Pandas y Ferraris (VI y último): No se te valora por lo que hiciste, sino por lo que eres capaz de hacer
A la hora de valorar una empresa, usamos dos criterios clave: su valor contable y su valor de mercado. El valor contable se basa en lo que la empresa ha hecho en el pasado, y se refleja en los libros contables. Si multiplicamos el número de acciones en circulación de Coca-Cola (4.339 millones) por su valor contable de $5,98 por acción, obtenemos un total de $25.947 millones. Sin embargo, el valor de mercado de la empresa asciende a $303.296 millones, reflejando que los inversores están dispuestos a pagar mucho más por una acción de Coca-Cola que lo que indican los libros contables.
Este diferencial ocurre porque el valor contable refleja lo que la empresa hizo en el pasado mientras que el valor de mercado mide las expectativas de futuro: lo que la empresa puede lograr en términos de crecimiento, innovación y beneficios. Es por esto que los inversores no compran acciones de empresas por su historia, sino por su potencial de crecimiento. Compañías como Nokia, que una vez fueron gigantes, demostraron que un pasado glorioso no garantiza el éxito futuro. Lo que realmente importa es la capacidad de seguir aportando valor.
Los inversores no compran acciones de empresas por su historia, sino por su potencial de crecimiento
Pero, ¿qué tiene esto que ver contigo? Mucho más de lo que imaginas.
Tu «valor contable» son tus logros hasta ahora: la experiencia que tienes, las competencias que has desarrollado y las victorias que puedes demostrar. Pero tu verdadero valor de mercado en el entorno laboral se basa en lo que eres capaz de hacer en el futuro. Los reclutadores y empleadores no solo buscan a alguien con un historial impresionante, sino a quien pueda aportar valor continuo en un entorno en constante cambio.
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Aquí es donde las habilidades blandas se convierten en un factor clave. Las empresas no buscan empleados que solo ejecuten tareas, sino a aquellos que pueden navegar en la complejidad del entorno laboral, tomar decisiones acertadas bajo presión y aportar soluciones innovadoras. Autocontrol, empatía, asertividad, entusiasmo, y la capacidad de comunicar claramente son las herramientas que te permitirán sobresalir en este aspecto.
Los reclutadores y empleadores no solo buscan a alguien con un historial impresionante, sino a quien pueda aportar valor continuo en un entorno en constante cambio.
La negociación, por ejemplo, es una habilidad primordial que está directamente relacionada con tu capacidad de crear valor. En el mundo empresarial, casi todo es negociable: desde los salarios hasta las condiciones de trabajo, los presupuestos de los proyectos y los plazos de entrega. La capacidad de lograr acuerdos beneficiosos para todas las partes no solo mejora tu desempeño, sino que también te posiciona como alguien que sabe manejar recursos limitados para maximizar resultados.
Pero la negociación no se trata solo de obtener lo que quieres. Tiene que ver con la gestión estratégica de stakeholders. Los stakeholders son todas aquellas personas o grupos que tienen un interés en lo que haces: desde tus superiores directos hasta tus compañeros, clientes, proveedores e incluso la comunidad en la que opera la empresa. Gestionar estas relaciones de manera efectiva es crucial para tu éxito. Cada uno de estos actores tiene sus propias expectativas y necesidades, y saber equilibrarlas, al mismo tiempo que mantienes el foco en los objetivos empresariales, te convierte en un activo estratégico.
La negociación, por ejemplo, es una habilidad primordial que está directamente relacionada con tu capacidad de crear valor.
Para gestionar a estos grupos de interés con éxito, necesitas:
1. Entender sus intereses y expectativas: ¿Qué esperan de ti o del proyecto en el que estás trabajando? Saber qué motiva a cada stakeholder te permite anticipar problemas y ofrecer soluciones antes de que surjan.
2. Comunicar de manera efectiva: La claridad en la comunicación es vital. Debes ser capaz de transmitir tus ideas y argumentos de manera concisa y adaptada a cada interlocutor, generando confianza y construyendo relaciones sólidas.
3. Crear consenso: No siempre será fácil lograr que todos los stakeholders estén alineados, pero tu habilidad para negociar y mediar entre diferentes puntos de vista es lo que finalmente permitirá que los proyectos avancen con éxito.
4. Gestionar conflictos: En cualquier entorno dinámico, los conflictos surgirán, ya sea por intereses contrapuestos o simplemente por la presión del trabajo. Saber cómo manejarlos sin que afecten a la productividad o las relaciones es una habilidad de enorme valor.
Si puedes demostrar que, además de ser técnicamente competente, tienes la habilidad de gestionar relaciones complejas, negociar de manera efectiva y resolver problemas de manera proactiva, te estarás posicionando como alguien que no solo es valioso en el presente, sino que tiene un potencial incalculable para el futuro.
Cada grupo de interés tiene sus propias expectativas y necesidades, y saber equilibrarlas, al mismo tiempo que mantienes el foco en los objetivos empresariales, te convierte en un activo estratégico.
Las empresas, al igual que los inversores, buscan profesionales en los que puedan confiar a largo plazo, personas que puedan tomar la iniciativa y liderar cuando los desafíos aparezcan. Alguien que no solo sabe ejecutar una tarea, sino que también sabe manejar a las personas involucradas, generar consenso y resolver los conflictos que inevitablemente surgirán.
No lo olvides, las habilidades blandas, como la capacidad de negociar y gestionar a los diferentes grupos de interés, son esenciales para demostrar que puedes agregar valor a una empresa de maneras que otros no pueden.