Por Federico H.
La Inteligencia Artificial, y el reto de mantener y mejorar nuestra capacidad para pensar.
En varios artuculos de opinión, se visaliza la IA como una amenaza para la capacidad de pensar del hombre, y es que en los los últimos años, la IA ha pasado de ser un concepto de ciencia ficción a una herramienta omnipresente, embebida en nuestra vida cotidiana de diversas formas, pueden ser chatbots, asistentes virtuales, redes sociales o aplicaciones de análisis financiero, publicidad politica, de recetas de cocina. La IA participa, y transforma activamente la manera como trabajamos, vivimos, y tomamos decisiones. Sin embargo, junto con estas transformaciones tecnológicas, surge una verdadera preocupación: ¿Estamos delegando tanto en la IA que estamos perdiendo nuestra capacidad de pensar y discernir?
Personalmente, estoy convencido que la IA es como un martillo, un cuchillo, o cualquier otra herramienta, puedes construir, destruir o hacerte daño tu mismo, lo que hace la diferencia es el entrenamiento en su uso, la capacitación, la educación. La mayoría de las personas ponen su atención en la IA, algunas en entender como construir mejores prompts. Eso hace la diferencia.
La IA como un oráculo: La visión más peligrosa
Imaginemos por un momento que tratamos a la IA como un oráculo, una entidad a la que acudimos con preguntas simples, sin contexto, o incluso sosas, esperando respuestas que guíen nuestras decisiones sin mayor análisis de nuestra parte. Este enfoque podría compararse con la dependencia de una calculadora para realizar operaciones matemáticas básicas: después de un tiempo, es posible que olvidemos cómo hacerlas por nosotros mismos. Si aplicamos esta analogía a la IA, podríamos caer en la trampa de reducir nuestra capacidad crítica y de discernimiento, confiando ciegamente en la información que la máquina nos entrega. debemos ser conscientes de la alucinaciones, incluir el grado de certeza en la respuestas puede ser una buena práctica, otra es conversar con la IA no dejar todo en una única interacción, repreguntar usando preguntas abiertas, cerradas y de confirmación, puede ser muy útil.
Este riesgo es real. Estudios recientes han demostrado que la automatización excesiva puede conducir a una dependencia que disminuye nuestras habilidades cognitivas. Un ejemplo claro lo encontramos en la navegación por GPS: antes, las personas desarrollaban un sentido de orientación agudo al memorizar rutas y mapas; hoy, muchos no pueden orientarse sin la ayuda de un dispositivo como Waze, o Google Maps.
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La clave está en las preguntas (Prompts): ¿Cómo Usar la IA de Forma Constructiva?
La tecnología en sí no es el problema; ni el cuchillo, o el martillo son el problema; el problema radica en cómo los utilizamos. La IA, cuando se usa de manera inteligente, puede ser una herramienta poderosa para expandir nuestras capacidades cognitivas en lugar de reducirlas. La clave está en las preguntas que le hacemos y en la calidad de nuestros «prompts».
Si abordamos la IA con preguntas bien formuladas, complejas y desafiantes, podemos aprovecharla para ampliar nuestra comprensión y obtener nuevas perspectivas. Por ejemplo, en lugar de preguntarle a un modelo de IA algo trivial como «¿Cuál es la capital de Francia?», podríamos preguntarle algo más profundo como «¿Cómo ha evolucionado la relación económica entre Francia y Alemania en las últimas dos décadas y cuáles son las implicaciones para el futuro de la Unión Europea?». Este tipo de preguntas no solo requiere que la IA realice un análisis más complejo, sino que también obliga al usuario a involucrarse más en el proceso de pensamiento, evaluando la respuesta y comparándola con su propio conocimiento y análisis. Tal vez, algo que hemos olvidado, es que es Inteligencia Artificial conversacional.
Ejemplos de Uso Inteligente de la IA
En el ámbito empresarial, los líderes que formulan preguntas estratégicas y específicas a la IA pueden descubrir patrones y oportunidades que no habrían sido evidentes de otra manera. Por ejemplo, un director de marketing podría preguntar: ¿Cómo están evolucionando las preferencias de los consumidores en los mercados emergentes?, en lugar de simplemente pedir un informe genérico de ventas. Este tipo de preguntas empuja tanto al humano como a la máquina a operar a un nivel más alto de pensamiento. Es el principio de la conversación para descubrir nuevas perspectivas, oportunidades, para romper paradigmas.
De igual manera, en la educación, los profesores que enseñan a los estudiantes a formular preguntas investigativas precisas cuando usan la IA están, de hecho, desarrollando sus habilidades críticas. Lejos de ser una simple herramienta de respuesta, la IA se convierte en un medio para cultivar el pensamiento analítico y la creatividad.
La evolución del pensamiento humano en la era de la IA
La IA tiene el potencial de ser un catalizador para la evolución del pensamiento humano, siempre y cuando la utilicemos de manera consciente y estratégica. Si nos limitamos a hacer preguntas superficiales, es probable que nuestra capacidad de pensar y discernir se debilite. Pero si nos desafiamos a formular preguntas profundas, usamos la IA como una herramienta para explorar respuestas y mantenemos un enfoque crítico hacia la información que recibimos, podemos fortalecer nuestras capacidades cognitivas.
Piensen en esto: en una conferencia o clase las personas que participan con pregunta no superan el 10% de los asistentes. La persona prefieren guardar sus pregunta por diversos sentimientos, con la IA en la soledad es fácil practicar, y mejorar esa habilidad
La relación entre la IA y la mente humana depende de nosotros. Como cualquier herramienta poderosa, su impacto está determinado por cómo la utilizamos. Si optamos por verla como un oráculo infalible, corremos el riesgo de atrofiar nuestras habilidades. Pero si la usamos para expandir nuestra capacidad de hacer preguntas y de pensar críticamente, podríamos estar ante una de las mayores oportunidades de crecimiento intelectual de nuestra era.
La conversación sobre el impacto de la IA en nuestra capacidad de pensar está lejos de concluir. Es un debate que nos invita a reflexionar sobre cómo queremos que evolucione nuestra relación con la tecnología. ¿Seremos solo receptores pasivos de información o usuarios activos que emplean la IA para desafiar y expandir nuestros límites intelectuales?
La elección, al final, es nuestra, suya, porque es personal.