de Relaciones Exteriores (Itamaraty), ha optado por un enfoque más diplomático. Alexandre Padilha, ministro de Relaciones Institucionales, subrayó la postura de Brasil al afirmar que el país no buscará entrar en una guerra comercial, sino que continuará promoviendo el libre comercio y las negociaciones pacíficas. “Brasil no fomenta ni entrará en ninguna guerra comercial. Siempre estaremos a favor de seguir fortaleciendo el libre comercio”, señaló Padilha, dando así un mensaje claro de que la diplomacia será el camino principal.
La postura pragmática de Brasil se basa en la comprensión de que una confrontación abierta con Estados Unidos no beneficiaría a ninguno de los dos países, dado su alto grado de interdependencia en sectores clave como el acero y el aluminio. Por lo tanto, en lugar de adoptar una postura agresiva, Brasil busca soluciones mediante el diálogo y las negociaciones, como lo hizo en 2018.
Las Posibilidades de Negociación: Cuotas y Excepciones
Una de las principales soluciones que Brasil busca es la reactivación de un sistema de cuotas para la exportación de acero a Estados Unidos. Este sistema, implementado en 2018, permitió que Brasil exportara acero semiacabado a Estados Unidos con aranceles reducidos, lo que favoreció a ambas naciones y evitó un aumento en los costos de producción en las acerías estadounidenses. Según el vicepresidente brasileño, Gerald Alckmin, las cuotas son una “buena solución”, ya que ayudan a evitar un efecto dominó que podría aumentar los costos en la cadena de producción de acero y, en última instancia, elevar los precios tanto en Estados Unidos como en Brasil.
Alckmin también destacó que Brasil no representa un problema para la balanza comercial de Estados Unidos, ya que, de hecho, Brasil es uno de los países con los que Estados Unidos tiene un superávit comercial significativo. En 2024, el superávit de Estados Unidos con Brasil fue de 7.200 millones de dólares, lo que refleja la relación comercial positiva entre ambos países. De hecho, según el ministro de Hacienda brasileño, Fernando Haddad, las medidas unilaterales, como los aranceles, son contraproducentes para la economía global y pueden generar distorsiones que afectan a todos los actores involucrados.
El Efecto Boomerang y la Interdependencia Comercial
Además de los efectos directos sobre las exportaciones de acero y aluminio, los aranceles de Trump pueden tener consecuencias indirectas en otras áreas clave del comercio entre Brasil y Estados Unidos. En particular, la industria brasileña ha señalado el riesgo de una reducción en la disponibilidad de carbón metalúrgico, un insumo crucial en la producción de acero. Brasil es uno de los principales compradores de carbón metalúrgico de Estados Unidos, lo que refuerza la interdependencia entre ambos países en la cadena de suministro de acero. En 2024, Brasil importó 4,8 millones de toneladas de carbón metalúrgico de Estados Unidos, lo que equivale a 1.400 millones de dólares.
El riesgo de que Estados Unidos recorte sus exportaciones de este material a Brasil podría tener consecuencias negativas para ambas economías, lo que, a su vez, podría impulsar la necesidad de una resolución diplomática. La industria brasileña, por tanto, confía en que la interdependencia en sectores clave como el acero y el carbón metalúrgico facilitará el diálogo entre ambos países.
El Desafío del Acero Chino
Una nueva dimensión en esta disputa es el aumento de las importaciones brasileñas de acero proveniente de China. Según datos del Instituto del Acero de Brasil, las importaciones de acero chino han aumentado considerablemente en los últimos años, lo que ha generado preocupación en la industria brasileña. Las grandes acerías de Brasil acusan a China de prácticas de dumping, mediante las cuales el gobierno chino subsidia su industria siderúrgica para mantener precios bajos en el mercado global. Esta práctica ha afectado la competitividad de las acerías brasileñas, que no pueden competir con los precios artificialmente bajos del acero chino.
Por ello, el gobierno de Lula ha aplicado cuotas para regular las importaciones de acero chino, aunque este sistema ha tenido un impacto limitado. La industria brasileña ha solicitado ahora que se impongan aranceles del 25% al acero chino para proteger el mercado interno. Sin embargo, China ha respondido acusando a Brasil de incrementar sus propios costos de producción, lo que limita la competitividad de los productos brasileños. La relación comercial entre Brasil y China es compleja, con intereses económicos superpuestos, pero es evidente que las tensiones en torno al acero chino complican aún más la situación para Brasil.
La Diplomacia de Lula: Un Equilibrio Entre Potencias
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha adoptado una postura más conciliadora en respuesta a los aranceles de Trump, aunque en un principio había señalado que Brasil podría responder con medidas similares, como gravar los productos fabricados en Estados Unidos. No obstante, al igual que su gobierno ha mostrado flexibilidad en cuanto a las medidas proteccionistas internas, Lula ha mantenido una disposición abierta para dialogar con la administración Trump. Este enfoque refleja la prioridad de Brasil de evitar una guerra comercial y mantener relaciones constructivas tanto con Estados Unidos como con China, dos de sus principales socios comerciales.
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La Diplomacia como Solución
Brasil se enfrenta a un momento decisivo en su política comercial, con desafíos tanto internos como internacionales. La respuesta a los aranceles de Trump refleja una estrategia pragmática de diplomacia, buscando soluciones negociadas sin escalar el conflicto. Con la interdependencia entre Brasil y Estados Unidos en sectores como el acero y el carbón metalúrgico, las posibilidades de un acuerdo son altas, aunque las complejidades del comercio global, incluida la competencia de China, continúan siendo una fuente de tensión. A medida que las negociaciones avanzan, Brasil se enfrenta a la oportunidad de reafirmar su posición como un defensor del libre comercio mientras gestiona los intereses nacionales en un contexto internacional cada vez más competitivo.