En su reciente publicación en LinkedIn, @Carlos Aravena plantea una verdad incómoda pero crucial para cualquier líder: tolerar comportamientos tóxicos dentro de un equipo es una traición a la cultura y a los valores de la organización. Esta afirmación resuena en el mundo corporativo, pero hay otro aspecto igual de dañino que a menudo se pasa por alto: tolerar la mediocridad. Lee el artículo completo aquí.
El liderazgo no solo trata de eliminar lo negativo, sino también de fomentar la excelencia. No basta con erradicar la toxicidad si, al mismo tiempo, se permite la falta de compromiso, la ineficiencia y el conformismo.
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Liderazgo efectivo: cuando el talento no justifica la toxicidad, pero tampoco la mediocridad
Uno de los errores más comunes en las empresas es priorizar el rendimiento individual sobre la salud del equipo, permitiendo que personas con un alto nivel técnico, pero con una actitud tóxica, permanezcan en la organización. Sin embargo, el otro extremo también es peligroso: mantener a empleados que no suman, que no se esfuerzan y que no tienen la actitud de mejora continua.
Ambos casos tienen consecuencias devastadoras:
- Baja en la moral del equipo: Cuando la mediocridad es tolerada, se desmotiva a quienes sí se esfuerzan. ¿Por qué dar lo mejor de sí si otros pueden hacer lo mínimo y seguir en la empresa?
- Fuga de talento: Las personas comprometidas y de alto rendimiento no quieren estar en entornos donde su esfuerzo no es reconocido o donde los mediocres reciben el mismo trato.
- Deterioro de la cultura organizacional: Una empresa que tolera la mediocridad es una empresa sin estándares claros, lo que lleva a un bajo rendimiento colectivo.
Las mejores prácticas de liderazgo para construir equipos de alto impacto
Liderar no es solo eliminar lo malo, sino potenciar lo bueno. Para garantizar un equipo sano, productivo y alineado con los valores de la empresa, los líderes deben:
- Definir y hacer cumplir los valores organizacionales: No basta con tenerlos en un documento; hay que aplicarlos de manera consistente. La excelencia debe ser un estándar, no una opción.
- Brindar feedback claro y honesto: Los líderes deben abordar comportamientos tóxicos y bajos desempeños antes de que se conviertan en un problema mayor.
- Priorizar el bienestar y desempeño del equipo: No se trata solo de eliminar lo negativo, sino de reconocer y recompensar el esfuerzo y la excelencia.
- Tomar decisiones firmes: Si una persona no encaja, no aporta o simplemente no tiene la actitud correcta, el mejor favor que se le puede hacer a la organización (y a esa persona) es dejarla ir.
Reflexión final
Carlos Aravena nos recuerda que ser un buen líder no es proteger a los tóxicos, pero tampoco es permitir la mediocridad. La verdadera responsabilidad del liderazgo es construir un equipo saludable, productivo y alineado con la visión de la empresa.
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La pregunta es: ¿estamos dispuestos a liderar con valentía y coherencia, exigiendo no solo un buen ambiente, sino también un alto desempeño?