Ventas en supermercados argentinos se ven afectadas por el poder adquisitivo
La fuerte disminución en el consumo, impulsada por la reducción del poder de compra y la presión tributaria, está afectando gravemente las ventas en los supermercados del país. Las ventas de supermercados han experimentado una caída del 16% interanual, un reflejo de la pérdida de poder adquisitivo y los altos costos impuestos a los productos en el mercado local.
Los sectores más afectados por la caída del consumo
Según Miguel Calvete, presidente del Instituto de Estudio del Consumo Masivo (INDECOM), la disminución del consumo no solo afecta a los supermercados, sino también a otros sectores económicos. Entre los más golpeados se encuentran los bienes durables, como indumentaria, marroquinería y calzado. Estos sectores han visto una fuerte caída interanual debido a que los consumidores priorizan productos de primera necesidad.
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Además, servicios como la medicina prepaga, los seguros automotores y la educación privada también han registrado una disminución significativa en la demanda. «El cambio de hábitos de los consumidores es evidente», afirmó Calvete, quien también destacó que la disminución en el poder de compra afecta tanto a trabajadores formales como informales, con un impacto particular en los empleados estatales.
La combinación de factores macroeconómicos y estructurales está detrás de esta situación. Entre las principales causas se encuentran:
Pérdida de poder adquisitivo: La inflación y los bajos incrementos salariales han erosionado la capacidad de compra de los hogares.
Alta carga tributaria: Los impuestos a nivel federal, provincial y municipal generan una distorsión de precios, haciendo que muchos productos fabricados en Argentina sean más baratos en países vecinos como Brasil.
Devaluación programada: Desde noviembre de 2023, los costos de los productos se calculan con un dólar promedio de 1.600 pesos, lo que ha generado una caída significativa en el consumo.
Sobrestock de productos: La disminución de la demanda ha llevado a un exceso de inventarios en muchas empresas, lo que, a su vez, ha afectado los precios y la rentabilidad.
Posibles soluciones para revertir el panorama
De acuerdo con Calvete, una de las soluciones clave para mejorar la situación es la recomposición de salarios, jubilaciones y el acceso al crédito. Este tipo de medidas, especialmente en un año electoral, podrían impulsar el consumo. Históricamente, en periodos electorales se expande la base monetaria, lo que podría generar un alivio temporal.
Otro aspecto importante es la corrección de los costos de producción y distribución. Aunque se ha observado una baja gradual de precios debido al sobrestock, esta no ha sido tan pronunciada como se esperaba. Según Calvete, «los proveedores de insumos están alineados con la devaluación programada por el gobierno», lo que limita la posibilidad de una reducción significativa en los precios.
Importaciones y carga tributaria
Un punto destacado por Calvete es el impacto de las microimportaciones. Esta herramienta del gobierno busca presionar a sectores con posición dominante y podría generar una tendencia a la baja en los precios durante el primer trimestre del año. Sin embargo, la alta carga tributaria sigue siendo un obstáculo estructural. Los impuestos distorsionan los precios y dificultan la competitividad de los productos nacionales frente a los importados.
La carga tributaria no solo afecta a los supermercados, sino también a otros sectores de la economía. Este problema estructural requiere una revisión integral para garantizar que los productos fabricados en el país sean competitivos tanto a nivel local como internacional.
La caída del 16% en las ventas de supermercados es un reflejo de una situación económica compleja, marcada por la pérdida de poder adquisitivo, la alta carga tributaria y los efectos de la devaluación. Esta situación también afecta a otros sectores, como los bienes durables y los servicios, lo que demuestra la magnitud del problema.
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Para revertir esta tendencia, es fundamental implementar medidas que mejoren el poder adquisitivo de los consumidores y reduzcan las distorsiones en los precios. Esto incluye una recomposición salarial, una revisión de la carga tributaria y estrategias que fomenten la competitividad de los productos nacionales.
Aunque el panorama actual es desafiante, existen oportunidades para corregir el rumbo. La clave está en adoptar políticas económicas que beneficien tanto a los consumidores como a los productores, garantizando un crecimiento sostenible a largo plazo.