Argentina redefine el comercio exterior con nuevas reglas de importación
La reciente liberalización del comercio exterior en Argentina marca el inicio de un escenario inédito para los actores del retail y los consumidores locales. Con la eliminación de trabas arancelarias, paraarancelarias y financieras, el país se encamina hacia una dinámica comercial más abierta y competitiva. Pero este nuevo paradigma no solo cambia las reglas del juego para los importadores: impacta directamente en los hábitos de consumo, las estrategias empresariales y la estructura logística del mercado.
Esta flexibilización, impulsada por el gobierno nacional, promueve una mayor fluidez en las operaciones internacionales, con menos burocracia y un esquema más ágil para ingresar productos al país. Sin embargo, no todo es lineal. Si bien las medidas abren puertas y reducen costos operativos, también presentan desafíos que las empresas deberán afrontar con inteligencia comercial, capacidad de adaptación y visión estratégica.
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En primera instancia, el nuevo marco normativo es recibido con entusiasmo por parte del ecosistema importador. Durante años, operar en Argentina significó enfrentar múltiples restricciones, controles cambiarios e intervenciones que dificultaban la previsibilidad. El alivio que implica esta apertura, sin embargo, va más allá de una simple mejora operativa: abre el juego a una competencia más feroz, en la que solo sobrevivirán quienes logren diferenciarse y aportar valor real al consumidor.
Este último eslabón de la cadena, el consumidor, se convierte en protagonista de la transformación. Con más opciones, mayor acceso a productos internacionales y una clara evolución en su comportamiento digital, hoy está mejor informado, compara precios con facilidad y exige soluciones personalizadas. El auge del comercio electrónico, combinado con la simplificación del régimen Courier puerta a puerta, convierte al retail internacional en una experiencia accesible y cotidiana. Ahora, con una franquicia de hasta 400 dólares exenta de aranceles (aunque sujeta a IVA e impuestos internos), los usuarios pueden importar productos de manera directa, sin la intervención de terceros organismos.
Esto democratiza el acceso a bienes de consumo que, hasta hace poco, eran exclusivos de quienes podían viajar al exterior. Desde moda y tecnología hasta artículos de cuidado personal o equipamiento para el hogar, el catálogo global se vuelve tangible para el comprador argentino medio.
Modelos de importación: elegir el camino correcto
En este contexto, las empresas deben decidir cómo posicionarse. Una de las claves radica en comprender y adoptar modelos de negocio que maximicen el valor de la importación. Dos enfoques predominan en el comercio internacional: el OEM (Original Equipment Manufacturer) y el ODM (Original Design Manufacturer).
El primero ofrece una solución altamente personalizada. El importador diseña el producto, establece especificaciones y lo produce en fábricas tercerizadas. Si bien requiere una mayor inversión en desarrollo y diseño, permite generar propuestas exclusivas y de alto valor agregado. En cambio, el modelo ODM se basa en productos ya desarrollados por el proveedor. El importador simplemente adapta aspectos superficiales (como el logo o el empaque) para comercializarlos bajo su marca. Es una opción más económica y rápida, aunque con limitaciones en diferenciación.
Ambas estrategias son válidas, dependiendo del momento y la capacidad de inversión de la empresa. Un caso ejemplar de innovación local fue la adaptación de pavas eléctricas, configuradas originalmente para hervir agua a 100 °C. Ajustarlas para que corten entre 70 °C y 80 °C –ideal para preparar mate– convirtió un producto genérico en una solución adaptada al consumo argentino. Esta modificación implicó pasar de un modelo ODM a uno OEM, lo que no solo elevó el valor percibido sino que permitió a las marcas asegurar cierta exclusividad en el mercado.
Para empresas con experiencia y posicionamiento en categorías específicas, adoptar progresivamente el modelo OEM puede ser una forma de escapar de la lógica del precio bajo como único diferencial. Desarrollar productos únicos les permite competir desde un lugar más sólido, menos expuesto a la guerra de precios y más alineado con una propuesta de valor.
Segmentación, nichos y propuestas con identidad
No todas las compañías están en condiciones de embarcarse en desarrollos propios. Para ellas, el ODM sigue siendo una alternativa viable, siempre que se acompañe con ajustes creativos que generen valor. Una simple mejora funcional, un diseño adaptado a las costumbres locales o una campaña de marketing orientada a un segmento específico puede marcar la diferencia.
Otra vía interesante es la búsqueda de productos aún no presentes en el mercado argentino. El análisis de nichos desatendidos, donde la demanda existe pero la oferta es escasa o nula, representa una excelente estrategia para minimizar riesgos y evitar competir en sectores saturados.
Asimismo, establecer alianzas con marcas reconocidas del exterior mediante representaciones exclusivas permite a las empresas ingresar al mercado con una propuesta ya validada por los consumidores, acortando los tiempos de posicionamiento y reduciendo los esfuerzos de marketing iniciales.
La logística como factor decisivo
La planificación logística se vuelve un componente esencial en este nuevo entorno. Los costos de flete, especialmente desde Asia, pueden oscilar significativamente en cortos períodos de tiempo. Por ejemplo, mientras en octubre de 2024 los valores de los fletes marítimos desde China superaban los 7.000 dólares por contenedor, en abril de 2025 bajaron a cerca de 1.500 dólares. Esta volatilidad obliga a una gestión cuidadosa del calendario de compras y embarques.
Para optimizar este proceso, se recomienda consolidar cargas en contenedores completos (FCL) de 40 pies y establecer acuerdos flexibles con proveedores capaces de ofrecer almacenamiento temporal en origen. Esto permite aprovechar ventanas logísticas con tarifas más convenientes y planificar envíos de manera más eficiente.
Además, entender los ciclos de tarifas marítimas, los cuellos de botella en aduanas y los tiempos de entrega estimados es tan importante como seleccionar el producto correcto. En un contexto de márgenes ajustados, la logística puede definir el éxito o fracaso de una operación comercial.
El nuevo escenario del comercio exterior argentino no garantiza resultados automáticos, pero sí brinda herramientas más potentes a quienes decidan profesionalizar sus estructuras y asumir una visión estratégica. Para los importadores con trayectoria, es tiempo de diversificar su red de proveedores, consolidar relaciones regionales y optimizar sus estructuras internas. Para los emprendedores que se inician, la clave estará en formarse, observar el mercado con atención y avanzar paso a paso, aprendiendo de cada experiencia.
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La etapa que comienza no se trata solo de traer productos del exterior. Se trata de repensar cómo, por qué y para quién importarlos. El conocimiento del consumidor, la construcción de marca, la diferenciación y la eficiencia operativa serán los verdaderos pilares de una estrategia sostenible.
En definitiva, el tablero cambió. Ya no alcanza con importar barato. Es tiempo de importar con inteligencia.