Industria automotriz en Argentina busca el equilibrio entre autos usados y nuevos
La industria automotriz en Argentina ha experimentado un vaivén significativo en la última década debido a los cambios en las políticas económicas de diferentes gobiernos. Con la asunción de Javier Milei y seis meses de gestión, se observa una nueva tendencia hacia el equilibrio entre la producción nacional y la importación de vehículos, un aspecto crucial para la sostenibilidad de la industria.
Durante el mandato de Mauricio Macri, la industria automotriz argentina experimentó un aumento considerable en la importación de vehículos. La cifra de autos importados alcanzó casi el 75%, mientras que la producción nacional descendió a un 25%. Este cambio fue impulsado por políticas que facilitaban la importación y reducían las barreras comerciales, lo cual, aunque benefició a los consumidores con una mayor variedad de opciones, también afectó la producción local y los empleos en las fábricas argentinas.
Vea también: Crecen las contrataciones en el extranjero: Impacto en Argentina
En contraste, la administración de Alberto Fernández implementó políticas proteccionistas que revirtieron esta tendencia. En el primer año de su gobierno, las cifras de autos importados y nacionales se acercaron, y posteriormente, los vehículos nacionales dominaron el mercado, llegando a representar el 78% de las ventas, mientras que los importados se redujeron al 22%. Estas medidas buscaban fomentar la industria local y proteger los empleos, pero también enfrentaron críticas por limitar la oferta y aumentar los precios para los consumidores.
Con la llegada de Javier Milei al poder, el panorama ha vuelto a cambiar. En solo medio año de gestión, las cifras de mayo de 2024 indican que la proporción de autos nacionales e importados está casi equilibrada, con un 53% de vehículos nacionales frente a un 47% de importados. Este equilibrio refleja una política más moderada que busca balancear la producción local con la necesidad de importar vehículos para mantener la competitividad y la oferta en el mercado.
Un alto ejecutivo de una terminal automotriz explicó a Infobae que la realidad del mercado argentino no justifica la existencia de 13 fábricas de autos únicamente para el consumo interno. La viabilidad de estas plantas depende en gran medida de su capacidad para exportar, ya que el mercado argentino es demasiado pequeño para sostener tal nivel de producción por sí solo. Por lo tanto, la industria reclama mejores condiciones para la exportación, destacando que es la exportación la que realmente genera ingresos de divisas y sostiene el empleo en el sector.
La discusión sobre autos nacionales versus importados no es tan simple como parece. Los vehículos importados no son necesariamente de lujo o de origen extra regional. De hecho, una gran parte de los autos importados provienen de países vecinos como Brasil, Uruguay, Colombia y México. Estos vehículos llegan con aranceles reducidos o nulos gracias a acuerdos comerciales regionales, lo cual es esencial para mantener la balanza comercial y permitir la exportación de autos fabricados en Argentina.
Según las cifras de mayo, los autos importados representan un 47% del mercado, de los cuales un 43% proviene de países de la región con arancel 0%, y solo un 4% son autos de extra zona que pagan un 35% de arancel. Esta distribución muestra que la importación de autos no solo es necesaria, sino que también está regulada para mantener un equilibrio en el mercado y no perjudicar la producción nacional.
Otro aspecto crucial es que los autos fabricados en Argentina dependen en gran medida de componentes importados, que representan entre el 50% y el 70% del total de los insumos necesarios. Esta dependencia significa que cualquier restricción a la importación no solo afecta la disponibilidad de vehículos extranjeros, sino que también puede paralizar la producción local, como se evidenció el año pasado cuando las restricciones a los permisos de importación (SIRA) detuvieron la producción en varias plantas debido a la falta de insumos críticos.
En el pre-lanzamiento de un nuevo modelo, se reveló que el 60% de los componentes del vehículo serían de origen local, aunque «local» incluye tanto Argentina como Brasil. Este dato subraya la interdependencia entre las industrias automotrices de ambos países y la importancia de mantener abiertas las importaciones regionales.
El equilibrio necesario
Para que la industria automotriz argentina prospere, es esencial encontrar un equilibrio entre la producción nacional y la importación de vehículos. Sin exportaciones, las fábricas locales no podrían sostenerse, y sin importaciones, no habría suficientes vehículos disponibles para satisfacer la demanda del mercado interno. Además, el mantenimiento de empleos en la industria depende de esta balanza comercial.
El ejecutivo automotriz consultado por Infobae argumentó que combatir la importación regional sería perjudicial para la economía argentina. El comercio de importaciones y exportaciones debe ser defendido para garantizar la supervivencia de las fábricas y los empleos asociados. Además, reducir los impuestos sería la única forma de bajar significativamente el precio de los autos locales, ya que los descuentos y promociones solo pueden sostenerse a corto plazo.
Vea también: Cambios en el programa Cuota Simple para fortalecer el financiamiento en Argentina
La tendencia hacia un equilibrio entre autos nacionales e importados en Argentina es un reflejo de la necesidad de adaptar las políticas económicas a la realidad del mercado. La industria automotriz argentina, con sus 13 plantas y dependencia de insumos importados, requiere de un marco regulatorio que fomente tanto la producción local como las exportaciones, al tiempo que permite la importación de vehículos necesarios para mantener la competitividad y satisfacer la demanda interna.
Encontrar este equilibrio no solo es crucial para la industria automotriz, sino también para la economía argentina en general. Un mercado automotriz saludable y balanceado contribuye significativamente al empleo, la recaudación fiscal y la estabilidad económica del país. Las políticas futuras deberán continuar buscando este delicado balance para asegurar la prosperidad a largo plazo de la industria y del país.